Curtis Waters, el artista que triunfó gracias al algoritmo
El músico y productor de origen nepalí, que aprendió a componer con tutoriales de YouTube, ha alcanzado el éxito a través de la aplicación TikTok
La historia de Curtis Waters se basa en una creencia: “Todo lo que de verdad necesitas es tener acceso a Internet”. Luego, viene el resto. Para este músico de 20 años, el talento sigue siendo fundamental, pero no es suficiente. En el capitalismo del siglo XXI, la canción se ha convertido en un producto y para saber venderlo hay que pensar con la mentalidad de un empresario. Waters lo es: aprendió a componer a través de tutoriales en YouTube a los 14 años, estudió el algoritmo de la aplicación TikTok y logró el éxito con Stunnin', un tema que llegó a aparecer en la playlist más relevante de Spotify, Today’s Top List, más rápidamente que ningún otro. Cuando las grandes discográficas se enteraron de este fenómeno, empezaron a llamarle para proponerle contratos que el músico rechazó hasta que uno, de BMG, se adaptó a sus condiciones.
Curtis Waters en realidad se llama Abhinav Bastakoti. Nació en Nepal y emprendió un largo viaje que ha encontrado su etapa más duradera en Carolina del Norte (EE UU), donde sus padres se han establecido. Su seudónimo se inspira en Ian Curtis, líder de Joy Division, y en Frank Ocean, dos artistas que aprecia mucho. El acercamiento a la música ocurrió por una broma: su pareja de entonces le dejó y él decidió vengarse demostrándole que iba a ser una estrella. Hasta ese momento, “no sabía nada de música, nunca toqué ningún instrumento, pero me levanté y pensé: ‘¿Sabes qué? Voy a ser un músico famoso’”, cuenta por zoom.
Los padres de Waters se habían mudado varias veces, pasando por Alemania y Canadá. En Estados Unidos querían vivir el sueño americano y, sobre todo, permitir que su hijo tuviera acceso a la educación. No se imaginaban que él dejaría la carrera y su trabajo en una tienda de batidos para vivir con sus composiciones. Al final, Waters acabó viviendo el mito del hombre hecho a sí mismo y construyendo su éxito.
Sin embargo, el cambio no se produjo hasta que no estudió el funcionamiento de TikTok. El nepalí investigó sobre las canciones que habían alcanzado un gran número de visualizaciones, como U Was at the Club, de BoyBoy West Coast, o Old Town Road, de Lil Nas X. Así entendió que TikTok era la mejor red social para compartir su música: “El algoritmo funciona de manera diferente. Incluso si no sigues a las personas ves sus contenidos. Si yo tengo 12 seguidores puedo alcanzar miles de visitas igualmente con mis vídeos porque he puesto los hashtags apropiados. Y además, la gente en TikTok puede usar las canciones para hacer su vídeo. Por eso pensé que era el mejor sitio”, dice.
La gente ya no tiene discos físicos, entonces ¿por qué las discográficas tienen un porcentaje tan alto por la distribución?
Stunnin’ suma ahora más de cinco millones de visualizaciones en YouTube y representa un punto de partida para seguir experimentando. A Waters se le abrieron rápidamente las puertas de grandes discográficas, que tenían el objetivo de ficharle. Pero ningún contrato le satisfacía: “Juegan con tu inseguridad”, zanja. El nepalí había conseguido la fama solo y no tenía ninguna intención de dejar en manos de la industria musical su arte.
El productor Chris Anokute, que en el pasado trabajó con Katy Perry, entre otros artistas, escuchó a Waters y quedó fascinado por su estilo. Es fundador de Young Forever Inc., una compañía independiente cuyo propósito es proteger a los artistas y encontrar el mejor acuerdo posible. “Cuando lo escuché, le escribí. Me sentía impresionado por su estilo y por sus letras, tenía que trabajar con él”, afirma Anokute.
Anokute se convirtió en su agente y le ayudó a orientarse en el caos de las discográficas: “Los acuerdos de los grandes sellos tiene que cambiar. Son demasiados largos, incluyen demasiados productos y las discográficas suman ganancias por un tiempo muy largo. Cada artista debería ser dueño de su obra, con no menos de un 50% de las ganancias generales”, sostiene. Waters y Anokute alcanzaron un acuerdo con BMG que entrega al artista el control sobre su música y el 60% de las ganancias, mucho más que con cualquiera de los sellos principales.
Waters critica las ofertas que le llegaron antes de la de BMG por no estar a la altura del mundo musical de hoy y subraya que muchas suelen retener entre un 15 y un 22% de ganancias total del artista para cubrir gastos de distribución. “La gente ya no tiene discos físicos, entonces, ¿por qué las discográficas tienen un porcentaje tan alto por la distribución?”, se pregunta el artista. Para él y su agente, en un mercado mayoritariamente digital, la también conocida como distribution fee, simplemente no tiene sentido. Tampoco el acceso a las radios, ya que el consumo de música se ha trasladado a los servicios en streaming.
El artista ya ha terminado el que será su primer disco, Pity Party, que refleja su doble identidad: por un lado unos sonidos felices, de “fiesta”, y por el otro unas letras que hablan de su vida como “inmigrante en un país de blancos” y de su estado mental. Hace poco le diagnosticaron trastorno bipolar. Su último tema, System, es una crítica al sistema, desde lo musical hasta lo político, compuesto pensando en la muerte de George Floyd y en las noticias sobre racismo de los telediarios.
De momento, Waters ha cumplido un sueño, pero admite tener otros. En futuro le gustaría actuar, ser la voz de un personaje en la animación, producir videojuegos y trasladarse al Tíbet. Anokute ya tiene claro su futuro: “Curtis será uno de los mejores del planeta. Como artista de origen nepalí, será la cara y la voz de una generación que es diferente y fresca. Es increíblemente talentoso como productor y compositor, por lo que escribirá grandes canciones a través del ADN de la cultura popular y tendrá éxitos comerciales. Pero, y es lo más importante, tendrá un impacto más allá de la música y del arte”.
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