La palabra mutilada
‘La lengua rota’ nos habla de la insumisión, convertida en un instrumento de rebeldía frente al “blanco rostro del poder”
El título del último poemario de Raúl Quinto dialoga con La lengua a pedazos, la obra de Juan Mayorga que escenificaba el duelo verbal entre un sombrío inquisidor y una monja llamada Teresa de Jesús. Como la pieza de Mayorga, La lengua rota nos habla de la insumisión de la palabra, convertida en un instrumento de rebeldía frente al “blanco rostro del poder”.
La parábola que da origen al libro, según la cual Zenón se arrancó la lengua y se la escupió en la cara al tirano de Elea, proporciona los cimientos de una arquitectura levantada sobre la noción de lo indecible. En efecto, Quinto promueve aquí un activismo lírico que pretende restaurar las verdades silenciadas por intereses políticos o económicos. No es casual que muchos de los poemas vayan encabezados por nombres propios —algunos, familiares para el lector español, como el del reportero José Couso; otros, barridos por el tsunami de la actualidad informativa— cuyas semblanzas se despliegan en una nota final titulada ‘Los nombres’: todos ellos tienen en común la condición de mártires laicos que han entregado sus vidas por defender causas civiles o derechos humanos.
No hay duda de que en manos de un poeta menos dotado ese material habría desembocado en el lodazal de lo panfletario. Sin embargo, el logro de Quinto reside en recrear metafóricamente un universo donde tienen cabida la violencia machista, el fraude de la posverdad, el escándalo farmacéutico de la talidomida o la reconstrucción de un episodio olvidado de la Guerra Civil (véase el poderoso díptico ‘Málaga-Almería’).
Esta estrategia antirrealista va colonizando las grietas de los relatos oficiales hasta proponer una concepción mural de la poesía donde el muro es a la vez imagen de la represión (“La pared nos rodea / y nos encierra afuera”) y consigna capaz de inocular el virus de la insurrección: “Las palabras / pintadas sobre el muro. // Una infección”. Como ya había ensayado en Ruido blanco, estamos ante una instalación discursiva que inyecta nueva savia a viejos tópicos y certifica la dimensión interpelativa de la escritura. Quizá la poesía no sirva para derrocar al tirano de turno, pero tomar la palabra (o el altavoz) supone el primer paso para desenmascararlo.
La lengua rota. Raúl Quinto. La Bella Varsovia, 2019. 80 páginas. 10 euros.
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