Ruido y furia en Teruel
La derecha, que hizo bandera del abandono rural y recalcó la retórica que inspiró Teruel Existe, se ha olvidado de los tractores
Desde que Malraux rodó Sierra de Teruel y escribió L’Espoir, la provincia no había recibido tantísimas atenciones. En tiempos de paz no se habían visto tantos reporteros por la plaza del Torico ni tantas conexiones en directo. La más comentada, la de Todo es mentira que fue interrumpida por una militante de Vox con ganas de fusilar a los miembros de Teruel Existe.
Aquella joven matona no parecía, ni de lejos, la mente más preclara del partido de Abascal, pero le ha cabido el honor de encarnar sus valores y actitudes, resumiendo en dos amenazas la tragedia secular de Teruel.
Cuando me preguntan si tengo alguna idea de por qué ha calado tanto en los discursos políticos la cuestión de la España vacía (la expresión que dio título a un libro mío) solía responder que se debía a que era uno de los pocos asuntos capaces de concitar acuerdos. Si un partido clamaba contra el abandono de la España rural, era muy improbable que otro partido clamase a favor de su abandono. Era una cuestión simpática que apelaba a las emociones de millones de hijos y nietos del campo español.
Toda esa inocencia se perdió cuando Teruel Existe entró en el Congreso. Durante la campaña, su candidatura fue tratada con una gran condescendencia. Qué mono, parecían decir los analistas, un señor de Teruel, qué simpático. Hasta que el voto del señor de Teruel decidió la investidura. Entonces, devino traidor y antiespañol.
La derecha, que ha hecho bandera del abandono rural y ha llevado en sus programas la retórica que inspiró Teruel Existe, se olvidó de los tractores y de los paisajes ibéricos. Ahora, los reporteros buscan ruido en la plaza del Torico, y la intelectualidad de Vox se lo provee a placer. Pero, fuera de cuadro, la provincia y toda la España vacía siguen sumidas en el silencio de siempre.
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