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Columna
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Un escritor

Si hubiera alguna duda de que pocos programas alcanzan la calidad de 'Imprescindibles', bastaría ver los 58 minutos de 'Mario y los perros'

Ángel S. Harguindey
Una imagen de 'Mario Vargas Llosa, escribir para vivir: Mario y los perros'.
Una imagen de 'Mario Vargas Llosa, escribir para vivir: Mario y los perros'.

Pocas veces un programa de una televisión pública alcanza unas cotas de calidad como la serie Imprescindibles (La 2). Si hubiera alguna duda solo tendría que contemplar los 58 minutos de Mario Vargas Llosa, escribir para vivir: Mario y los perros, que se emitió el pasado domingo y en el que se muestra el recorrido vital de un niño de 11 años que desde Piura (Perú) se instala en París 15 años después, la ciudad en la que se enterará que su primera novela, La ciudad y los perros, ha conseguido el premio Biblioteca Breve y con él, la fama y la admiración. Tenía 26 años de edad.

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Una adolescencia traumática por un padre maltratador y un golpe de Estado desembocan en dos años en el colegio militar Leoncio Prado, el particular infierno de un joven que se refugia en la lectura como tabla de salvación ante tantas vejaciones. Es el escenario de La ciudad y los perros que a su vez es su volcánico desahogo.

Ya en la Universidad tomará conciencia de las desigualdades sociales. Sartre fue una de sus iniciales influencias aunque él asume que su mayor referencia literaria, y en eso coincide con el cabo Gutiérrez de Amanece, que no es poco cuando afirma que "en este pueblo somos muy de Faulkner", fue el autor de Palmeras salvajes. En San Marcos coincide con el profesor Porras Barrenechea que le inculcará el rigor documental como herramienta indispensable para la ficción.

De Lima a Madrid, donde comienza a escribir su novela, y de Madrid a la anhelada París. El periplo vital de aquel púber de Piura está a punto de conmocionar la literatura en castellano del siglo XX.

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