La realidad a través de las líneas, de las curvas y las abstracciones
La colección Gilman y González-Falla llega a España dentro de una exposición que profundiza en la expresión a través de los componentes formales de la fotografía
Poseen una de las colecciones más importantes de fotografía del mundo. Compuesta por unas 1500 obras, cada pieza adquirida es aquella que ha sido capaz de provocar una fuerte respuesta emocional en sus dueños, Sondra Gilman y Celso González–Falla. Su colección llega por primera vez a España, tras pasar por el Museo del Elíseo de Lausana, dentro de una muestra donde las imágenes dialogan entre sí partiendo de sus componentes formales. La belleza de las líneas. Fotografías de la Colección Gilman y González-Falla reúne, en la Fundación Foto Colectania, 120 fotografías que, a través de la expresividad de sus líneas, de sus curvas y de sus componentes abstractos, interpretan el mundo y su poesía.
“¡Acabo de comprar un Rembrandt de la fotografía!”, replicaba Sondra Gilman a su familia mientras asombrados la observaban como a una demente. La fotografía no había sido aún reconocida como una disciplina artística dentro del mercado, cuando en los setenta, la entonces miembro del consejo junior del MoMA, pagó 750 dólares por tres obras de Eugène Atget. “Fue una epifanía”, recuerda la coleccionista. Tuvo lugar nada más entrar en una sala del museo neoyorquino, donde se exponía la obra del fotógrafo. Al frente del departamento de fotografía del museo se encontraba entonces John Szarkowski, quien dudó en guiar la mirada de la joven por los oníricos y vacíos paisajes urbanos del autor francés, vestigios de un viejo París destinado a desaparecer. El influyente curador había observado en la obra claras manifestaciones para aupar al francés como uno de los padres del modernismo. Será en su obra, y en la de otros de los fotógrafos pioneros del modernismo que posaron su mirada en las formas y en la geometría subyacente del mundo real para liberar a la fotografía de la condición pictorialista, donde Gilman empiece a adiestrar su gusto de coleccionista.
“Nunca compramos una fotografía a no ser que la hayamos visto como poco tres veces, y hayamos esperado a que la imagen resuene en nuestro corazón y en nuestra mente”, señala Celso González-Falla, quien ha practicado la fotografía como aficionado, y desde 1987 lleva adquiriendo obra junto a su esposa, Sondra. “No compramos como inversión. No hemos vendido ni venderemos ninguna fotografía”. La primera imagen que adquirieron juntos fue un retrato del bailarín Bill T. Jones realizado por Mapplethorpe. Después compraron algunas realizadas por los miembros de legendario grupo de San Francisco f 64, entre los que se encontraban Ansel Adams, Edward Weston, Minor White, Imogen Cunningham y Dorothea Lange. Su colección incluye a maestros del siglo XIX —Sir John Herschel (1867) de Margaret Cameron es una de las más antiguas— así como del XX, sin dejar de lado a fotógrafos contemporáneos. Shattered Tension, (2018), de Vic Muñiz, ha sido su última adquisición. Solamente coleccionan fotografía vintage. “Debido al creciente número de nuevos fotógrafos, somos mucho más selectivos y pasamos cada vez más tiempo acudiendo a ferias y galerías. Leemos las revistas especializadas que se publican tanto en Europa como en Estados Unidos, como Aperture y Polka, y a través de Internet nos mantenemos al día de lo que ocurre dentro de la comunidad fotográfica”, afirma González- Falla.
“No compran por el nombre, lo cual me resultó muy sorprendente. Comenzaron la colección en un momento cuando algunos de los que ahora son considerados leyendas de la fotografía no eran conocidos, de forma que ahora cuentan con obras maestras”, destaca Tatyana Franck, directora del Musée de l' Elysee y comisaria de la exposición junto con Pauline Martin. Asimismo, dentro de la colección se encuentran obras pertenecientes a autores cuyos nombres pueden resultar desconocidos para el público. Como la obra del italiano Augusto Cantamessa, de quien la muestra incluye Breve Orizzonte (1955). “Se trata de una fantástica representación de unos árboles de manera muy artística”, apunta la comisaria. “Una obra absolutamente sorprendente en términos de composición, que enfatiza la belleza de las líneas de una forma que realmente sirve para simbolizar la exposición”.
Para Gilman, el poder de la fotografía radica "en la respuesta emocional que esta es capaz de suscitar en quien la observa”. Para González-Falla el poder está en “la forma en que afecta al intelecto, a la hora de observar la composición, y cómo funcionan los colores y el contraste”. Las comisarias pasaron varias semanas estudiando la colección en el domicilio que coleccionistas tienen en Nueva York. “Son unos auténticos apasionados de la fotografía. Viven rodeados de imágenes distribuidas por todas las habitaciones de la casa, a las que se refieren como 'sus niños'”, apunta Franck. “La parte superior esta destinada como archivo. Estudiando detenidamente cada pieza pudimos observar el carácter formalista de la colección. No coleccionan con ninguna dirección en mente. De ahí me vino la idea de las líneas como forma de estructurar la exhibición”.
La historia de la fotografía ha oscilado entre aquellos fotógrafos que persiguen la ilusión mimética de la realidad, y aquellos que la reiventan a través del realce de sus cualidades estéticas. Ambas formas son validas a la hora de explicar el mundo y señalar aspectos sobre nuestra sociedad. “Las líneas representan solo una fracción del espectro formal de una fotografía, en la que también juegan un importante papel el marco, el punto de vista, la luz y la sombra“, escriben las comisarias en la nota de prensa que acompaña a la exhibición. Dividida en tres secciones, la primera engloba aquellas imágenes en las que los autores hacen uso de líneas rectas o paralelas, bien para resaltar algo de la manera más objetiva posible, o para ser críticos. Destaca On The Hoist, Empire State Building (1931), una obra de Lewis Hine, considerado como un fotógrafo social con intención crítica. “Hine enfatiza el uso de las líneas rectas y paralelas para poner en evidencia las condiciones en las que trabajaban los obreros -en este caso sin sujeción alguna en un rascacielos-, al tiempo que refleja la modernidad de la arquitectura mediante las líneas verticales”, apunta Franck, quien destaca también la obra de Berenice Abbot: “Su uso del contraste entre la luz y la sombra es extremadamente fascinante y moderno”.
“Cuando se mira una fotografía normalmente no se va en busca de la composición, como puede ocurrir con otros medios como la pintura o el dibujo. Las líneas quedan desatendidas detrás de la ilusión del mundo representado en las fotos“, explica la comisaria. “La idea de esta exposición es que sus visitantes sean capaces de ver está composición a primera vista”. En la sección dedicada a la abstracción lo real desaparece. Así, nos encontramos a Aaron Siskind, o Ray K Metzker, entre otros que deliberadamente han buscado enmascarar la realidad con el fin de enfatizar la fuerza visual de la imagen. En la tercera sección, las curvas esculpen las distintas anatomías como lo hace el primerísimo plano de la madre de Alexander Rodchenko, o la arquitectura de las plantas retratadas por Karl Blossfeldt, pionero de la microfotografía, empeñado en hacer visible aquello donde el ojo no podía llegar. La comisaria destaca el retrato que Man Ray tomó de la artista suiza Meret Oppenheimer en 1933: “Es un retrato que rezuma misterio, además de recalcar que las mujeres entonces no solo eran musas sino también artistas”.
“Utilizó la fotografía no para expresar lo que conocía y sentía, sino para descubrir lo que podría saber y sentir”, escribía John Szarkowski sobre Atget. Asimismo, la exposición invita al visitante a sentir y a descubrir nuevas maneras de ver imágenes, liberadas de su contexto cultural e histórico.
La belleza de las líneas. Fotografías de la Colección Gilman y González-Falla. Fundación Foto Colectania. Barcelona. Hasta el 29 de septiembre.
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