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El terremoto en los César abre una grieta en el poder cultural francés

La dirección de los premios de cine dimite tras las críticas de 400 profesionales por opacidad y falta de paridad. Es el último episodio de un creciente cuestionamiento al ‘establishment’

Marc Bassets
Un grupo de manifestantes sostiene una pancarta con el mensaje “Polanski violador, fin de la omertá en el mundo del cine”, a las puertas de una sala de París, el pasado noviembre.
Un grupo de manifestantes sostiene una pancarta con el mensaje “Polanski violador, fin de la omertá en el mundo del cine”, a las puertas de una sala de París, el pasado noviembre.CHRISTOPHE ARCHAMBAULT

En Francia, las cosas se hacían de otra manera. Esto no era EE UU. Este fue, a fin de cuentas, el país en el que, en plenas revelaciones sobre los abusos del productor Harvey Weinstein y en plena ola del Me Too, un grupo de veteranas feministas, encabezadas por el icono cinematográfico Catherine Deneuve, defendió en una tribuna en la prensa el “derecho a ser importunadas” por los hombres. Este era el país que agasajaba a Roman Polanski mientras que en la otra orilla del Atlántico se le trataba como un apestado. Era el país con el núcleo más exquisito de la élite literaria: las editoriales, los escritores, los críticos... El cogollo de Saint-Germain-des-Près protegía y jaleaba a un escritor como Gabriel Matzneff, que durante décadas contó con todo lujo de detalle en sus diarios sus experiencias con niñas de 14 y 15 años en París o con niños aún menores en Manila.

Todo esto empieza a cambiar. Matzneff debería ser juzgado en 2021. Y la crisis en el cine francés, que en dos semanas celebrará el kermés anual de los premios César, es el último ejemplo, el caso más reciente de una institución cultural cuyos cimientos tiemblan. La dirección de la Academia del Cine presentó el jueves por la noche su “dimisión colectiva”.

La renuncia, una convulsión en el sector, llega días después de una carta en la que casi medio millar de actores y realizadores reclamaban una reforma profunda en los métodos de gobierno de la organización, criticaba la opacidad de las cuentas y las decisiones, y señalaba la flagrante falta de paridad entre hombres y mujeres. A esto se añade la estupefacción, entre un sector del cine y entre grupos feministas, por las 12 nominaciones a los César de El oficial y el espía, la última película de Roman Polanski, requerido por la Justicia de EE UU por el caso, en 1977, de Samantha Geimer, que tenía 13 años, y enfrentado ahora a nuevas acusaciones de violación.

“Para honrar a aquellas y aquellos que han hecho el cine en 2019, para recuperar la serenidad y hacer que la fiesta del cine siga siendo una fiesta, el Consejo de Administración para la Promoción del Cine, la Academia de las Artes y Técnicas del Cine ha tomado la decisión unánime de dimitir”, decía el comunicado. La gala está prevista el 28 de febrero.

La carta de protesta, publicada el lunes en Le Monde, lleva la firma de actores como Bérénice Bejo, Chiara Mastroianni u Omar Sy y realizadores como Michel Hazanavicius, Bertrand Tavernier, Agnès Jaoui, Jacques Audiard o Céline Sciamma. Las quejas sobrepasaban la cuestión del sexismo. El contencioso tiene una parte de lucha de poder y de discusión gremial, así como de pulso entre el cine más popular y el elitista. También de lucha generacional, en la que estaba en cuestión el presidente de la Academia, el productor Alain Terzian.

Terzian, en la rueda de prensa en la que se anunció las nominaciones de los César, el 29 de enero, en París.
Terzian, en la rueda de prensa en la que se anunció las nominaciones de los César, el 29 de enero, en París.Bertrand Rindoff Petroff (Getty Images)

Que todo es más complicado lo demuestra el hecho de que uno de los firmantes, el actor Mathieu Amalric, es actor en la película de Polanski y próximo a este, como recuerda en un artículo publicado el viernes Michel Guerrin, cronista de Le Monde. Pero Guerrin añade: “Sin duda, es la cuestión feminista la que domina. Porque, si los rebeldes salen ahora a la luz, y no ayer, es ante todo porque solo hay un 35 % de mujeres entre los votantes de los César”. Es más, de los 47 miembros de la asamblea general de la institución, solo ocho son mujeres, y en su consejo de administración son seis de 21. Un detonante de la crisis fue el veto a dos mujeres consagradas, la escritora Virginie Despentes y la directora Claire Denis, como madrinas de dos actores en la gala dedicada a las “jóvenes revelaciones” de los César, el 13 de enero.

En el caso de los César y el en de Matzneff, pese a las diferencias evidentes, coinciden un cambio de las normas morales, el cuestionamiento de instituciones fundamentales en la fabricación del canon en los premios cinematográficos o literarios, y la tensión entre lo que muchos en Francia perciben como una “americanización” de las normas morales y lo que otros, al contrario, ven como un neopuritanismo que acabará coartando la libertad creativa.

El periodista Bernard Pivot, presentador durante décadas de programas literarios de éxito en televisión, resumió la incomodidad en un mensaje en Twitter a fines de diciembre. “En los años 70 y 80, la literatura prevalecía ante la moral; hoy, la moral prevalece ante la literatura. Moralmente es un progreso. Somos más o menos productos intelectuales y morales de un país y, sobre todo, de una época”. Pivot reaccionaba a la publicación de El consentimiento, el libro en el que la editora Vanessa Springora reconstruye su relación con Matzneff cuando ella tenía 14 años y él, 50, así como las secuelas que le dejó. El libro no es tanto una revelación —casi todo lo que Springora cuenta lo contó Matzneff en sus diarios— como un acta de acusación a una parte de las élites culturales y políticas que ampararon al autor.

El miércoles se celebró una primera audiencia ante el Tribunal Correccional de París. Matzneff, que se encuentra en Italia y estaba representado por su abogado, fue acusado de apología de la violación infantil. El mismo día, los investigadores registraron la sede de Gallimard en busca de textos inéditos. La editorial ha retirado los libros más polémicos de las librerías.

Francia sigue siendo Francia, pero la idea de que al artista se le permite todo —sea uno de los más brillantes de su época, como Polanski; o un oscuro diarista, como Matzneff— empieza a cuestionarse. Una excepción francesa que, en parte una excepción sexual, muestra signos de fragilidad.

Más protestas contra Polanski

Las 12 nominaciones de El oficial y el espía, de Roman Polanski, que lidera la carrera por los premios César, han agravado aún más la crisis de la Academia del cine francés. En los últimos días, varias asociaciones feministas han llamado a los académicos a no votar por el filme de Polanski. La película, inspirada en el caso Dreyfus, se ha visto acompañada por la polémica desde su presentación en la Mostra de Venecia, cuando la presidenta del jurado, la argentina Lucrecia Martel, se negó a asistir al estreno de gala en señal de protesta por su inclusión en la sección oficial. A comienzos de noviembre, cinco días antes de su estreno en Francia, la fotógrafa Valentine Monnier acusó a Polanski de haberla violado en 1975, cuando ella tenía 18 años. La llegada de la película a los cines franceses se ha visto desde entonces envuelta en protestas.

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Sobre la firma

Marc Bassets
Es corresponsal de EL PAÍS en París y antes lo fue en Washington. Se incorporó a este diario en 2014 después de haber trabajado para 'La Vanguardia' en Bruselas, Berlín, Nueva York y Washington. Es autor del libro 'Otoño americano' (editorial Elba, 2017).

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