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Universos paralelos
Columna
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Franco Battiato contra el ‘sonido de Bristol’

Procedente del rock progresivo, el italiano no podía entender la libérrima música de grupos como Rip, Rig + Panic. Y lo cantó en su mayor éxito

Franco Battiato en Italia en1988.
Franco Battiato en Italia en1988.Rino Petrosino (Getty)
Diego A. Manrique

Leo que Franco Battiato parece haberse jubilado. Y lo siento. Siento que ya no podré hacerle una entrevista fructífera. Oh sí, conversé con el siciliano en varios encuentros. Y siempre salí con frustración. Franco partía del espejismo de que, hablando cada uno su idioma, un español puede entenderse con un italiano. Prescindía del traductor y se lanzaba en picado. Arteramente o no, recurría al truco más viejo de todos: “Tú pregunta lo que quieras que yo responderé lo que me dé la gana”. En cierta ocasión que estaba presente su madre, la buena señora se indignó: “Ma rispondi al signore, Franco!”.

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No estaba claro si realmente te entendía. Me interesaba saber si era consciente de los patinazos históricos de algunos de sus temas. En Perspectiva Nevski, se ponía en la piel de un guardia rojo en el Petrogrado bolchevique del invierno de 1917. El miliciano recordaba haber degustado películas de Eisenstein (que todavía no había comenzado a rodar). También decía que vio actuar a Nijinsky y aseguraba que se cruzó con Stravinsky; ninguno de ellos estaba entonces en Rusia.

Puede que fueran exigencias de la rima, sin olvidar el gusto de Battiato por el “name-dropping”, el dejar caer miguitas de cultura general para elevar el tono de su repertorio. Otra fricción residía en la arrogancia con que se enfrentaba al mundo moderno. En su famoso Centro de gravedad permanente, proclamaba su antipatía por algunas tendencias en alza allá por 1982: "No soporto ciertas modas/ la falsa música rock, la new wave española/ el free jazz punk inglés/ ni la monserga africana. "

Cito la adaptación española, de Carlos Toro, que se tomaba ciertas libertades. Pero en ella, como en la original, estaba esa referencia al “free jazz punk inglés”. Durante años me pregunté en quién demonios pensaba Battiato cuando escribió ese verso; él mismo confesaba no recordarlo. Con el tiempo, he localizado dos fugaces grupos de la época que encajarían: Rip, Rig + Panic y (menos cómodamente) Pigbag. Dicho sea con todas las prevenciones: en el mundo del pop basta con que brote un saxo un poco visceral para que el enterado proclame “ah, free jazz”, aunque en realidad el saxofonista suene más a King Curtis que a Ornette Coleman.

¿Se equivocaba Battiato en su juicio? Bueno, no mostró generosidad. Pigbag dejó al menos un tema arrollador, Papa’s Got A Brand New Pigbag. Y Rip, Rig + Panic fue el primer eslabón de una cadena que desembocó en uno de los sonidos definitorios de los años noventa, el trip-hop.

Rip, Rig + Panic, nombre sacado de un disco del jazzman Roland Kirk, fue un colectivo formado en la ciudad portuaria de Bristol. Hoy es más recordado por propiciar la aparición de Neneh Cherry: hasta tuvieron la oportunidad de tocar con su padre, el gran Don Cherry (este sí, protagonista del primer free jazz).

El grupo tuvo una vida breve pero anticipó el modus operandi del sonido de Bristol: proyectos multirraciales, estilísticamente fluidos, ajenos a las directrices de la industria discográfica londinense. Piensen en Massive Attack, Smith & Mighty, Tricky, Portishead. Lo comercializaron como trip-hop, aunque más adecuado sería llamarlo dub-hop, por la confluencia de técnicas jamaicanas y hallazgos del rap.

Gente batalladora: por allí se movía Banksy, artista gráfico frecuentemente confundido con Robert del Naja, de Massive Attack. Un grupo que se negaba a actuar en el Colston Hall, el principal auditorio de la ciudad, que honraba la memoria de Edward Colston, el empresario que hizo posible el Bristol moderno. Colston hizo su fortuna con el comercio triangular: barcos que llevaban productos ingleses hasta África, dónde cargaban esclavos para América; volvían a Bristol con algodón, tabaco, azúcar y otras materias primas. Ahora no ganaría un concurso de popularidad en la ciudad: su estatua fue lanzada al mar y el Colston Hall va a cambiar de nombre.

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