No hay obra inadaptable en la televisión de las plataformas
El anuncio de que Netflix convertirá el complejo cómic argentino ‘El Eternauta’ engrosa la lista de proyectos inspirados en libros considerados imposibles
Adolfo Bioy Casares, de quien Borges decía que había escrito la mejor novela que había pasado por sus manos, La invención de Morel (1940), nunca quiso que su obra más aclamada fuera llevada a la gran pantalla. Y eso que la justicia poética lo recomendaba. Arquetipo del género fantástico en español, en ella Bioy relata con maestría cinematográfica las vivencias de un fugitivo en una isla desierta y hay quien asegura que la influencia del cine sobre la obra permite hasta anticipar la realidad virtual del futuro.
Pero las advertencias del escritor no frenaron a sus seguidores. El director francés Alain Resnais, en El año pasado en Marienbad, o el italiano Emilio Greco lo intentaron. Y Bioy resolvió que ambos habían fracasado.
Hubo algunos intentos más. E incluso reconocimientos esporádicos de algunas producciones a su deuda con la novela. En la mítica Perdidos, a Sawyer, el joven sureño de Alabama, se le ve leyendo La invención de Morel, en lo que parece una referencia a la intertextualidad de serie y relato: los guionistas reconocieron la influencia de la obra.
En un escenario distinto, pero en el que no todos los factores son diferentes, los productores de series han tomado el testigo de las películas y se han lanzado a la adaptación de clásicos considerados imposibles. El último en sumarse a este fenómeno ha sido el cómic argentino El Eternauta, que Netflix anunció el miércoles. La obra, que se publicó semanalmente de 1957 a 1959 en la revista Hora Cero Semanal, fue un éxito inmediato. Sus creadores, el dibujante Francisco Solano López y el guionista Héctor Germán Oesterheld, lo atribuyeron, respectivamente, a “la metáfora de país acosado que el cómic presenta [por la invasión de un ejército de alienígenas]” y a la "idea de comunidad que transmitía el guion, opuesta a las escenas de héroe solitario, y siempre estadounidense, que los lectores recibían desde el norte".
El anuncio suponía para El Eternauta tomar la senda de Cien años de soledad (1967) y de El Silmarillion (1977), los otros dos clásicos considerados inadaptables que previsiblemente tendrán serie. En un movimiento inédito en la industria cinematográfica, Netflix consiguió en marzo del año pasado que los hijos de García Márquez, Rodrigo y Gonzalo, desafiaran la indicación del padre y le vendieran los derechos de su obra cumbre. El importe de la compra no trascendió, pero el recorrido de la obra —50 millones de copias y traducción a al menos 46 idiomas— sugiere números estratosféricos. Un año antes, Amazon comunicó que haría una serie ubicada en el mundo de fantasía épica de J. R. R Tolkien, lo que le obligaría a fijarse a las para muchos impenetrables páginas del apéndice El Silmarillion.
Los tres retos recogen el guante de las producciones cinematográficas que han logrado, con éxito desigual, llevar a la gran pantalla éxitos literarios de escasos precedentes. El cineasta Sergio G. Sánchez (El secreto de Marrowbone), adaptador de relatos como Lo imposible y Palmeras en la nieve, entre otros, cree que más que el producto definitivo, sea película o serie, lo que condiciona la adaptación de un clásico complejo son los nuevos hábitos de consumo audiovisuales. “Ahora es algo más sencillo por la misma explosión de las series, que permiten al guionista una mayor exploración que las películas”, considera.
La desaparición de la idea de gran público ayuda en este tipo de adaptaciones: “La conversación no se articula en torno a las dos o tres series del momento, como antes ocurría con las películas. El público es algo muy diversificado y hay menos presión por llegar a todos los espectadores, algo que es de agradecer porque en estos trabajos eso resulta siempre imposible”.
Las series también han acostumbrado al público a los contenidos en versión original, algo que trae “buenas noticias para las obras en español” y que tal vez contribuya a explicar por qué a El Eternauta y a Cien años de soledad les ha llegado el momento ahora. El sesgo nacional del cómic argentino y el alcance continental de la obra de García Márquez —“Es la primera historia de América Latina que se ha escrito”, dijo de ella el escritor nicaragüense Sergio Ramírez— complicarían adaptaciones en inglés. Netflix comunicó que rodará la adaptación de Cien años de soledad en Colombia y los actores serán latinos.
HBO tuvo el mayor éxito crítico de 2019 con Watchmen, otro cómic de difícil traducción a una pantalla. En La maldición de Hill House, Netflix adaptó la difícil novela homónica de Shirley Jacksonn (1959). Tampoco han faltado intentos sobre Paraíso perdido (1667), el célebre poema del poeta inglés Milton... La veda está ahora abierta. Y la razón que daba Bioy para no adaptar aquella obra suya —“Trampa para cineastas”, decía— algunos se la toman como una mera precaución.
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