Aspavientos en los escaños
Decía Antonio Maura que para gobernar solo necesitaba “luz y taquígrafos”. Hoy en día, además, se hace imprescindible la televisión
Decía Antonio Maura que para gobernar solo necesitaba “luz y taquígrafos”. Hoy en día, además, se hace imprescindible la televisión. Los grandes actos parlamentarios no se conciben si los medios audiovisuales. Por los medios técnicos y el ritmo de las imágenes, la retransmisión de las sesiones parlamentarias se parece cada vez a la de un partido de fútbol. Las cámaras (de televisión) están estratégicamente instaladas en las Cámaras (legislativas) para que los ciudadanos puedan seguir un debate desde la pantalla del televisor, el ordenador o el móvil.
En toda sesión es tan importante lo que se dice en la tribuna de oradores como lo que se escucha en los escaños. Murmullos, exabruptos, insultos, pataletas y aspavientos están a la orden del día. Sus señorías disfrutan con los numeritos. En el debate de investidura de Pedro Sánchez se pudo ver al representante de Compromís, Joan Baldoví, mostrar desde la tribuna una bolsita de tila para que las fuerzas de derecha y ultraderecha templaran sus nervios; y la líder de Ciudadanos, Inés Arrimadas, tuvo su momento tragicómico cuando blandió una carpeta con el logotipo del PSOE dentro de la cual, supuestamente, figuraba el currículo de la portavoz socialista, Adriana Lastra. Cada diputado tiene su propio método. Teodoro García Egea practica ostentosos gestos desde su escaño; Adolfo Suárez Illana ha tomado la costumbre de dar la espalda a los oradores de EH Bildu cuando suben a la tribuna como forma de protestas, mientras que los parlamentarios de Vox practican en estos casos una particular coreografía: abandonan en fila india el Hemiciclo del Congreso.
Todo debate parlamentario tiene un guion impredecible. Se sabe de antemano el orden en el que los protagonistas irán apareciendo en escena, pero en la democracia de la imagen hay siempre factores sorprendentes. Los diputados actúan a sabiendas de que las cámaras les vigilan. Armar ruido, lanzar improperios, gesticular o aplaudir son estrategias para llamar la atención. La algazara sustituye a las ideas, los vituperios se imponen a los argumentos.
La política de gestos funciona en televisión. Y una buena realización, que no escamotee las imágenes de lo que ocurre más allá del foco del orador, es necesaria si se quiere comprender cómo se comportan los legisladores. Una tarea que el Senado acaba de encomendar a Telefónica Broadcast Services, S.L.U. Esta compañía ha ganado el concurso para llevar a cabo servicios de distribución de las señales institucionales de televisión. A la Cámara alta le costará la contratación de esta actividad 590.850 euros. Telefónica colaborará con los servicios audiovisuales del Senado en la gestión del canal, captación, realización, grabación, distribución y tratamiento técnico y archivo de la imagen y sonido de las sesiones parlamentarias y de otros actos públicos que se celebren en la sede de la Cámara alta. A sabiendas de que la noticia, como en el fútbol, también se encuentra en el graderío.
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