El ‘ostinato rigore’ de Santiago Sierra
El artista reúne sus últimos trabajos en una muestra en Madrid en la que articula sus argumentos políticos y reinterpreta la obra que fue censurada en Arco el año pasado
En otoño de 2016 tuvo lugar la anterior muestra de Santiago Sierra (Madrid, 1966) en la misma galería de esta recién inaugurada exposición. El título de aquella fue, recordemos, 25 veteranos. 2205 crímenes de Estado, siendo el rótulo de la actual Últimos trabajos; un epígrafe sin duda muy correcto y acertado en su prosaica enunciación, pues, en efecto, para la presente ocasión se han reunido ocho diferentes investigaciones (todas las obras de este artista son en puridad procesos de investigación y análisis) realizadas a partir de 2015. De esta selección de trabajos únicamente uno de ellos se ha visto con anterioridad en Madrid, en concreto Presos políticos en la España contemporánea, que se pudo ver en Arco el pasado año. Pero, incluso, ni siquiera esta obra es la misma de entonces, pues lo que ahora contemplamos es la documentación de la injusta y lamentable retirada de las fotografías que componían este trabajo, con el enardecido debate que lógicamente provocó tan, en mi opinión, equivocada decisión. Y cuando hablamos de “documentación” en este caso específico nos estamos refiriendo a una fotografía del affaire, por lo demás bastante triste e inquietante la imagen que concentra la denuncia. Por eso se puede afirmar perfectamente que estas ocho obras (que también, insisto, son investigaciones, pasiones, preocupaciones, análisis, obsesiones, trabajos de campo…) se ven por primera vez con motivo de la presente circunstancia.
En música, un octeto es un conjunto de ocho voces o instrumentos que se unen para interpretar una determinada composición. Sin duda, la unión de las ocho obras que conforman Últimos trabajos, cada una defendiendo su propia singularidad visual y discursiva, forma un raro y muy sugerente octeto que puede ser visualmente leído (y escuchado) como una única y extraordinaria composición integrada por los principales argumentos, o estructuradores de sentido, con los que desde siempre Sierra ha defendido el decir de su producción artística: la economía como una forma de guerra por otros medios, la exclusión social como tenebrosa realidad invisible, los muros y fronteras como instrumentos menos de control que de una biopolítica que establece y marca la relación entre vida y política (o entre existencia individual y procedimientos del poder), y naturalmente, las desigualdades ocasionadas por la concentración de riqueza en muy pocas manos con la consiguiente inestabilidad e inseguridad de la misma experiencia de vida. Todos estos elementos, todas estas pasiones, están perfectamente integrados en Últimos trabajos a la manera, y por seguir con la terminología musical, de un ostinato, es decir: como si una secuencia de notas se repitiera, una o varias, en cada compás que forma parte de la frase musical. De ahí que esta muestra sea la exhibición de una efectiva y concentrada selección de trabajos recientes, por supuesto, pero también una sofisticada y segura instalación, como si se tratara de una única obra donde se diría que todos los elementos en juego conocen tanto la propia partitura como la del resto de los intérpretes, haciendo así posible la configuración de la instalación-octeto en el espacio de exhibición.
La exposición es de un gélido minimalismo visual que niega la profusa acumulación de anteriores exhibiciones del artista
Al entrar en la galería, y a la derecha según se camina, un amenazante mural en papel recibe al espectador. Se trata de Cubo de carroña de 100 cm de lado (2015). El barroquismo icónico de la imagen produce una recepción equivocada, pues esta muestra de Sierra es de un gélido minimalismo (visual, que no conceptual o interpretativo) que niega o altera la profusa acumulación exhibida en anteriores exposiciones. En la primera sala de la planta baja nos encontramos, a derecha e izquierda del espectador y en desafiante presencia entre las obras, dos trabajos en vídeo impresionantes: Los nombres de los caídos en el conflicto sirio entre el 15 de marzo de 2011 y el 31 de diciembre de 2016 (su duración es de ocho días y seis horas y fue realizado en 2017) y 25.000.000 Grivnas (este dura 7 horas, 53 minutos y 13 segundos y fue realizado también en 2017). En la siguiente sala se acentúan el vacío y las sonoras ausencias con la insultante pantalla luminosa Contador de desahucios, y mientras damos la espalda a tan indigna cifra siempre en aumento nos encontramos con el pequeño monitor que muestra el vídeo 10 € (2017). Camino de la sala superior y en las dependencias privadas de la galería podemos visionar obras en fotografía: Retirada de la pieza ‘Presos políticos en la España contemporánea’ de Arco 2018 y Cibeles, ambas del pasado año. Ya en el piso superior nos encontramos con el magnífico desarrollo en vídeo y fotografías de la obra 333 M. (2018).
Es posible que esta muestra sea la más despejada y despojada de entre las últimas de Sierra, al menos en Madrid. Quizá también una de las mejores, pues si bien es toda ella “muy Santiago Sierra”, contiene dos argumentos intelectuales muy interesantes: la idea de tiempo en la obra de arte (preocupación cercana la tesis filosófica de Bergson en torno a la durée de toda creación en el espacio y en el tiempo) y sobre todo la melancólica constatación de que siembre habrá una diferencia quizá insalvable entre idea y forma, entre pensamiento y configuración física de toda realización simbólica. De ahí queÚltimos trabajos sea igualmente, y en productiva paradoja, un discurso no piadoso sobre la humana piedad. No es poco, desde luego.
Últimos trabajos. Santiago Sierra. Galería Helga de Alvear. Madrid. Hasta el 20 de julio.
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