El sonido del agua como único narrador: la película que reinventa los documentales de naturaleza
'Aquarela', hecha de impresionantes imágenes acuáticas, se proyecta en el encuentro de creadores 3XDOC del Matadero de Madrid
Ni voz en off, ni bustos parlantes lanzando datos sin parar; Aquarela no es un documental de naturaleza al uso. El agua en todas sus formas es protagonista y el ser humano solo una presencia secundaria, con el cambio climático como telón de fondo en esta película del ruso Viktor Kossakovsky.
Impresionantes planos a 96 frames por segundo, que logran un efecto a cámara lenta y altísima definición de imagen comparados con los habituales 24 frames por segundo del cine convencional, sirven de hilo narrativo para un relato en el que prácticamente solo habla el elemento líquido.
"El agua es un personaje de lo más complejo, merecedor de una película propia. Tiene una enorme belleza, pero al mismo tiempo es una presencia peligrosa; inspira paz, pero puede llegar a ser mortal", dice a EL PAíS el productor de la cinta, Heino Deckert.
El alemán ofrece el jueves 18 de septiembre una masterclass sobre producción en el Goethe Institut de Madrid, durante el encuentro de creadores 3XDOC que organiza la Asociación de cine documental DOCMA. Aquarela se proyecta este miércoles en la Cineteca del Matadero de Madrid.
Mirada al futuro
Apenas hay salas de cine que puedan proyectar la película en las condiciones en las que se ha rodado, pero este es un proyecto que mira al futuro y será la primera que lo haga en este formato para el público general.
Para intentar acompañar a las escenas marinas rodadas desde Rusia a Venezuela, los responsables de la película rebuscaron entre composiciones de música clásica. Terminaron dándose cuenta de que el heavy era el sonido que mejor complementaba la fiereza de las imágenes que habían recopilado.
Además de ser una muestra de la grandiosidad del agua, el documental también es un ejemplo de la grandiosidad de cine. "Viktor lleva en su ADN el forzar los límites narrativos. Y la tecnología esta vez nos ha permitido experimentar como nunca", cuenta Deckert. El resultado es todo un espectáculo inmersivo.
El productor es consciente de que hubiese sido muy complicado rodar Aquarela hace una década. Y no solo por la tecnología necesaria: "Ha habido un enorme cambio en el proceso de trabajo, en tan solo cinco años. Antes dependíamos casi siempre de las televisiones públicas, lo que influía en la temática y en los presupuestos de las historias que queríamos contar. Ahora, con la llegada de las plataformas de streaming, las posibilidades se han multiplicado".
Durante el rodaje, el equipo de la película ha enfrentado situaciones peligrosas. La primera escena ocurre en el lago Baikal de Siberia, con un coche hundido por el deshielo. "La intención era rodar planos muy estéticos, pero el hielo se había derretido semanas antes de lo previsto, lo que sirvió para añadir un elemento que queríamos haber contado en otro momento de la película: el papel destructivo del hombre". Sus cámaras también se colocan en el centro del huracán Irma de Miami.
Uno de los momentos finales del documental se aleja de los tonos azules para abrazar la explosión de color del arcoíris que provoca el agua al caer a 979 metros de altura por la cascada del Salto Ángel. Al intentar convertir un elemento de la naturaleza en un personaje dramático, teníamos que incluir muchas sensaciones. La esperanza también era una de ellas", comenta Deckert.
Babelia
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