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‘La valquiria’ de Wagner en clave humana y ecologista

El Teatro Real estrena la segunda obra de 'El anillo del nibelungo'

Raquel Vidales
Un momento de la representación de 'La valquiria' en su estreno en la Ópera de Colonia.
Un momento de la representación de 'La valquiria' en su estreno en la Ópera de Colonia.Klaus Lefebvre

La valquiria de Richard Wagner se ha asociado a menudo a acontecimientos épicos o escenas heroicas (Coppola la utilizó como banda sonora de Apocalypse Now), pero no es una ópera  bélica. Más bien trata sobre el poder del amor y las relaciones humanas. “Tiene instantes grandiosos y espectaculares, cierto, son necesarios cien músicos para interpretarla, pero donde realmente se expresa el sentido de esta obra es en los momentos de calma, cuando los personajes dialogan entre sí. Ahí es donde la partitura de Wagner estremece por su precisión”, ha comentado esta mañana Pablo Heras Casado, director musical de la producción que estrenará el próximo miércoles el Teatro Real de Madrid, continuando con su proyecto de ofrecer durante cuatro años consecutivos las cuatro partes de la colosal tetralogía wagneriana El anillo del nibelungo, que conforman El oro del Rin, La valquiria, Sigfrido y El ocaso de los dioses, compuestas entre 1848 y 1874.

El proyecto es una reposición de una puesta en escena concebida por el director Robert Carsen y el escenógrafo Patrick Kinmonth estrenada en la Ópera de Colonia (Alemania) hace dos décadas. Ya se pudo ver completa en el Liceo de Barcelona entre 2013 y 2016 bajo la dirección musical de Josep Pons y en Madrid arrancó la temporada pasada con El oro del Rin. En el fondo de todas subyace una idea: “La codicia como motor de devastación, pero también la capacidad redentora del amor y la compasión”, según explicó Carsen en la presentación del primer título hace un año. Wagner lo resumió así: “Contiene el comienzo del mundo y su destrucción”.

El compositor alemán se basó en la mitología nórdica para escribir su tetralogía. Dioses, héroes, criaturas fantásticas y humanos que se aman y batallan por la posesión de un anillo de oro que otorga dominación sobre el mundo entero. Una trama cuyas huellas en la cultura contemporánea pueden rastrearse en las novelas de El señor de los anillos o la saga cinematográfica La guerra de las galaxias.

La valquiria, en concreto, narra la génesis del héroe Siegfried, fruto del amor incestuoso entre los gemelos Siegmund y Sieglinde, hijos extramatrimoniales del dios Wotan, concebidos en una de sus múltiples aventuras amatorias con mortales. Muy importante es el personaje de la valquiria Brunilda, hija predilecta de Wotan, que desobedece al dios y acaba renunciando a su divinidad por acercarse demasiado a los hombres.

¿Cómo trasladar a la escala humana esta historia de dimensión épica? “Ese es el gran reto al que nos enfrentamos cuando nos pusimos a pensar en la puesta en escena”, rememoró ayer Kinmonth en el Teatro Real. El propio Wagner les dio la respuesta: “Las cuatro obras reflejan la preocupación del compositor por la destrucción que provocan la crueldad y la avaricia del hombre. Se dio cuenta de cómo abusaba de su entorno, su daño constante a la naturaleza y el medio ambiente. Yo siempre he sido ecologista, tengo una granja desde hace 40 años, así que me pareció importante subrayar este asunto en la puesta en escena", añadió Kinmonth, que además de ideólogo de la puesta en escena junto con Carsen diseño la escenografía y los figurines.

Por otra parte, según Kinmonth, el espectáculo se sirve mucho del lenguaje cinematográfico. “Queríamos acercar lo máximo posible al espectador contemporáneo ese mundo tan fantástico y las complejas relaciones que se establecen entre sus protagonistas. Para reflejar eso me pareció más adecuado acudir al lenguaje cinematográfico en lugar de al teatral. Creo que la historia es así más creíble”, aclaró el escenógrafo.

En las nueve funciones programadas en el Teatro Real, entre el 12 y el 18 de febrero, se alternarán dos elencos en la interpretación de los principales papeles: Stuart Skelton y Christopher Ventris (Siegmund); René Pape y Ain Anger (Hunding); Tomasz Konieczny y James Rutherford (Wotan); Adrianne Pieczonka y Elisabet Strid (Sieglinde), Ricarda Merbeth e Ingela Brimberg (Brünnhilde).

Los nibelungos, vistos por Fritz Lang

Como actividad paralela al estreno de La valquiria, el Teatro Real ha programado la proyección de las dos películas de Fritz Lang (1890-1976) que conforman su ciclo Los nibelungos: La muerte de Siegfried (21 de marzo) y La venganza de Krimilda (28 de marzo). Las cintas, con guion de Thea von Harbou, esposa del director, están inspirados en el poema épico medieval El cantar de los nibelungos, una de las fuentes de las que bebió Wagner para componer su tetralogía. Para acompañar las películas, la Orquesta Titular del Teatro Real, bajo la dirección de Nacho de Paz, interpretará las partituras originales que el compositor Gottfried Huppertz (colaborador de Fritz Lang en varios proyectos) creó como banda sonora de los filmes.

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Sobre la firma

Raquel Vidales
Jefa de sección de Cultura de EL PAÍS. Redactora especializada en artes escénicas y crítica de teatro, empezó a trabajar en este periódico en 2007 y pasó por varias secciones del diario hasta incorporarse al área de Cultura. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid.

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