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Ernesto Caballero se despide del CDN con ‘Madre Coraje’

Blanca Portillo interpreta otro personaje cumbre de la historia del teatro

Raquel Vidales
Blanca Portillo en 'Madre Coraje y sus hijos'.
Blanca Portillo en 'Madre Coraje y sus hijos'.MARCOS G. PUNTO

Ernesto Caballero siempre ha confesado tener debilidad por Bertolt Brecht. Por eso no sorprende que haya elegido una de sus obras más famosas, Madre Coraje y sus hijos, para despedirse como director del Centro Dramático Nacional (CDN) después de ocho años en el cargo. “Un texto poderoso, de esos que todos queremos hacer al menos una vez en la vida”, confiesa Caballero, como lo hicieron en el pasado en esta institución sus antecesores Gerardo Vera (2010) y Lluís Pasqual (1986) o, décadas antes, José Tamayo (1966).

Muy codiciado también es su personaje central, la madre coraje, que requiere una actriz de envergadura. En esta ocasión es Blanca Portillo, que engrosa su leyenda con otro papel cumbre del teatro (ha interpretado incluso a Hamlet y Segismundo) y se suma a una ilustre nómina que va desde Glenda Jackson, Judi Dench, Liv Ullmann y Meryl Streep hasta las españolas María Casares, Amelia de la Torre, Rosa María Sardá, Vicky Peña y Mercè Arànega.

"El sector teatral está desanimado"

Ernesto Caballero será relevado en enero como director del Centro Dramático Nacional por Alfredo Sanzol, designado por concurso público, el mecanismo que se autoimpuso el Ministerio de Cultura hace una década para desvincular los nombramientos artísticos de los vaivenes políticos.

Se augura una transición ordenada, sin sobresaltos y modélica si se la compara con las que se están viviendo ahora otras instituciones madrileñas como los Teatros del Canal, el Español o las Naves Matadero, donde sus responsables han cambiado al renovarse los cargos políticos, dejando a medias proyectos que requieren una continuidad para dar frutos. “Estamos retrocediendo. Cuando yo fui nombrado parecía que por fin en este país los políticos habían asumido que no podían intervenir a su antojo en la gestión artística, que los nombramientos no deben ser personalistas ni hacerse por afinidades ideológicas o de otro tipo, sino valorando sus proyectos y desvinculándolos. Pero parece que ahora todo eso se ha olvidado”, advierte Caballero. “Yo fui nombrado por un concurso y gracias a eso mi proyecto ha podido salir adelante con Gobiernos de distinto signo. Y gracias a que me han dado tiempo, ocho años, he podido llevar a buen término mis compromisos iniciales”, recuerda.

El sector teatral, asegura Caballero, está desanimado. “Seguimos dependiendo de los caprichos del poder y eso no solo nos desorienta, sino que también puede tener derivas peligrosas como que se resienta la libertad de expresión”, lamenta el director.

Cada cual, eso sí, lo ha hecho a su manera. Hay muchas madres corajey esta que han construido Caballero y Portillo, que se estrena este viernes en el teatro María Guerrero de Madrid (hasta el 17 de noviembre), tiene poco que ver con el tópico de una leona que defiende a sus hijos por encima de todo. Al revés, ella hace negocio con la guerra que acaba matándolos. “Es un personaje tan contradictorio, que acaba sacudiéndonos a todos: ¿quién no colabora diariamente con este sistema que propicia guerras e injusticias”, pregunta Caballero. Es lo que el director denomina “poética de la contradicción”.

A Caballero se le veía contento después del ensayo del domingo pasado. Más allá de la pena por dejar la que ha sido su casa durante ocho años, asegura que se va satisfecho porque ha cumplido los dos objetivos fundamentales que se marcó cuando fue designado: la revisión del gran repertorio contemporáneo (Brecht, Chéjov, Ionesco, Valle, Buero...) y el impulso a la nueva dramaturgia española. “No hace tanto se decía en este país que no había autores nuevos. Hemos demostrado que si se hace una apuesta a largo plazo, sin pedir éxitos inmediatos, al final sale una cosecha como la que tenemos ahora”, resume.

Otros logros: una paridad real y un importante avance en inclusión y accesibilidad. “Todo el trabajo que hemos desarrollado en estos años en estos ámbitos ha cristalizado en esta última temporada que dejo programada. Por ejemplo, no solo hemos llegado a la paridad, es que el 51% de los creadores (autores o directores) son mujeres”, subraya.

En el reparto de Madre Coraje se refleja también el buen resultado de su programa de inclusión. El personaje de Kattrin, la hija muda, está interpretado por una actriz sorda, Ángela Ibáñez, que actuó en una de las producciones que el CDN impulsa en su festival Una mirada diferente, que pretende normalizar en los escenarios la presencia de artistas con discapacidades. Ibáñez participó en 2016 en ese certamen con la obra Cáscaras vacías, en la que también intervino Jesús Vidal, ganador de un Goya.

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Sobre la firma

Raquel Vidales
Jefa de sección de Cultura de EL PAÍS. Redactora especializada en artes escénicas y crítica de teatro, empezó a trabajar en este periódico en 2007 y pasó por varias secciones del diario hasta incorporarse al área de Cultura. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid.

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