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MÚSICA

Bebo cabalga de nuevo

Fernando Trueba reúne en una caja de lujo gran parte de los discos que le produjo al músico cubano con su sello Calle 54, en la que se incluyen además varios temas inéditos y materiales audiovisuales desconocidos

Bebo Valdés (derecha), con Fernando Trueba (centro) y Jerry González, en Madrid en 2003.
Bebo Valdés (derecha), con Fernando Trueba (centro) y Jerry González, en Madrid en 2003.SANTI BURGOS

Bebo Rides Again. Bebo cabalga de nuevo. Ese fue el título con el que, hace 25 años, el saxofonista cubano Paquito D’Rivera bautizó el legendario disco que acababa de producir a Bebo Valdés en Alemania. Bebo tenía 76 años y aquel álbum supuso su regreso a la música luego de 30 años de silencio artístico, exilio y frío en Estocolmo. Justo cinco años después, en diciembre de 1999, el cineasta Fernando Trueba desembarcaba en la capital sueca para conocer al “caballón” e invitarlo a participar en Calle 54, película que reuniría en Nueva York a lo mejor de lo mejor del jazz latino. Trueba no sabía todavía que aquel encuentro cambiaría su vida, aunque desde el primer instante quedó deslumbrado por la maestría y elegancia de Bebo en el piano y aún más por su condición humana: “La mejor persona que he conocido”, decía esta semana ante la foto de su amigo, que ocupa un lugar preferente en su estudio madrileño.

Rodada en el año 2000, en Calle 54 Bebo protagonizó dos dúos históricos: Lágrimas negras, que supuso su reencuentro musical con el contrabajista Cachao, y La comparsa, a dos pianos con su hijo Chucho. A la semana siguiente, Trueba grabó a Bebo en Nueva York El arte del sabor, con Cachao y el percusionista Patato Valdés —y con Paquito de invitado especial—, un repaso de lujo por la música cubana que consiguió dos premios Grammy.

Fue el inicio de una intensa relación de amistad y de una colaboración artística muy especial: en menos de una década, Trueba produjo ocho discos de Bebo —que obtuvieron tres premios Grammy y otros seis Grammy latinos—, lo invitó a participar en cuatro películas suyas (Calle 54, El embrujo de Shanghai, El milagro de Candeal y Chico y Rita) y además apadrinó un documental de casi dos horas de duración sobre la vida de su amigo (Old Man Bebo), dirigido por Carlos Carcas.

Seis años después de la muerte del pianista y 20 de su primer encuentro en Estocolmo, Trueba ha querido homenajearle de nuevo reuniendo en una caja de lujo gran parte de la música que le grabó con su sello discográfico Calle 54, en la que se incluyen varios materiales audiovisuales desconocidos o muy poco conocidos, filmados durante aquellas sesiones mágicas. No se trata de una simple recopilación. Entre los siete CD y dos DVD que componen Bebo de Cuba, hay una gran sorpresa. Un disco inédito, llamado El cajón de Bebo, que incluye 14 temas que en su mayoría fueron registrados entre 2003 y 2004 durante el proceso de grabación del álbum Bebo, verdadero tesoro en el que interpreta solo al piano la música de los grandes compositores cubanos, de Ignacio Cervantes a Lecuona, Saumell o José White, junto a temas suyos. “Aquel era un disco cubano, y muchos de los temas que grabamos quedaron fuera, cosas de Gershwin que a él le gustaba tocar, el Willow Weep for Me, que bautizamos como Americana; la Cavatina de la banda sonora de El cazador, o el Old Man River de su ídolo Jerome Kern. Era injusto que ese material se quedará en un cajón”. Trueba completó el nuevo disco con otras canciones fabulosas, como la versión de Caminito que hizo con Enrique Morente para la película de su hermano David La silla de Fernando, o el bolero Cómo fue, “grabado por puro placer en un descanso de Chico y Rita con dos jóvenes músicos cubanos, Inoidel González y Daniel Noel, o su descarga clásica Con poco coco, realizada con el grupo Hip Hop Roots durante El milagro de Candeal”.

“Era un deber recuperar estos álbumes que ya no se encontraban en ninguna parte”, explica el cineasta

La caja —que será distribuida por Universal y saldrá a la venta el 24 de enero— incluye seis de los ocho discos editados a Bebo por Calle 54. Quedan fuera Lágrimas negras, con El Cigala, el mayor éxito de ventas de toda su carrera, y Live at the Village Vanguard, con el contrabajista Javier Colina, que se editará en una caja aparte para coleccionistas en los próximos meses. El arte del sabor es uno de los más redondos, pero qué decir de la maravillosa Suite cubana, en la que arropó sus partituras con los mejores músicos cubanos y latinos de Nueva York (y que ahora, otra novedad, puede escucharse con calidad de sonido 5.1), o de Juntos para siempre, exquisitez entre las exquisiteces, grabado a dos pianos con su adorado hijo Chucho con el repertorio de toda la vida que tocaban juntos en casa. La caja incluye también el documental Old Man Bebo y un segundo DVD con materiales filmados en distintas sesiones de grabación.

Para Trueba, es importante que vuelvan a estar disponibles estos discos que ya no se encontraban en ninguna parte —y con todas las portadas y dibujos originales hechos por Mariscal—. “Era un deber recuperar esta música. Bebo es de la estirpe de los pianistas más elegantes que han existido, como Nat King Colle o Bill Evans, en EE UU. En la música latina, él representaba eso…”, asegura Trueba. “Era la suprema elegancia, pero una elegancia natural, de nacimiento, no la del rico…”.

Habla y se emociona. Dice que extraña mucho a su amigo. “Tenía una sonrisa inmensa y contagiosa. Y era un hombre modesto. Siempre daba más importancia a los demás. No era ambicioso. Aunque orgulloso, sí. Sobre todo de su hijo Chucho. Y del trabajo bien hecho. Era un profesional impecable. Siempre puntual, con los deberes hechos, amable con todos”. Recuerda que “en Old Man Bebo aparece Pío Leyva, uno de los muchísimos músicos a los que ayudó, y este exclama ‘¡Bebo Valdés!…’ y la voz se le corta, las lágrimas brotan de sus ojos y añade como en un suspiro que le sale del alma: ‘¡Qué buena persona!’. Probablemente a Bebo eso le importaba más que todo, incluyendo la música, su obra, su carrera”.

‘Bebo de Cuba’. Universal. A la venta el 24 de enero.

Tres días en el Village Vanguard

En la segunda semana de noviembre de 2005, Bebo Valdés y el contrabajista Javier Colina actuaron en el Village Vanguard de Nueva York. Además de ser muy amigos, los dos músicos se compenetraban de modo especial y siempre se buscaban. Y se encontraban, para suerte del público. Los tres últimos días de conciertos en el Vanguard (del 11 al 13 de noviembre) fueron grabados por Trueba, y de ahí salió el disco que se publicó en 2007. "Elegir las versiones de los 14 temas que metimos fue un proceso doloroso. Todas eran buenísimas y todas eran distintas, además de que algunas se quedaron fuera". Ahora —un lujo para los admiradores de ambos— se editarán en una caja especial los CD de los tres días de grabaciones. Volverán a sonar, por delante y por detrás, entre las risas de la gente y el ruido del hielo chocando en los vasos de whisky, Sabor a mí, Siboney, Con poco coco, Aquellos ojos verdes, Bilongo, Si te contara…

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