‘The Man in the High Castle’: de nazis y buscavidas
La serie tiene un buen punto de partida, da giros inverosímiles y se lía a lo 'Perdidos'. Pero deja personajes logrados, en el filo del bien y del mal
Comparado con el frente, el País Vasco francés era el paraíso para los nazis. Tan tranquilos estaban que cruzaban a merendar a San Sebastián. En 1942 se rodó el filme alemán En tierra de vascos, que elogiaba a ese pueblo por su pureza racial y tradiciones tan viriles como la pelota. Una esvástica sobre el Bidasoa, documental de 2013 (que emitió La 2, disponible en Filmin), recupera ese episodio e indaga en la relación entre el nacionalismo vasco y los nazis. El PNV se alineó en el exilio con los aliados, pero tendió redes discretas con el ocupante alemán para que la persecución franquista no pasara de Irún. Nada que criticar en buscarse la vida como sea.
Por fortuna, ya solo nos pisa la bota nazi en la ficción. The Man in the High Castle, serie de Amazon Prime Video finalizada en la cuarta temporada, se basa (a su modo) en la novela de Philip K. Dick para imaginar unos años sesenta en los que el Reich y el imperio japonés se han repartido el globo, incluido EE UU, y se deslizan hacia la guerra fría. Buen punto de partida, pero la trama da giros inverosímiles y se lía, a lo Perdidos, con los universos paralelos. Tenemos, eso sí, personajes logrados, por delante de la sufrida heroína: sobre todo el jefazo nazi-americano John Smith (Rufus Sewell), y que vive su tormento interior. Hay más: un anticuario dado a la picaresca, un ministro japonés que conspira para la paz, gentes en el filo del bien y del mal. Resulta mucho menos creíble el Hitler anciano, una caricatura, como el Himmler que está en la cocina de la sucesión.
Imponente ambientación: esvásticas en los neones de Times Square, un San Francisco orientalizado o el Berlín triunfal. Pero donde la serie logra una atmósfera más seductora (y se despliega en la tercera temporada) es en la Zona Neutral, un Far West sin ley, cuyo mejor refugio es un bar de canallas, disidentes y espías donde suena el jazz prohibido. La frontera, el hábitat de los buscavidas.