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Feria de Fallas

El buen gusto de Pablo Aguado destaca en tarde de poca historia

Álvaro Lorenzo y Luis David, discretos ante una corrida de Alcurrucén sin emoción

Pablo Aguado, en un pase de pecho a su segundo toro.
Pablo Aguado, en un pase de pecho a su segundo toro.Juan Carlos Cárdenas (Efe)

El único trofeo de la tarde fue a parar, con toda justicia, a las manos del debutante sevillano Pablo Aguado. La cortó al tercero de la tarde, al que la campana salvó porque su salida al ruedo, arrastrando los cuartos traseros, parecía de ida y vuelta a los corrales. Pero el toro, a partir de banderillas, resopló y no volvió a dar muestras de debilidad. No fue, desde luego, toro impetuoso, pero al menos aguantó sin rechistar el resto de la lidia. Aguantó, también, por el buen entendimiento que tuvo con el torero, Pablo Aguado.

El sevillano, molestando lo justo al de Alcurrucén, plantó su buen gusto sobre la arena valenciana para cumplir una faena de sentimiento y torería. La suerte cargada en la mayoría de las ocasiones y los pases justos, sin abusar, para que el toro acabara siendo un incondicional colaborador. El buen gusto en el toreo se tiene o no se tiene, no se compra en el mercado. Y el de Aguado quedó claro que es innato.

No pudo repetir en el sexto, una mole de 620 kilos que acudió hasta tres veces al caballo, siempre bajo una sonora protesta y dejando clara su condición de mansedumbre. No fue ni malo ni bueno en el tercio final: vulgar. Sin humillar, fue y vino a la muleta de Aguado por cumplir un trámite. El sevillano tuvo la virtud de mantenerlo en la muleta, cogerle el ritmo y la distancia para no ahogarlo. Evitó el torero que el toro se saliera con la suya, cuando más de una vez amagó con descarrilar de la vía y marchar a los tableros. El sello del buen gusto de Aguado, esta vez sin continuidad, quedó de nuevo patente en lo que el de Alcurrucén le dejó.

ALCURRUCÉN / LORENZO, ADAME, AGUADO

Toros de Alcurrucén, de correcta y diversa presentación, mansearon en el primer tercio, sin clase y falta de casta, no pusieron demasiadas complicaciones, pero les faltó emoción.

Álvaro Lorenzo: estocada baja (saludos); estocada trasera _aviso_ (saludos).

Luis David Adame: estocada (vuelta al ruedo); pinchazo _aviso_ y descabello (saludos).

Pablo Aguado: estocada (oreja); dos pinchazos, media y descabello (palmas).

Plaza de Valencia, 13 de marzo. 4ª de Fallas. Media entrada.

Luis David Adame fue todo voluntad y populismo, controlado a veces y, en otras, como en el quinto, más a la desesperada. Al segundo lo saludó en la muleta con dos cambiados por la espalda, poco ajustados, pero que crearon alguna esperanza. Con cierto recorrido, aunque algo frenado al final de cada muletazo, el toro se dejó manejar por la voluntad del mexicano. Mas cuando parecía que la faena podía cobrar vuelo, el toro renunció y sin disimulo se fue a buscar las tablas. Adame, vista la cosa, plantó cara en los adentros y a la inercia del toro sacó pases a su saber y entender. Otro toro que manseó soberanamente en el primer tercio fue el quinto. Aunque sin clase, tuvo su aire, y al final fue el toro que más se prestó para la muleta, el más incondicional. Adame atacó desde el primer momento y la faena, algo acelerada y en ocasiones hasta trompicada, fue un catálogo populista. De mucha galería.

Ni bien ni mal Álvaro Lorenzo. Con buen oficio, sobrado de recursos, pero a sus dos faenas les faltó alma. No rompió el ambiente frío en el primero de la tarde, un toro muy soso que contagió el ambiente, y todo quedó como muy aseado, pero poco más. En el cuarto se repitió prácticamente el guión del primero. Gotas del buen concepto que tiene Lorenzo, pero sin continuidad ante un toro que tampoco estuvo nunca por ser el cómplice deseado.

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