Tino Casal, un faro de pop moderno
Una ambiciosa caja recopila la obra de uno los músicos más importantes de la Movida
Fue un artista iconoclasta y, sin embargo, la memoria colectiva no ha sido justa con su obra. Tino Casal no suele aparecer entre los nombres más rimbombantes de la Movida, pero su figura tuvo tanto de transgresora como la que más dentro del nuevo movimiento musical tras la dictadura franquista. “Cuando Tino falleció, se apagó un faro”, asegura el teclista Javier Losada, mano derecha del músico asturiano, fallecido en 1991 tras un accidente de coche en Madrid. Tenía solo 41 años.
Ahora, la discográfica Lemuria intenta paliar este vacío artístico, que, en palabras de su teclista, servirá para demostrar cómo la música española “quedó huérfana del avance tecnológico que supuso la obra de Tino Casal”. Como ya hizo con la obra de Los Auténticos, Bernardo Bonezzi o Carlos Berlanga, Lemuria, un sello especializado en recuperar nombres importantes del pop español, ha sacado un artefacto de auténtico lujo. Integral recopila la obra completa de Tino Casal en una caja para coleccionistas de edición muy limitada de 300 ejemplares. En ella, el oyente se puede encontrar con toda su discografía oficial a lo largo de seis vinilos, cada uno de un color, y siete cedés, añadiendo un disco con canciones en directo en RNE. También se incluye un DVD con más de 40 actuaciones, videoclips y entrevistas. “Este trabajo es el primero que se hace de una manera absolutamente digna. A Tino le encantaría. Odiaba el cutrerío. Por eso, esta caja le fascinaría”, afirma Losada.
Además de los cinco discos que grabó de estudio, se añade Quimera, un álbum que recoge por primera vez desde su la desaparición de Tino (con portada de él mismo), temas realmente inéditos como Lágrimas o Volarás, volaré. Además de otras rarezas y grabaciones que no habían sido publicadas hasta el momento como las segundas partes de Hielo rojo o La piel del diablo o single de Embrujada en inglés.
Integral incluye también un libro fotográfico de 168 páginas a todo color con cientos de imágenes inéditas, letras, discografía, amplia información y textos de Manolo Aguilar, Antonio Alvarado, Claudio Menéndez y Toni Fernández (Los Archiduques), Miguel Bosé, Manolo Cáceres, Nacho Cano, Miguel Ángel Arenas Capi, Domingo J. Casas,, Luis Cobos, Javier Furia, Pablo Lacárcel, Javier Losada, Martirio, Fabio McNamara, Jesús Ordovás, Pablo Pérez-Minguez, José Antonio Martín Petón, Julián Ruiz, Juan Sánchez, Marta Sánchez y Ana Torroja.
José Celestino Casal Álvarez, alias Tino Casal, comenzó su trayectoria musical en Asturias en 1963 con el grupo Los Zafiros. Entonces, era menor de edad. En 1966 se unió a Los Archiduques, otro grupo de su tierra que dejaría poco después para irse a Londres. Allí se empapó del glam y afianzó su devoción por David Bowie. A su vuelta en 1977, comenzaría la carrera en solitario. Losada fue, en 1980, cuando le conoció. El músico asturiano iba buscando un teclista e hizo un casting. Fue contratado por “tío muy estrafalario y que iba vestido muy extraño”. Era Tino Casal, que se atrevió a ir más allá de la Movida; incluyendo corrientes de todo tipo como el techno, la new wave, el glam y el rock. Siempre de forma excitante y renegando de las etiquetas como recuerda su mano derecha: “Era una persona que le gustaba muchísimo la tecnología. Quería lo último a nivel sonoro. Ecualizadores, secuenciadores, baterías rítmicas…”.
Una búsqueda que quedó plasmada en discos como Neocasal, Etiqueta negra, Hielo rojo y Lágrimas de cocodrilo. En ellos, con la ayuda en la producción del periodista musical Julián Ruiz, se aprecia a “el recreo sonoro” al que se caracterizó su autor acompañado de los teclados de Losada. “Le encantaba Peter Gabriel. Y como él buscaba mucho las texturas. Era la amplitud del sonido dentro del espectro lo que le preocupaba”, explica el teclista. “Podíamos estar dos horas para sacar la caja completa de la afinación de un tema”.
Con Integral se demuestra que Tino Casal fue uno de nuestros artistas más emblemáticos del pop, “camaleónico” como su gran ídolo David Bowie y que “significó la luz porque se resistía a sonar clásico”. “Mucha gente joven que está descubriendo a Tino hoy”, dice Losada. “Es bueno. La música española había olvidado a Tino. Me entristece porque sin él el sonido ahora es más retrogrado. Ha sido una debacle. Tino tiene bastante que decir. La gente recurrirá a él. De no haber muerto tan joven y seguir con nosotros habría dos escenarios posibles: en uno de ellos se hubiera retirado porque, si la música hubiese seguido el patrón actual, se hubiese ido. No hubiese hecho concesiones a su creatividad. Estaría pintando o haciendo escultura. El otro escenario sería que fuera una especie de patriarca de la música moderna de este país. Hubiese significado la innovación”.
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