El prodigio de Jorge Pardo y el disfrutable homenaje a Frank Zappa

Para hacer un buen homenaje no es necesario que uno ame la música del homenajeado —aunque esto siempre ayuda— pero sí es más que recomendable que la comprenda. Por esto, probablemente, no es nada fácil rendir tributo a un músico como Frank Zappa, ya que su poliédrica personalidad es bastante más inabarcable que la de otros creadores. Afortunadamente, el saxofonista Perico Sambeat ama y comprende a Zappa a partes iguales o, al menos, así lo sugiere su formidable homenaje, que presentó en la cuarta jornada del Jazzaldia Donostiarra con el mismo grupo con el que publicó su recomendable álbum Plays Zappa en 2016.

Lo mejor que podemos decir de su concierto en el Jazzaldia es que no hay duda de que el propio Zappa lo hubiese disfrutado tanto como el público donostiarra

Zappa era, a su manera, el Thelonious Monk del rock, por eso no basta con reinterpretarlo: hay que imbuirse de su espíritu sin caer en la reproducción, pero tampoco alejarse demasiado de ese espíritu, para no desvirtuar el resultado. Sambeat, que “escuchaba a Zappa antes de escuchar jazz”, según contó durante su concierto en la Plaza de La Trinidad, juega con la música del maestro con respeto, pero también con una fuerte identidad propia, apoyado por solistas como el guitarrista Iván Cebrián, el teclista Santi Navalón, el trombonista Toni Belenguer o el saxo tenor Javier Vercher, que sigue siendo uno de los grandes saxofonistas de nuestro país, al igual que el maestro Sambeat. Lo mejor que podemos decir de su concierto en el Jazzaldia es que no hay duda de que el propio Zappa lo hubiese disfrutado tanto como el público donostiarra.

Y hablando de grandes saxofonistas españoles, volvió también Jorge Pardo a La Trinidad, mano a mano con sus viejos compinches Carles Benavent y Tino Di Geraldo. Si en 2013 la Academia de Jazz de Francia premió a Pardo como “mejor músico de jazz europeo”, con muy buen criterio, porque sin duda es uno de los grandes solistas que hay en el viejo continente, hoy podríamos también afirmar que, veinte años después de la publicación de su inolvidable Concierto de Sevilla, el trío de Pardo, Benavent y Di Geraldo representan la síntesis definitiva de eso que tiende a llamarse jazz-flamenco, o viceversa.

En su concierto en el trío mostró una gran inspiración, improvisaron a tres bandas de forma incansable, con química, tensión y pasión

En realidad, lo que hace el trío no es una cosa, ni la otra, sino las dos al tiempo. En esta fusión muchos han pecado de afrontar la operación echándole flamenco al jazz, o echándole jazz al flamenco, dependiendo de dónde naciese el cauce, cuando la clave quizá sea esta: integrar la herencia de ambos lenguajes como uno solo, de forma natural.

En su concierto en Donostia el trío mostró una gran inspiración, improvisaron a tres bandas de forma incansable, con química, tensión y pasión. La segunda parte del concierto, con Pardo al saxo tenor, fue un auténtico prodigio. El saxofonista lo tiene todo: lenguaje, sonido, expresividad y personalidad, y la majestuosa construcción rítmica que van tejiendo Benavent y Di Geraldo da todo el sentido al conjunto. Las grandes bandas son aquellas en las que cada miembro es insustituible, como en esta. El trío de Pardo, Benavent y Di Geraldo no solo es bueno: es único.