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ARTE

Fuera de página

El arte impreso vuelve a agitar el pulso de la historiografía más convencional con un renovado espíritu inconformista y una apuesta por nuevos formatos

Libro de artista de Richard Prince (2015).
Libro de artista de Richard Prince (2015).

La idea es despeinar cualquier cosa asociada a la lectura única. Salir de la página. Defender la edición como un laboratorio de ideas en el que se pueden gestar muchos de los grandes hallazgos que después descansan en las obras de arte consideradas de más valía. Hablamos de libros de artistas, ediciones independientes, proyectos de autoedición, revistas-objeto, carteles, pegatinas y un sinfín de formatos híbridos y contaminados que escapan de lo común: de la fotocopia al manuscrito, del cartel a la hoja de mano, de la octavilla a la invitación. Arte impreso lo llama Javier Maderuelo en su último libro. Manifestaciones que suelen quedar huérfanas en la historiografía más convencional y que reclaman otra idea de archivo alejada de las categorías clásicas.

Dice Maderuelo que todo empezó con el collage. Era el año 1912 cuando los papiers collés inauguraban una larga tradición de encolar hojas de periódicos, billetes de transporte, envoltorios de caramelos, sobres de cartas o anuncios publicitarios que justo habían salido de la imprenta. Un año más tarde, el poeta Blaise Cendrars hizo, con ilustraciones de Sonia Delaunay, La prose du Transsibérien, un libreto en formato de acordeón donde forma y contenido comenzaban a volverse indisociables en ese terreno equidistante entre literatura y artes visuales. Esa puerta la abrió antes Mallarmé con Un coup de dés, liberando el libro de su tradicional disposición en la página. Un referente absoluto para lo que vino después: Marinetti y su Parole in libertà, los tracks de los surrealistas, el letrismo para los dadás y hasta la Boîte-en-valise de Marcel Duchamp.

En la edición independiente, hoy las etiquetas empiezan a quedarse cortas

Gracias a su inmediatez y su edición en serie, los artistas pronto llevaron la idea de arte impreso a una acción radical. Materializaron el desafío a un sistema marcado por el elitismo y las jerarquías propias de un incipiente libremercado artístico, al mismo tiempo que sirvieron como estrategia de comunicación de ideas políticas y estéticas al margen de los circuitos tradicionales. John Cage introdujo silencio y Fluxus muchas cajas, estuches o sobres, evitando el formato de libro encuadernado para propagar su gran ideal: el arte como actividad simple, carente de requisitos, masiva e idéntica a la experiencia de la vida. No estaban lejos de los libros de ZAJ, que, lejos de suscitar respuestas, ofrecían una permanente pregunta carente de interrogantes.

En aquellos años sesenta y setenta, mientras Lucy Lippard hablaba de la “desmaterialización del arte”, la edición se convirtió en un espacio de experimentación conceptual, verbal y material. Los impulsos de artistas, movimientos, colectivos y otros agentes destinados a modificar el statu quo intelectual, artístico y político se canalizaron en la producción de abundante material impreso. Ahí se abrió otra genealogía que todavía hoy resuena: las publicaciones de Dieter Roth, Ed Ruscha, Ian Hamilton Finlay, Boltanski, Hanne Darboven, Richard Long, Lawrence Weiner, Peter Downsbrough, Hans-Peter Feldmann, Stanley Brown, Juan Hidalgo, Yoko Ono, José Daniel Castillejo, Joan Rabascall, On Kawara, Eulàlia Grau, Muntadas, Richard Prince, Isidoro Valcárcel Medina y un largo etcétera.

Postal de las Guerrilla Girls reeditada con motivo de la 10ª edición de ArtsLibris.
Postal de las Guerrilla Girls reeditada con motivo de la 10ª edición de ArtsLibris.

En 1975, Ulises Carrión fundó en Ámsterdam la librería-galería Other Books & So, el primer espacio dedicado a la presentación y a la venta de este nuevo género nacido de la conmoción en las formas, las ideas y los medios. El propio Carrión creó numerosos libros de artista explorando la concepción y el lenguaje visual. Un fondo que está hoy en el Archivo Lafuente, un absoluto referente en este campo. Aunque el arte impreso de la época no sólo indagó en cuestiones de lenguaje. Unas veces fue fruto de acciones contestatarias y políticas, como los carteles en torno al Mayo del 68 en manos de los situacionistas. Otras fueron producto de movimientos contraculturales que respondían a reivindicaciones raciales como las de Black Panther Party o de género como las de Barbara Kruger o las Guerrilla Girls.

Justo ArtsLibris reedita este año una de sus icónicas postales, en colaboración con el colectivo feminista, para celebrar los 10 años de esta feria dedicada a los libros de artista. También para rescatar el peso de aquella emergencia underground de los setenta que se encuentra en la base de la nueva edición como soporte artístico. La producción de los últimos 15 años tiene una deuda directa con esa tradición inconformista con el elitismo del mundo del arte y su esfuerzo por extender los canales de distribución de lo artístico más allá de las galerías y museos, saltando del mail art a las manifestaciones de la cultura sumergida, pasando por los zines y cómics. Una oda al punk y al do it yourself que desplaza la idea de obra a la de proyecto y que marca mucha de la edición independiente hoy.

En los sesenta, las publicaciones fueron un espacio de experimentación conceptual y material

Ahí las etiquetas empiezan a quedarse cortas. Seguramente uno de los trabajos más difíciles de encasillar sea el de Mariana Castillo Deball o el de Raimond Chaves & Gilda Mantilla. Estos últimos lo dicen desde el título de su exposición en CentroCentro: El calor derrite los estilos. Hablamos de cómic expandido (Francesc Ruiz, Martín Vitaliti), de flipbook (Javier Peñafiel) y de postprint en aquellos proyectos que han abandonado el papel por el formato digital. De hecho, es la primera vez que ArtsLibris acoge cuatro de ellos: Continent (continentcontinent.cc), Avant (avant.org), dpr-barcelona (dpr-barcelona.org) y Brand New Life (brandnewlife.org). La actual crisis del catálogo de exposición también aviva la urgencia de buscar nuevas ideas de la mano de un nuevo modelo de editor que se ha convertido en un ejemplo de autogestión y edición alternativa de las grandes empresas editoriales. A algunos les veremos estos días en Libros Mutantes, la feria que reúne lo más experimental en el campo de la edición en La Casa Encendida: Belleza Infinita (Bilbao), Caniche (Madrid/Bilbao), La Más Bella (Madrid), Cru (Barcelona/Figueres), Crani (Figueres)...

A veces son los propios artistas los que promueven estas editoriales, como Biel Books de Gabriel Pericàs, Lalavandera de Elena Aitzkoa y Raúl Domínguez o el Proyecto Alias de Damián Ortega. Un campo libre y ancho por donde centros de arte y museos indagan en nuevos formatos, también de exposición. Ejemplos son los Centros de Documentación del Macba de Barcelona y de La Panera, esta última con exposiciones online sobre proyectos editoriales; el CGAC de Santiago de Compostela, el Museo Reina Sofía, espacios como Ivorypress y las revisiones históricas que hace la Fundación Juan March. Artium de Vitoria se suma a la reactualización con Exposición bibliográfica. Trabajos que conquistan su lugar en los museos en tanto que libros de artistas y que convierten nuestras bibliotecas en pequeños museos.

Arte impreso. Javier Maderuelo. La Bahía, 2018. 235 páginas. 20 euros.

Feria ArtsLibris. Barcelona. 26, 27 y 28 de abril.

Exposición bibliográfica. Artium. Vitoria. Hasta el 19 de octubre.

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