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El viaje de un pabellón en 3D de Singapur a Venecia

Carlos Bañón dirige un laboratorio de investigación en la Universidad de Tecnología y Diseño del país asiático, donde crean pabellones o invernaderos en 3D

Rafa Burgos
AirMesh, el pabellón diseñado por AirLab en Singapur
AirMesh, el pabellón diseñado por AirLab en Singapur

El pabellón AirMesh es un mirador situado en los Jardines de la Bahía de Singapur. Permite centrar el foco en cuatro de los lugares más emblemáticos de este punto de la ciudad-estado asiática, especialmente el icónico hotel Marina Bay Sands, y pone a sus usuarios en contacto con la naturaleza circundante. Su estructura, de acero inoxidable y geometría adaptada a sus necesidades está formada por barras unidas por nodos impresos en 3D, todo recubierto con una malla de nailon. Se trata de un proyecto de AirLab, el laboratorio de investigación de arquitectura y diseño que dirige Carlos Bañón, alicantino de 41 años, en la Universidad de Tecnología y Diseño de Singapur (SUTD). Este pabellón es la primera página del catálogo de ideas de AirLab, en el que entran también granjas flotantes para una ciudad sin espacio o la posibilidad de construir en tiempo mínimo hospitales de campaña para países sin recursos, según avanza Bañón.

El AirMesh es la primera construcción creada con una impresora 3D que cuenta con el certificado de seguridad que expide la Autoridad de Construcción de Edificios de Singapur y está hecho a prueba de terremotos e inclemencias del tiempo. Este entramado de barras participará en la Bienal de Venecia de 2021 y ya ha cosechado varios premios, como el de arquitectura innovadora que concede el Consejo Alemán de Diseño. Con él, se presenta en sociedad el laboratorio que fundaron Bañón y el argentino Félix Raspall en 2015, un año después de que el alicantino llegara a Singapur desde España, donde aún forma parte del estudio Subarquitectura.

Al frente de un equipo de nueve investigadores, Bañón recibió el encargo de buscar “nuevas formas de pensar la arquitectura”. Y dieron con la impresión 3D, una técnica que les permite desarrollar “estructuras muy ligeras que pueden adoptar cualquier geometría y optimizar su rendimiento”. “Generalmente”, continúa, “los arquitectos utilizan el 3D para imprimir sus maquetas”. Con la propuesta de AirLab, “el cambio es radical, ya que diseñamos los elementos estructurales, las fachadas, los revestimientos y hasta la decoración”. Pabellones, puentes, edificios con alturas o incluso estadios, dice. Todo “fácil de levantar y desmontar, barato, con mayor libertad formal y una considerable reducción de peso”.

Estructura de bambú desarrollada por AirLab.
Estructura de bambú desarrollada por AirLab.

Para sus proyectos, utilizan también materiales como el bambú o el PLA, plástico reciclado de origen vegetal que se degrada antes. Ahora trabajan en un proyecto con “botellas de plástico recogidas del mar”, que funden en pequeñas porciones aglomeradas (pellets) para utilizar en la impresión de los nodos para las estructuras.

La técnica desarrollada por el equipo de Bañón ya ha salido del ámbito académico. Una empresa logística alemana con sede en Singapur les entrega todos sus residuos de plástico y cartón “para diseñar su mobiliario, su material de oficina y hasta la espuma de sus embalajes”, relata el arquitecto. Y actualmente participan en un proyecto de granjas flotantes para el estado asiático. “Singapur importa todos los alimentos y hasta el agua que consumen sus ciudadanos”, explica Bañón. “Para 2030, el gobierno se ha propuesto que el 30% de este consumo salga de Singapur, por lo que hemos presentado estas granjas, que funcionarían como invernaderos flotantes, creadas a partir de módulos impresos en 3D”.

La flexibilidad y resistencia del bambú les permite desarrollar construcciones consistentes en apenas días. Ya lo han probado con una carpa de 22 metros cuadrados y tres de alto confeccionada en bambú ensamblado con piezas de PLA. Por el interior del tronco instalan un sistema de cableado de acero que les permite regular cargas y tensiones. “Los nodos se generan en minutos y la impresión dura un par de días”. “Por menos de mil euros, tendríamos cualquier módulo disponible en una semana”, asegura. “Aún no lo hemos abordado, pero sería una aplicación muy válida para instalar hospitales de campaña en países con pocos recursos, como Indonesia o Vietnam”.


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