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Feria de Castellón

El aroma de Finito cierra la Magdalena

Cayetano y Varea muestran su versión más valerosa ante una desigual corrida de Matilla

Finito de Córdoba muletea con la mano derecha a uno de sus toros.
Finito de Córdoba muletea con la mano derecha a uno de sus toros.Mateo

La lluvia hizo su aparición en el cierre de La Magdalena, el ruedo de la plaza se embarró de lo lindo y la corrida hubo de ser aplazada casi una hora para acondicionar la arena. Cuando las cuadrillas iniciaron el paseíllo habían pasado 55 minutos de las cinco de la tarde, hora anunciada. Y salió el toro. Y el primero, de correcta presentación y ofensivo, no fue toro del gusto de Finito. Solo con la capa, una vez el animal se cansó de corretear por el ruedo, pudo sujetarlo y darle un racimo de verónicas con la media final de buen gusto. Pero ahí se acabó la historia. Con la muleta nunca hubo plena confianza, ligero y despegado se pasó a un toro que pedía más compromiso. Por la izquierda un par de intentos, sin mucha insistencia, y a otra cosa. Y otra cosa peor fue con la espada: un verdadero mitin y desconfianza absoluta.

Más motivado y comprometido salió Finito en el cuarto, cuando la lluvia arreciaba. No se lo puso fácil el toro de inicio, porque a la salida de los muletazos iba en busca de los tableros. Pero la veteranía es un grado y Finito, a base de consentir y tratar con paciencia al toro, se hizo con él antes de lo previsto. La faena, sobre todo en su segunda mitad, fue una sinfonía de arte, no completa pero sinfonía al fin y al cabo. Lució Finito con esplendor en el toreo al natural, más ajustado, y en el toreo en redondo sobra la derecha, también abrochado. Los remates a dos manos, los adornos, las trincherillas, el sabor de un torero veterano que se destapó con esencia. Pero la espada volvió a ser un problema y el triunfo que ya se mascaba quedó en una ovación muy cerrada.

JIMÉNEZ, PEÑA FRANCIA / FINITO, CAYETANO, VAREA

Toros de Olga Jiménez -1º y 5º-, García Jiménez -3º, 4º, 6º- y Peña Francia -2º-, de muy aceptable presencia, aunque desiguales. Manejables, se dejaron torear a excepción del manso quinto y el deslucido sexto. Cumplieron en varas.

Finito de Córdoba: bajonazo trasero, dos pinchazos _aviso_, dos pinchazos más y seis descabellos (silencio); estocada contraria que asoma _aviso_ y tres descabellos (saludos).

Cayetano: buena estocada (oreja);estocada (saludos).

Varea: buena estocada sin puntillas (oreja y fuerte petición de la segunda); dos pinchazos, estocada y descabello (ovación).

Plaza de Castellón, 31 de marzo. 6ª y última corrida de la feria de La Magdalena. Menos de media entrada.

El primero de Cayetano fue un buen toro, de los que dejan pensar y estar. Sobre todo, excelente por el pitón izquierdo, de larga y clara embestida, aunque tampoco sobrado de fuerzas. Cayetano lo toreó con aseo con la capa, con el remate de una brillante larga cordobesa. Con la muleta lo mejor estuvo a cargo de su mano izquierda, toreando por naturales que le salieron largos y templados. Pero, quizás, supo a poco el toreo por ese buen pitón del toro, porque por el derecho el aseo y la pulcritud fue lo que dominó. Una muy buena estocada final puso el remate a una faena donde la estética fue la bandera.

Manso declarado desde que salió fue el quinto. No hubo forma de meterlo en vereda por más que Cayetano insistió. Buscó el toro siempre por donde salirse de la suerte y el torero no logró sujetarlo pese a los intentos. Y cuando uno no quiere, dos no riñen. Los rodillazos finales y la estocada contundente animaron la situación e, incluso, se pidió premio para un esforzado Cayetano.

El tercero, con el hierro de García Jiménez, jugó a favor del torero de casa. Un buen toro de principio a casi fin, porque en el último tramo de faena pareció medir más su embestida. Tuvo alegría en banderillas, donde Ángel Otero cuajó dos pares monumentales. Y un Varea decidido que salió a por todas y tantas, que en ocasiones aceleró su buen concepto de torero. No fue una faena redonda, porque tuvo altibajos, pero sí tuvo y retuvo momentos muy artísticos. Al natural salieron largos los muletazos, alguno con cierto despegue, pero siempre tuvieron porte. Hubo torería en los remates y mucha actitud. Exprimió con buenas formas al excelente astado y coronó la faena con una buena y rotunda estocada que dejó al toro sin puntilla. Se llevó Varea el premio de una oreja, pero el presidente se llevó la bronca por no conceder la segunda que fue pedida por la plaza entera. La corrida y la feria la cerró un deslucido toro que nunca quiso embestir. Cuando lo hizo fue a golpes, frenado, y con un feo derrote al final de cada muletazo. Varea se salió de su concepto, peleó con armas que no son suyas, y sacó su versión valerosa que contó con el beneplácito de sus paisanos. Pero la espada condenó a la nada el último capítulo de la Magdalena.

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