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Crítica | La casa lobo
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La secta que no era un cuento

Esta película sobre la Colonia Dignidad opta por la animación experimental, por el relato adulto convertido en aparente fábula para niños, de extenuante trabajo de ‘stop-motion’

Javier Ocaña
Imagen de 'La casa lobo'.
Imagen de 'La casa lobo'.

Colonia Dignidad, el asentamiento sectario fundado en Chile a principios de los años sesenta por inmigrantes alemanes, con fachada legal de centro social y religioso de impecable prestigio de puertas para fuera, pero lugar para la fabricación de armas, incluidas las bacteriológicas, y para la ejecución de las más diversas atrocidades físicas y morales, entre ellas la pedofilia, de puertas adentro, y además reconvertido en centro de detención y tortura durante la dictadura de Pinochet, ha dado pie en los últimos años a dos películas radicalmente opuestas. Y las que queden, porque su tragedia resulta inabarcable.

Colonia (2015), del alemán Florian Gallenberger, protagonizada por Daniel Brühl, era un thriller de intriga romántica con toques de melodrama de escapada, que se perdía en los métodos y el ejercicio de una huida, sin ser capaz de entrar en el meollo político y social del sobrecogedor asunto. En cambio, los chilenos Joaquín Cociña y Cristóbal León han optado por irse a las antípodas en su formato y en sus modos narrativos: La casa lobo, presentada con muy buena acogida en la sección Panorama del Festival de Berlín, opta por la animación experimental, por el relato adulto convertido en aparente fábula para niños, de perturbadoras formas y extenuante trabajo con el stop-motion, la animación fotograma a fotograma.

Un falso anuncio publicitario sobre la colonia, interpretado por personas reales, el único momento ajeno al formato animado de la película, ejerce de demoledor prólogo para una historia que a partir de ahí se apunta a lo conceptual en su narrativa y a la crueldad de los cuentos infantiles clásicos en sus personajes, textos en off y diálogos. Sin necesidad de explicitar las torturas, La casa lobo, con, entre otros, una caperucita y tres cerditos, deja que se vislumbren las pesadillas de una chica escapada del infierno que se refugia en el hogar del título, conformando así una estimulante (y difícil) propuesta artística y de denuncia social de especialísimo aparataje: diferentes texturas a base de carboncillo, acuarelas y pinturas; modelaje, e incesantes experimentaciones sonoras y musicales.

La casa lobo

Dirección: Joaquín Cociña, Cristóbal León.

Plataforma: Filmin.

Género: drama de animación experimental. Chile, 2018.

Duración: 75 minutos.

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Sobre la firma

Javier Ocaña
Crítico de cine de EL PAÍS desde 2003. Profesor de cine para la Junta de Colegios Mayores de Madrid. Colaborador de 'Hoy por hoy', en la SER y de 'Historia de nuestro cine', en La2 de TVE. Autor de 'De Blancanieves a Kurosawa: La aventura de ver cine con los hijos'. Una vida disfrutando de las películas; media vida intentando desentrañar su arte.

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