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Nazis, detectives y salchichas grasientas: lecturas para superar la muerte de Philip Kerr

Los policías Gereon Rath y Richard Oppenheimer toman el testigo del famoso detective alemán tras la muerte de su creador

Silvia Ayuso
Bombardeo en Berlín en marzo de 1945.

¿De qué hablarían Bernie Gunther, Gereon Rath y Richard Oppenheimer? ¿De uno de sus casos criminales en el Berlín canalla de finales de los años 20? ¿O de sus jefes en el Alex, la mítica comisaría de la convulsa y fascinante capital en la Alemania de la República de Weimar? Quizás comentarían la situación política en ese Berlín cada vez más tenso donde no dejan de aumentar los seguidores de esos nazis que ellos aún no se toman demasiado en serio, pero que acabarán marcando sus carreras y sus vidas, fuente de sendas novelas policiacas que permiten sumergirse en una época siniestra, fascinante y, a veces, con estremecedores paralelismos con la actualidad.

En cualquier caso, coincidirían, casi seguro, en uno de esos bares próximos a la comisaría en la que todos gustaban, al acabar el turno, de tomarse una cerveza y un Schnapps acompañado, a veces, de una grasienta salchicha.

Esta escena imaginada la hace posible Philip Kerr —que falleció el 23 de marzo del pasado año a los 62 años— con su regalo póstumo: una (al menos por ahora) última novela de Bernie Gunther, el detective cínico, descreído pero íntegro que con sus andanzas durante y después de la II Guerra Mundial ha cautivado a millones de lectores en todo el mundo. Porque Metrópolis no es una novela más de Bernie. Es el origen de todo, una precuela que nos sitúa al protagonista de las 14 trepidantes novelas de Kerr al principio, en el Berlín de 1928, cuando Bernie Gunther todavía es un joven detective que acaba de ingresar en a la brigada de homicidios de la sede de la comisaría reputada en toda Europa por sus modernas técnicas criminalísticas y situada en la céntrica plaza del Alexanderplatz, Alex para los berlineses.

Un comienzo que da la excusa perfecta para releer de nuevo todas las novelas de Kerr. Pero también para indagar en otros autores que han colocado a sus personajes en el mismo lugar y momento de la historia y con los que, a través de su mirada, describen una época que hasta hoy muchos no han conseguido descifrar del todo.

Mientras que con Bernie Gunther el lector salta rápidamente a la era nazi y la Segunda Guerra Mundial, con Gereon Rath, el protagonista de la serie policiaca del alemán Volker Kutscher que también ha inspirado la serie Babylon Berlin, uno permanece atrapado en esos últimos estertores de los “felices años 20” y el principio de la siniestra década de los 30. A través de las por ahora siete novelas en el alemán original —en español han sido traducidas cuatro, por Ediciones B— Kutscher describe una Alemania que no sabe o no quiere ver la amenaza nazi.

Gereon Rath es, como el Berlín de su época, un policía encantador pero un tanto corrupto, lo suficiente como para que Kutscher, historiador especializado en el Berlín de los años 20 y 30 en los que despliega a sus personajes de ficción, cuente con una excusa para describir con gran detalle la vida canalla de la época y, sobre todo, los Ringvereine, las bandas mafiosas que regían el submundo —y también buena parte de la superficie— del Berlín de la República de Weimar.

Al contrario que Bernie Gunther, Rath no es un berlinés de cuna. Nació en Colonia y su padre, antiguo comisario de policía, es amigo íntimo del alcalde de la ciudad, Konrad Adenauer, que acabará siendo el primer canciller de la República Federal de Alemania (1949-63). Adenauer no es el único personaje real que aparece en las páginas de Kutscher. También lo son los jefes de Rath —y de Bernie y de Oppenheimer— Bernhard Weiss, el primer judío que logró dirigir la policía de la capital alemana y que modernizó sus prácticas, y Ernst Gennat, El Buda, uno de los criminólogos más famosos de Alemania. Ambos también tienen un papel destacado en Metrópolis y son referencia en las novelas del comisario Oppenheimer.

Las novelas de Kutscher cuentan con un extra nada desdeñable: Charlotte Charly Ritter, la novia de Gereon, que trabaja como estenotipista en el Alex pero que es mejor detective que muchos de sus colegas masculinos. A través de este personaje, Kutscher revaloriza el personaje femenino a menudo olvidado o demasiado estereotipado en la novela negra de esta época (y otras), incluso por el querido Philip Kerr. Charly, que sí es berlinesa hasta el tuétano, no es una mujer florero, ni una víctima o clienta del detective. Es un personaje clave que le sirve a Kutscher para relatar el progresivo relegamiento de la mujer, tan libre en los años 20, a las tres Ks promovidas por el Tercer Reich: Kinder, Küche, Kirche (niños, cocina e iglesia).

Los nazis también acabaron con la carrera de Richard Oppenheimer. El protagonista de las novelas del también alemán Harald Gilbers se nos presenta por primera vez (Germania) en el verano de 1944, en ese Berlín donde ya todos intuyen la derrota nazi pero donde estos siguen ejerciendo un poder tiránico y aterrorizando a la población. Oppenheimer es el personaje más curioso porque es el quizás más sorprendente y a ratos inverosímil: un antiguo comisario judío que empezó a trabajar en ese mismo Alex por donde también pasaron Bernie Gunther y Gereon Rath pero del que fue expulsado, como todos los judíos, incluido el director Weiss, cuando los nazis llegaron al poder. Sobrevive a duras penas, salvado por los pelos —aunque bajo la constante amenaza de la deportación— por estar casado con una mujer aria. Para su sorpresa, es reclutado, en secreto y por la fuerza, por los mismos nazis que odia y que querrían acabar con él para investigar el caso de un posible asesino en serie, un hecho que no casa con la perfecta imagen de la Alemania feliz y sin crímenes que quieren presentar los nazis.

Con Oppenheimer vivimos los estertores del Tercer Reich y la caída de Berlín —en Endzeit, la cuarta novela de la saga publicada hasta ahora, en alemán por la editorial Knaur, aunque en abril saldrá la quinta, Hungerwinter— a través de alguien que es a la vez víctima de los nazis, como judío, pero también enemigo de las fuerzas liberadoras que sospechan de él porque lo ven como un alemán que ha sobrevivido a la guerra, un problema con el que también lidia Bernie Gunther en buena parte de sus novelas.

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Sobre la firma

Silvia Ayuso
Corresponsal en Bruselas, después de contar Francia durante un lustro desde París. Se incorporó al equipo de EL PAÍS en Washington en 2014. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, comenzó su carrera en la agencia Efe y continuó en la alemana Dpa, para la que fue corresponsal en Santiago de Chile, La Habana y Washington.

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