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Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Suda51 golpea de nuevo en ‘Travis Strikes Again’

No es una obra maestra incomprendida, pero sí el trabajo honesto de un artesano

Al traspasar la puerta de una casa abandonada, salpicadas las paredes de sangre y plagadas del hedor a muerte, pizza y basura amontonada, un bug digital-espacio-temporal nos dice que las últimas palabras del abuelo te advertían de no confiar en el queso que no sea cheddar.

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Un rápido vistazo de reojo es todo lo que se necesita para reconocer un videojuego de Suda51, el hombre tras el avatar, el Tarantino de los videojuegos, o la mente caótica y anclada en la mitología cinéfila de los ochenta responsable del reciente Travis Strikes Again: No More Heroes. Un spinof de una saga que nadie espera, nadie olvida y nadie recuerda. Todo al mismo tiempo. De ese mismo modo funciona la iconografía de uno de los diseñadores de videojuegos más emblemáticos de la industria, que además vive de espaldas a esta, haciendo y diciendo lo que le da la gana, pero siempre con una premisa: el respeto al propio medio. Aunque haya que defenestrarlo, cortarlo en trozos y quitarle toda la sangre con un embudo si eso es lo que el juego necesita. Nintendo no ha querido perderse la oportunidad de estrenar en su Nintendo Switch, en exclusiva, la nueva obra del que una vez nació en Japón con el nombre de Goichi Suda, director ejecutivo de Grasshopper Manufacture y guionista, creador y director de la saga No More Heroes, entre otras muchas locuras.

Y es que en occidente estamos acostumbrados a creernos cualquier locura si viene de Japón, y pocos desarrolladores hay que cumplan tanto este estándar como Suda51. Su propio nickname, con el que se hace llamar allá donde tenga que ser llamado, es un chiste sobre los kanjis que componen su nombre de pila. Sus comienzos con obras como Moonlight Syndrome o The Silver Case, aparecidos ambos en la primera Playstation en 1997 y 1999 respectivamente, apuntaban ya a una carrera altamente influenciada por el surrealismo, con una narrativa que gusta de vapulear al jugador, pero sería con la llegada del incombustible Killer 7 en 2005 con que destacaría por su alta influencia del mundo del cine y un gusto estético que lo diferencian de otras voces del panorama. En esta aventura que dirige y escribe, tomamos el control de un asesino con desorden de personalidad y tomamos contacto con la mezcla entre la estética anime y de cine noir que habrían de caracterizar en adelante su producción. Eso y el gusto por la extrema violencia, que lo acercan a directores de cine como el danés Nicolas Winding Refn o el surcoreano Park Chan-Wook.

Una imagen de 'Travis strikes again. No more heroes'.
Una imagen de 'Travis strikes again. No more heroes'.

Al éxito comercial y de crítica de Killer 7 le seguirían otros títulos de calado que, aunque gocen de un séquito fiel, han ido horadando el nicho de mercado que ocupaban, dando como resultado una situación límite. Títulos tan destacados como Lollipop Chainsaw o Let It Die no han impedido que su último videojuego se encuentre al borde del abismo, dependiente de un éxito comercial que no parece muy probable, y sudando la gota gorda para seguir haciendo videojuegos a su particular estilo. Y este título sobre cuyas espaldas recae tanta responsabilidad es ni más ni menos que el siguiente escalón en la saga que lo lanzó, definitivamente, a la fama: No More Heroes.

La industria del videojuego gusta de antihéroes, qué duda cabe, y quizás Travis Touchdown, ese asesino chulesco con chupa de cuero, gafas de sol y una espada láser, que tiene que usar un retrete para guardar la partida, sea el clímax que la industria se niega a reconocer. Aparecida en 2007 para la consola Wii de Nintendo, No More Heroes presentaba reunidas bajo un solo título todas las obsesiones de Suda51: asesinos a sueldo, humor negro, culto a lo geek y los ochenta, acción a raudales y una estética a medio camino entre el ecléctico cómic americano y el anime más extremo. Y, aunque la saga gozó en un inicio de una gran aceptación en occidente, nadie es profeta en su tierra y los inicios de Travis Touchdown fueron poco halagüeños en Japón. Aún así, se las ingenió para colarse en una secuela que gozó también de éxito internacional y llegó a lanzarse una versión para Playstation 3 en forma de HD, titulada No More Heroes: Heroes Paradise, y que seguía la estela de parodiar al mundo del cine y hacer suya toda la iconografía pop de occidente. Sin embargo, el propio Suda51 desconfiaba de su capacidad para “engañar” al mercado con una tercera entrega, por más que muchos siguieran clamando por ella.

Información útil

Título: Travis Strikes Again. No More Heroes

Compañía: Grasshopper Manufacture

Directores: Goichi Suda 

Plataformas: Nintendo Switch

Fecha de lanzamiento: 18/01/2019

Género: Acción

Precio: 39,95 € (GAME)

Tras el estreno de algunos juegos de cierto calado como Killer is Dead o Let It Die, el futuro de la saga No More Heroes pasó a depender, así funcionan los azares del mundo del videojuego, de un spin-off. O una tercera parte de bajo presupuesto, si se quiere, pues el reciente Travis Strikes Again: No More Heroes es a todas luces una continuación de los eventos de la segunda parte, aunque esta vez los elementos que hacen a Suda51 un autor reconocible son más claros que nunca: la reflexión sobre el propio medio (un videojuego dentro de un videojuego), el gore, el surrealismo estético y de guion y la ruptura continua de la cuarta pared. El nuevo título de Grasshopper Manufacture no está teniendo las críticas y las ventas que se necesitan (o eso declaró recientemente su fundador) como para seguir adelante con un hipotético No More Heroes 3, pero quisiera romper una lanza a favor de la tremenda imaginación del bueno de Suda51 y la manera en que un bajo presupuesto puede dar al mundo una pequeña obra de culto.

En los días en que lo queremos todo grande, todo online, todo cambiante, todo eterno y todo sobresaliente, Travis Touchdown vuelve a reírse de todos nosotros. Y lo hace con un conjunto de mini-juegos y la premisa de reunirlos todos para pedir un deseo (un gran homenaje a Akira Toriyama). Por el camino, el propio videojuego reflexiona sobre su falta de presupuesto y las “trampas” a que tiene que recurrir para paliar esto: eliminar la exploración del mundo y sustituirla por una serie de diálogos de aspecto retro que parecen sacados de un arcade de 1985; la corta duración del título, la falta de personajes, el no poder pagar a programadores para desarrollar luchas espectaculares contra jefes finales....Travis Strikes Again: No More Heroes sabe que tiene que luchar contra un mercado de gustos refinados y consumismo rápido; sabe que no es Fortnite, no es Pokémon y no es God of War, pero aún así quiere contarnos una historia: la historia de un antihéroe que vive, como su desarrollador, de espaldas a cuantos límites se le quieran poner. Y uno no puede evitar contagiarse del entusiasmo con que el equipo tras este título vuelve a echar la carne en el asador; una producción de bajo presupuesto que, como hiciera Tarantino con el atraco que no pudo permitirse rodar en Reservoir Dogs, confía en el jugador para suplir la espectacularidad que no puede comprar y que nos da a cambio altísimas dosis de humor, un guion no por irreverente falto de talento, con un acabado artístico sobresaliente y un imaginario propio; una voz peculiar que no se parece a nada. ¿Y cuántos artistas hoy día, fuera y dentro de la industria del videojuego, pueden alardear de esto último?

Pero ay, Travis, el mercado es una bestia furibunda y tú tienes la osadía de no jugar según sus reglas. La crítica especializada ha visto poca sustancia en el conjunto de pequeñas delicatessen que ha querido prepararnos el extraño director, y la comunidad de jugadores parece haberse quedado con hambre. Travis Stikes Again: No More Heroes es una rara avis, no vamos a negarlo, y no es una gran obra maestra incomprendida e injustamente tratada, las cosas como son. Es un videojuego que se conoce a sí mismo y hace lo que puede para causar algún impacto en una barricada muy dura de derribar, pero lo hace sin renunciar a sí mismo en ningún momento y aportando lo que siempre le pedimos a Suda51: que sea fiel a su manera de hacer las cosas. Una veces gustará más y otras menos, y, aunque con gran pesar, no le auguro un gran recorrido a este título. Pero me permitirá el lector que rompa la cuarta pared, como acostumbra a hacer el bueno de Travis, para decir que se ha ganado un lugar de honor en mi corazón gamer. No es la tercera entrega que esperaban los fans, ni viene a reinventar la rueda, ni falta que le hace: es la constatación de quién es Suda51 y qué clase de videojuegos hace. Un artesano que se está viendo desplazado, pero que sigue siendo una fuerza a tener en cuenta.

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