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Claves del Concierto de Año Nuevo 2019

Repasamos los principales detalles de la cita anual con los valses, polcas y marchas de la Filarmónica de Viena

Christian Thielemann dirige a la Filarmónica de Viena durante un ensayo para el Concierto de Año Nuevo, el 30 de diciembre.
Christian Thielemann dirige a la Filarmónica de Viena durante un ensayo para el Concierto de Año Nuevo, el 30 de diciembre.Ronald Zak (AP)

El Concierto de Año Nuevo de la Filarmónica de Viena es el principal evento mediático de la música clásica. Congrega cada primero de enero a una media de 50 millones de espectadores frente al televisor (en España por La1, 11.15) en más de 90 países de todo el mundo. Y cuenta con una sólida tradición, como demuestran sus 79 años de historia. Sigue un mismo patrón que combina una de las mejores orquestas del mundo, como es la Filarmónica de Viena; la invitación anual de un destacado director, como este año el berlinés Christian Thielemann; la ciudad de Viena y la acústica milagrosa de la Sala Dorada de su Musikverein, y un atractivo programa de piezas breves y ligeras de la familia Strauss con añadidos de algunos compositores coetáneos. Pero es mucho más: una retransmisión televisiva de alta calidad, refinados adornos florales, escenas de ballet con vistosas localizaciones, coreografías y vestuarios, un atractivo documental para el descanso, etcétera. De todo ello trataremos en las próximas líneas.

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Ciudad

Empezamos por la ubicación. El Concierto de Año Nuevo de la Filarmónica de Viena siempre se celebra en la capital austríaca. Un privilegiado centro musical que ha contado, en los últimos trescientos años, con la actividad de los principales compositores: Haydn, Mozart, Beethoven, Schubert, Brahms, Bruckner, Mahler o Schönberg. Y un entorno ideal para el desarrollo del vals y la opereta que representan la familia Strauss y, más concretamente, Johann Strauss hijo (1825-1899), el compositor más prolífico y representado, año tras año, en el Concierto de Año Nuevo.

Origen

Su origen se remonta a la Austria anexionada por la Alemania de Hitler y a la iniciativa del director austríaco Clemens Krauss. Nació un 31 de diciembre de 1939, pero desde 1941 tiene lugar en su fecha correcta. El victimismo austríaco, tras la Segunda Guerra Mundial, blanqueó sus orígenes nazis y lo convirtió en el escaparate de la excelencia cultural de Austria que es en la actualidad. Y hoy forma parte de las tradiciones del comienzo de año en millones de hogares de todo el mundo.

Sala

Se celebra en la Sala Dorada del Musikverein, el famoso edificio de conciertos que construyó la Sociedad de Amigos de la Música de Viena, en 1870. Fue diseñado por el arquitecto danés Theophil Hansen, que se inspiró en el clasicismo griego, como atestiguan sus famosas cariátides. Tiene, además, una de las mejores acústicas del mundo por su característica forma de paralelepípedo rectangular o “caja de zapatos”.

Decoración

La Sala Dorada del Musikverein se decora anualmente para la ocasión con un espectacular despliegue de adornos florales. En el pasado eran regalo de la ciudad italiana de San Remo, pero desde 2015 se hace cargo de la decoración el Departamento de Parques y Jardines de la Ciudad de Viena. La sala se convierte en un mar de 30.000 flores. Este año predominarán el amarillo claro y soleado, blanco, crema, naranja pastel y verde fresco tanto de las rosas y los lirios como de las orquídeas e incluso habrá alfileteros.

Orquesta

La Filarmónica de Viena es una de las mejores orquestas del mundo. Surgió, en 1842, para satisfacer la creciente demanda de conciertos filarmónicos en la ciudad. De ahí su nombre, pues Wiener Philharmoniker significa literalmente “filarmónicos vieneses”. La fundó el compositor Otto Nicolai con los mejores músicos de la orquesta de la Ópera Imperial (hoy Estatal) constituidos en una asociación autogestionada. Es un conjunto muy conservador con un sonido inconfundiblemente autóctono y elegante. Dispone de una tradición instrumental propia, con variantes diferentes de otras orquestas para el oboe, la trompa o el timbal. Y es habitual encontrar entre sus miembros discípulos de antiguos integrantes o fuertes filiaciones familiares.

Mujeres

La ideología conservadora de esta orquesta ha incurrido en polémicas por sus actitudes sexistas y racistas. Hasta 1997 no se permitió a ninguna mujer tocar en la orquesta, pero hoy dispone de quince integrantes femeninas de pleno derecho (el 20%) e incluso cuenta, desde 2011, con una mujer entre sus cuatro concertinos, la búlgara Albena Danailova, que se sentará en el primer atril junto a Rainer Honeck. Tras el año del #MeToo veremos en esta edición a once de ellas tocando en el Concierto de Año Nuevo y no solo en la sección de cuerda, sino también en puestos principales de viento madera con la flautista austríaca Karin Bonelli y la fagotista francesa Sophie Dervaux.

Director

La Filarmónica de Viena invita anualmente a un prestigioso director para dirigir el Concierto de Año Nuevo. Aunque en el pasado se contó inicialmente con uno estable (como Clemens Krauss, Willi Boskovsky y Lorin Maazel), desde 1987 se cambia cada año. La alternancia comenzó con Herbert von Karajan y le han seguido Claudio Abbado, Carlos Kleiber, Zubin Mehta, Riccardo Muti, Nikolaus Harnoncourt, Seiji Ozawa, Mariss Jansons, Georges Prêtre, Daniel Barenboim, Franz Welser-Möst y Gustavo Dudamel. En 2019 debutará el alemán Christian Thielemann (Berlín, 1959), titular de la Staatskapelle de Dresde y director musical de los festivales de Pascua de Salzburgo y de Bayreuth. Thielemann debutó, en 1987, en la Ópera Estatal vienesa y, en 2000, en el Musikverein. Ha grabado con la orquesta vienesa óperas de Wagner y poemas sinfónicos de Richard Strauss (DG), junto a una integral de las sinfonías de Beethoven en audio y vídeo (Sony/C Major).

Compositores

La tradición del Concierto de Año Nuevo está relacionada con los integrantes de la familia Strauss, la principal dinastía de compositores de música de baile y opereta vienesa del siglo XIX. El más relevante es Johann Strauss hijo, aunque también se añaden siempre obras de su hermano Josef, el más imaginativo a nivel musical, del patriarca de la familia, Johann Strauss padre, y, en menor medida, de Eduard, el benjamín de la saga. Esta edición escucharemos obras de todos ellos. Predomina Johann hijo, con 11 de las 20 composiciones, con obras tan conocidas como el vals Vida de artista, la zarda de la ópera Caballero Pásmán o la Marcha egipcia, pero también con alguna novedad como la polca Exprés y el V‌als de Eva. Le sigue Josef con tres composiciones, dos famosos valses (Transacciones y Música de las esferas) y la polca francesa La bailarina, que será novedad en el Concierto de Año Nuevo. De Eduard se escucharán dos composiciones, con la polca francesa Tarde en la ópera como novedad. Y del padre tan solo sonará la popular Marcha Radetzky al final. También se suelen incluir obras de compositores coetáneos o relacionados con la orquesta como Joseph Lanner, Franz Lehár, Otto Nicolai y Franz von Suppé. Este año se ha incluido la Marcha de Schönfeld, de Karl Michael Ziehrer, un compositor coetáneo y rival de los Strauss, cuya música suena en el Concierto de Año Nuevo esporádicamente desde 1972. Y dos obras del director Josef Hellmesberger hijo, que sustituyó a Mahler como titular de la orquesta vienesa en 1901: el mendelssohniano Corro de elfos y el vals Entreacto que será también novedad en el Concierto de Año Nuevo.

Conmemoraciones

Excepcionalmente se añaden algunas piezas de un compositor relevante para celebrar su aniversario, como sucedió en 1991 con Mozart, en 1997 con Schubert, en 2009 con Haydn, en 2013 con Verdi y Wagner y en 2014 con Richard Strauss. Este año se han olvidado de dos importantes conmemoraciones, como son los bicentenarios de Franz von Suppé, de quien escuchamos el año pasado la obertura de su opereta Boccaccio, y Jacques Offenbach, el centenario de cuyo fallecimiento fue recordado por Lorin Maazel, en 1980, con la obertura de Orfeo en los infiernos. También es habitual incluir composiciones para recordar aniversarios de eventos relacionados con Viena y Austria. Por ejemplo, este año se conmemora el 150º aniversario de la Ópera Estatal de Viena, con dos fragmentos instrumentales de la única ópera de Johann Strauss hijo, Caballero Pásmán, que fue estrenada allí, el 1 de enero de 1892. Y también el siglo y medio de la reanudación de las relaciones diplomáticas entre Austria y Japón con el vals Transacciones, de Josef Strauss.

Obras

El programa del Concierto de Año Nuevo está siempre integrado por polcas que alternan con valses y marchas junto a fragmentos orquestales de operetas vienesas. La polca es una danza de origen bohemio muy popular en Viena en el siglo XIX. Este año escucharemos sus tres variantes: la chispeante polca rápida (como el galop Con franqueo extra, de Eduard Strauss), la elegante polca francesa (este año representada por La bailarina, de Josef Strauss) y la estilizada polca mazurca (esta edición con la melancólica Elogio de las mujeres, de Johann Strauss hijo).

Los valses son la parte musicalmente más exquisita del Concierto de Año Nuevo. Obras sinfónicas más largas y elaboradas que las polcas, que conjugan varios valses ubicados entre una introducción lenta y una coda final. Como suele ser habitual, de Johann Strauss hijo se escuchará el más famoso de todos los valses, El bello Danubio azul. Pero también se ha programado el conocido vals Vida de artista que incluye hasta cinco valses diferentes perfectamente engarzados en una especie de poema sinfónico. Este año los valses musicalmente más interesantes serán Estampas del mar del Norte, de Johann hijo, donde escuchamos la recreación de una tormenta, y Música de las esferas, de Josef Strauss, con reminiscencias de Tannhäuser, de Wagner.

Las marchas suelen programarse para el comienzo o el final del concierto. Son obras de ocasión vinculadas a eventos o personajes relevantes, como la marcha que abre el concierto de Ziehrer dedicada al Inspector General de Tropas en el Imperio Austro-húngaro, Anton von Schönfeld. Para terminar, y como es habitual, se escuchará la popular Marcha Radetzky, que compuso Johann Strauss padre para honrar al mariscal que sofocó las revueltas del norte de Italia. Pero también este año sonará la popular Marcha egipcia, de Johann Strauss hijo, que se programa habitualmente desde los inicios del Concierto de Año Nuevo e incluye el canturreo de los miembros de la orquesta en el segundo de sus tríos. Habrá también una obertura para abrir la segunda parte del concierto. Este año será de la opereta El barón gitano, de Johann Strauss hijo, que se programa habitualmente en el Concierto de Año Nuevo desde 1941. Sin olvidar la espectacular zarda del ballet del tercer acto de la ópera Caballero Pásmán, de Johann hijo, que se programa desde la primera edición de 1939 y que Carlos Kleiber convirtió, en 1989, en uno de los momentos musicalmente más felices de toda la historia de los Conciertos de Año Nuevo.

Propinas

Es bien sabido que en el Concierto de Año Nuevo el programa previsto no concluye el concierto. Siempre hay tres propinas, es decir, composiciones que se añaden al final y fuera de programa. En el Concierto de Año Nuevo tienen un carácter especial pues están previamente establecidas desde 1958. Aquel año Willi Boskovsky determinó que se incluyera una polca rápida que varía año tras año (en 2019 será Deprisa y corriendo de Johann Strauss hijo), seguida por el vals El bello Danubio azul y la Marcha Radetzky para terminar. En realidad, la tradición de contar con estas tres propinas la inició Josef Krips, en 1946, y la continuó Clemens Krauss hasta 1954, aunque fue Boskovsky quien la consolidó, especialmente tras el inicio de las retransmisiones televisivas del Concierto de Año Nuevo, en 1959.

Felicitación

Hay varias tradiciones asignadas al público durante el Concierto de Año Nuevo. Una es la felicitación del nuevo año que realiza el director con la orquesta antes del vals El bello Danubio azul. Aquí es habitual que se interrumpa la música con aplausos al comienzo de la introducción del vals. Lo normal es que el director diga en alemán simplemente: “La Filarmónica de Viena y yo les deseamos…”; a lo que responderá la orquesta: “Feliz año nuevo”. No obstante, algunos directores han utilizado este momento para realizar un breve discurso.

Palmas

Otra tradición en el Concierto de Año Nuevo es el palmeo acompasado del público en la Marcha Radetzky, de Johann Strauss padre, con la que termina. En muchas ocasiones incluso bajo las indicaciones del director de orquesta. Es lo que ha quedado de un evento musical donde el público se comportaba en el pasado de forma más libre y natural. Por la grabación radiofónica del concierto dirigido por Clemens Krauss, en 1954, sabemos que el público reaccionaba con aplausos al escuchar sus composiciones favoritas, y obligaba a la orquesta a parar y volver a empezar. Sin embargo, nunca palmeaba de forma acompasada durante la música. Esta tradición se inició en la época de Willi Boskovsky en los sesenta, cuando se estableció definitivamente la Marcha Radetzky como final del concierto. La tradición continuó con Lorin Maazel en los ochenta y adquirió carta de naturaleza definitiva cuando hasta el mismísimo Herbert von Karajan se volvió al público, en 1987, para dirigirlo.

Bromas

Durante los años en que Willi Boskovsky dirigió el Concierto de Año Nuevo (1955-1979), este adquirió su condición más festiva y divertida. Se salpicó de disfraces, gags y bromas. Su origen está relacionado con el ingenio del percusionista Franz Broschek. Todo comenzó en 1959, cuando decidió ponerse unas barbas y bigotes de una fiesta durante la polca rápida Eljen a Magyar, de Johann Strauss hijo. La broma divirtió tanto al público que, en adelante, fue nombrado “bromista oficial” del Concierto de Año Nuevo. Cada año se sucedieron pequeñas escenificaciones relacionadas con alguna obra del programa. Tan pronto se vestía de cordobés para tocar las castañuelas, como se disfrazaba de herrero para tocar unos yunques o arrastraba un pollo desplumado antes de disparar una escopeta. El público las acompañaba con las palmas. Para la Marcha Radetzky solía tocar la caja al lado del podio vestido con atuendo militar austrohúngaro. Y es posible que en esta broma esté el origen del famoso palmeo acompasado actual en esa obra. Hoy es habitual incluir algún detalle cómico durante cada edición del Concierto de Año Nuevo, incluso con la colaboración del propio director de orquesta.

Retransmisión

La ORF, la compañía pública de radiodifusión austríaca, retransmite el Concierto de Año Nuevo en directo todos los primeros de enero. Su emisión televisiva fue iniciada en 1959 tanto en Austria como en nueve países a través de Eurovisión (Bélgica, Dinamarca, Francia, Gran Bretaña, Holanda, Italia, la entonces República Federal de Alemania, Suecia y Suiza). A España llegó primero entre 1962 y 1970, y después a partir de 1973 ininterrumpidamente hasta nuestros días, siempre en el Ente Público Radiotelevisión Española (ahora Corporación de Radio y Televisión Española) y a través de Eurovisión. Este año el director de su retransmisión televisiva volverá a ser, por segundo año consecutivo, el alemán Henning Kasten, que dispondrá de catorce cámaras de alta definición. Una curiosa novedad de esta edición es la grabación en paralelo del concierto por la NHK de Tokio, relacionado con la referida conmemoración austro-japonesa, pero en resolución 8K de ultra alta definición. En España la retransmisión de la ORF se podrá ver a través de La 1 en HD, pero también en la web de RTVE y en el Canal internacional (y escuchar por Radio Clásica junto a otras emisoras como Radio 5 o Radio Exterior). Se iniciará a las 11:15 con la cabecera de Eurovisión y el famoso preludio del Te Deum de Marc-Antoine Charpentier. Y volverá a contar este año con los comentarios del periodista musical Martín Llade. El concierto tiene dos partes con un intervalo de unos 25 minutos. La primera parte, que durará aproximadamente hasta las 11:50, suele ser algo más seria y convencional. De hecho, hasta 1992 no se retransmitía más que la segunda parte, que empezará a las 12:15 y suele ser más vistosa y atractiva.

Documental

Desde el Concierto de Año Nuevo de 1992, los 25 minutos de intervalo entre las dos partes se utilizan para emitir un breve documental sobre los tesoros culturales y naturales de Austria. Se realiza en un formato que no precisa de alocuciones habladas al estar pensado para su emisión en muchos países. En esta ocasión veremos a partir de las 11:51 un documental de Felix Breisach titulado Ópera Estatal de Viena, 1869-2019, donde se conmemora el 150º aniversario de la inauguración del famoso edificio neorrenacentista de la Ringstrasse, que tendrá lugar en mayo. Aparte de numerosas localizaciones dentro y en los alrededores del teatro, el documental incluye varios fragmentos musicales tocados por conjuntos de la Filarmónica de Viena. Además la cámara se colará en el ensayo de un dúo de El murciélago, de Johann Strauss hijo, con la soprano Camilla Nylund y el barítono Adrian Eröd, y de un fragmento del ballet Raymonda, de Glazunov. Y también veremos al barítono Rafael Fingerlos y la soprano Daniela Sally, dando vida a Papageno y Papagena, en el dúo de La flauta mágica sobre el escenario de la Ópera Estatal.

Ballet

Desde que el Concierto de Año Nuevo se empezó a retransmitir por televisión, en 1959, siempre ha contado con alguna escena de ballet. Están protagonizadas por los solistas del Ballet de la Ópera Estatal de Viena y cuentan con un coreógrafo invitado. Este año será, por vez primera, el joven ruso Andrei Kaidanovski, un bailarín todavía en activo, que inició en 2009 una carrera como coreógrafo que ya ha cosechado varios premios. En esta edición del Concierto de Año Nuevo veremos dos actuaciones de ballet, ambas en la segunda parte del concierto, y rodadas el verano pasado bajo la dirección de Henning Kasten. La primera será el vals Vida de artista, de Johann Strauss hijo, como conmemoración del referido 150º aniversario de la Ópera Estatal de Viena. Veremos a cinco parejas de bailarines en diferentes localizaciones del edificio como el vestíbulo, el escenario, el patio de butacas o la terraza de la azotea. La segunda será la zarda de la ópera Caballero Pásmán, de Johann Strauss hijo, filmada en el Castillo Grafenegg con cuatro parejas en diferentes ubicaciones de este edificio de cuento de hadas. El vestuario, que en alguna ocasión se ha encargado a un diseñador importante, como sucedió en 2010 con Valentino, será este año, también por primera vez, del joven diseñador vienés Arthur Arbesser, un discípulo de Armani que ganó el premio de la moda de Austria, en 2018, y que dirige su propia firma en Milán. Ambos, coreografía y vestuario, conjugan elegancia y modernidad, pero también dialogan con el espacio y la música.

Asistencia

Las entradas para asistir al Concierto de Año Nuevo se venden por sorteo a través de la web de la Filarmónica de Viena y con un año de antelación. Para participar en el sorteo es imprescindible registrarse en la referida web, entre el 2 de enero y el 28 de febrero. La orquesta vienesa facilita últimamente toda la información sobre el sorteo en un fichero descargable en PDF redactado en español. Incluso se va a habilitar un centro de asistencia en línea a partir del 2 de enero, en donde también se incluye un amplio despliegue de FAQ o preguntas frecuentes en alemán e inglés. Los agraciados en el sorteo podrán comprar entradas para las tres oportunidades en que puede verse en directo este concierto. El ensayo general del 30 de diciembre a las 11 horas, por un precio que oscila entre 20 y 495 euros, para el Concierto de San Silvestre o Nochevieja del 31 de diciembre a las 19:30 horas, cuyo precio oscila entre 25 y 800 euros, o para el Concierto de Año Nuevo del primero de enero a las 11:15 horas, con entradas que van desde los 35 a los 1090 euros.

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