_
_
_
_
Horario flexible
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

‘New normal’ en los museos

Se podría decir que se ha clausurado el concepto de exposición permanente y que las muestras son hoy, por definición, temporales

Estrella de Diego
Una sala del Rijksmuseum en Ámsterdam, Holanda.
Una sala del Rijksmuseum en Ámsterdam, Holanda.IWAN BAAN (CORTESÍA DEL RIJKSMUSEUM)

El otro día, irritado por mis protestas durante la visita al actual montaje de las colecciones del museo Stedelijk, un amigo me dijo que parecía la Marie Kondo de la historia del arte: qué manía con esperar unas salas limpias y unas piezas armónicas. Eso era normal antes. Ahora reinaba lo new normal, cierta nueva normalidad que hacía normal lo inverosímil. Así se exponía ahora, mezclando grandes maestros con diseño seriado, desparramando heterotopías, olvidando los antiguos criterios de calidad. Además, ¿no era eso lo que yo llevaba años pregonando desde la teoría de género? ¿Terminar con las exclusiones y promover la diversidad, las nuevas normalidades? Los almacenes debían ser visitables y las traseras de los cuadros visibles también. Era urgente desvelarlo todo.

Sí, pero no estábamos en un almacén, aunque lo pareciera. Era la sala de un museo, argumentaba yo terca pero preocupada, tratando de dilucidar si esa diversidad en efecto defendida por mí desde hacía treinta años tenía como resultado final aquel experimento nada convincente. Me sentía antigua y reaccionaria. Resonaba en mi mente la frase de Ortega: no era esto, no era esto.

Más información
Gauguin en Charing Cross
El arquitecto como biógrafo de la modernidad reciente

No es que yo fuera Marie Kondo –refutaba a mi amigo. Las salas desvelaban más bien el paso de la propia Kondo: había sacado cada objeto dispuesta a ponerse a tirar como si no hubiera un mañana. No me parecía justo que los maravillosos cuadros de Mondrian o hasta los exquisitos muebles construidos por los miembros de De Stijlse agolparan. Había demasiadas cosas y algunas necesitaban pasar por el taller de restauración. Aquello había envejecido de manera desigual. Tenía el aire de una mala instalación de Kader Attia, que siempre hila fino por otro lado.

Y como en un cuento de Borges, mi propia comparación con Kader Attia me llevaba de pronto más allá del almacén y el supuesto fracaso de mis ideas en torno a lo frágil del criterio de calidad. La exposición entera, en su aparente aturdimiento y exceso, dibujaba un medido relato sin relato, cauteloso incluso. En efecto era una instalación que, como algunas de Attia, se travestía de almacén coleccionista para revisar lo impuesto. Pero la cuestión seguía abierta: cuando la exposición permanente de un museo aborda el anticanon, lo convierte de inmediato a su vez en canon o, como se diría ahora, en new normal. Se podría decir que se ha clausurado el concepto de exposición permanente y que las muestras son hoy, por definición, temporales, instalaciones de los directores o jefes de colección que usurpan el papel al comisario-artista, tan popular desde hace años. Y aquí les dejo la pregunta: ¿son estas nuevas fórmulas otra manera de establecer el canon? ¿No es todo lo que se muestra en el museo canon por estar en el museo, incluso en este momento? Hace poco el ICOM no se ponía de acuerdo a la hora de definir el museo. Normal.

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
Recíbelo

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_