_
_
_
_
EL HOMBRE QUE FUE JUEVES
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El hombre que llora

La intensa experiencia de asistir a ‘Mi nombre es alguien y cualquiera’, de las creadoras argentinas Laura Vago y María Zaragoza

Marcos Ordóñez
El actor Pol López durante su actuación en la obra 'Hamlet' de William Shakespeare realizada en el Teatre Lliure
El actor Pol López durante su actuación en la obra 'Hamlet', de William Shakespeare, realizada en el Teatre Lliure.Europa Press

Nos ponen en fila, con guantes y batas. Hay cuerpos tendidos. Yo no quería ver esto. Ni estar en esta especie de zulo que parece bajo tierra. Me habían advertido: “Es bueno, pero duro”. Caramba. Otro: “Es una propuesta sobre un duelo colectivo que todavía está pendiente”. Una espectadora: “Parece que se trata de dar cuerpo y experiencia física al hueco causado por la pandemia de la covid-19”. Oh, nada me apetece más. “Y no te preocupes: es corto, una media hora”.

Pensé lo que pienso siempre en estos casos: multiclaustrofobia. Seguimos escaleras abajo. Oscuridad, débil luz azul, caminar cada vez más abajo, silencio, o frases que no entiendo. Frases, quizás, de médicos y enfermeros alejándose, cargados de trabajo. ¿Dónde estamos? Hasta que de repente, alguien nos susurra y entendemos. “¿Os puedo decir una cosa? Si os digo una cosa para que se la digáis a mi mujer ¿os acordaréis?”.

Su verdad repentina nos hace mirarle. Sus ojos están empañados. Como la débil luz azul. Sigue hablando. Fragmentos, como restos de una monodia. “Marta, Marta querida… pasan los días, no sé cuántos y no has venido… no puedes venir, Marta, no es seguro, podrías contagiarte y yo no podría acompañarte… No quiero que sufras por nada, estoy bien. Aquí somos muchos, y todos vamos mejorando. Ellos también están solos, todos están solos, a ratos hay mucho ruido y después horas de silencio, nada. La única felicidad es saber que estéis bien, que estéis sanos, que no estéis aquí conmigo”. El hombre que llora lo hace porque, quizás, sabe que su mujer no puede verle. O porque piensa que no hay nadie a su alrededor.

Su verdad repentina nos hace mirarle. Sus ojos están empañados. Como la débil luz azul

Le cuesta mucho dormir solo, dice. Le vuelve un recuerdo. Aquel verano ardiente en la casa de sus padres, las tardes entre las viñas. Aquellas noches como un infierno, caminando de la terraza al lavabo para echarse en el suelo, porque estaba frío. “Qué feliz era, Marta, dándote la mano, cómo te echo en falta, las tardes entre viñas, la casa de agosto… lo único que hago día y noche es estar despierto. Tengo miedo de no estar preparado”. Nos cuenta que ha hablado con su compañero. Dice que tiene mucho miedo. “Lo que no he podido decirle es que yo tengo más miedo que él”.

Echa mucho de menos a sus padres. A mucha gente. “Celebrad la vida y volved a la casa de verano”. Nos dicen: es un fragmento de testimonio real, de los recopilados por las creadoras argentinas Laura Vago y María Zaragoza. El título es Mi nombre es alguien y cualquiera. Ha pasado, fugaz pero intenso, por los sótanos del Lliure de Montjuïc. El hombre llorando a chorros es Pol López. Posiblemente si no hubiera llorado como si se desangrase, si nos hablara como quien se lanza al agua metido en una botella, si no fuera un actor tan verdadero, no le hubiéramos creído como a uno de nosotros.

Anochece. Un viento tremendo. En la calle, Pol López sonríe, una sonrisa tímida, su hijo de la mano, juntos.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_