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Preguntas sin resolver de Jaume Plensa

El Macba dedica al escultor una selecta retrospectiva con 20 obras que resumen casi 30 años de trabajo

José Ángel Montañés
Jaume Plensa paseando entre sus obras 'Glückauf?' y 'Self-Portrait with Music' en la exposición del Macba.
Jaume Plensa paseando entre sus obras 'Glückauf?' y 'Self-Portrait with Music' en la exposición del Macba. Joan Sanchez

En 1992 el escultor Jaume Plensa (Barcelona, 1955) creó Firenze II,una escultura de hierro y aluminio con forma de signo de interrogación porque para él la escultura es la mejor forma de plantear preguntas, generar perplejidad, vacilación e inseguridad. Más de un cuarto de siglo después, la obra mantiene su vigencia. Por eso, después de pasar por una fotografía a escala 1:1 del estudio del artista en la que se acumulan maquetas, esbozos y materiales, esta enorme escultura de dos metros y medio de alto, que tiene aspecto de sarcófago, recibe al visitante directamente en el suelo y contra la pared, en la gran retrospectiva que le dedica el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (Macba). Vuelve Plensa después de 22 años sin mostrar sus trabajos en ese museo en una exposición que recorre tres décadas de su producción que plantean, según el artista, multitud de cuestiones y preguntas sobre memoria, emoción, razón e historia. Hace dos décadas Plensa era un artista que comenzaba a despuntar. Ahora es uno de los escultores catalanes más galardonados y de mayor proyección internacional, con obras en espacios públicos de Chicago, Londres, Montreal, Niza, Tokio y Toronto, entre otras ciudades.

'Firenze II', de Plensa, la primera de las piezas que pueden verse en la exposición del Macba.
'Firenze II', de Plensa, la primera de las piezas que pueden verse en la exposición del Macba.Macba

La exposición dialoga con la que le dedica el Museo Reina Sofía de Madrid en el Palacio de Cristal titulada Invisibles y sorprende por la ausencia de las piezas más icónicas del artista: las enormes cabezas de resina meditabundas o las figuras de hombres de estructura metálica formadas por letras, notas musicales y números. “Muestra su cara menos conocida, con la intención de sorprender y evitar le tentativa de que los visitantes vayan meramente a reconocer una obra de arte”, aseguraba Ferran Barenbilt, director del Macba y comisario de la muestra.

La interrogante da paso a un itinerario casi vital por algunas de la veintena de obras escogidas entre Plensa (que conserva muchas de ellas) y Barenblit. Un recorrido que se mueve entre la rotundidad y el peso de Mémoires Jumelles (1992) una especie de pérgola-escultura formada por “10 elementos cotidianos fundados a bronces sujetados por unas enormes barras que obligan al visitante a mirar hacia abajo para no golpearse, ya que siempre miramos hacia arriba”, comentaba Plensa, reivindicando la voluntad de espiritualidad del artefacto expositivo. O en Prière (1989), dos enormes estructuras de hierro colado que albergan unas bolas del mismo material, con aspecto de balas de cañón, que reproducen desordenado el poema homónimo de Baudelaire. Hasta la ligereza de Self-Portrait with Music; una esfera de más de tres metros de diámetro realizada para la exposición a base de notas ensambladas que parece que va a echar a rodar solo con la fuerza del aliento.

Las obras 'The Hearth of Trees' y 'The Hearth of Rivers', un bosque de esculturas entre el Macba y el CCCB.
Las obras 'The Hearth of Trees' y 'The Hearth of Rivers', un bosque de esculturas entre el Macba y el CCCB.Joan Sánchez

Plensa pide concentración, tranquilidad y silencio para recorrer la exposición: “el poder del silencio es más importante que gritar, que no sirve de nada, en una sociedad llena de ruido mediático, de mensajes, de información; un silencio que sirve para escucharnos a nosotros mismos”, asegura. Un silencio que ayuda a contemplar unas obras que oscilan, vibran y emiten sutiles sonidos. Como la enorme Glückauf? (buena suerte en alemán) de 23 metros de largo que reproduce en hierro corten, letra a letra, los 30 artículos de la Declaración de los Derechos Humanos de 1948, como si fuera una cortina metálica y sonora que genera melodías cuando se acaricia o se cruza de un lado a otro. “Es uno de los poemas más hermosos que se han escrito nunca. Algo que tendrían que leer los políticos, ya que no cumplen ni una coma. La intención es que moleste, llame la atención y se toque, porque el arte se ha de tocar”.

Aunque, puntualiza al momento, “la gente no sabe cómo tocarlo”. Lo dice después de escuchar desde lejos cómo alguien le ha arreado con un mazo a uno de los dos enormes gongs de la obra Matter-Spirit (2005) que emiten un intenso y profundo sonido que inunda la planta baja del Macba donde está ubicada la exposición. Sutil y casi liviana es Rumor (1998), que materializa el poema de Blake en el que una gota de agua, ligera y mínima golpea un platillo metálico y acaba inundando el entorno.

“Soy como Chopin”

La exposición que abrirá sus puertas este viernes hasta el 22 de abril, salda una deuda de Barcelona con uno de sus artistas más universales. Lo que no se sabe es si servirá para reconciliar al artista con la crítica que en pocas ocasiones ha loado el trabajo de Plensa que ha llegado a calificarlo en algunas ocasiones como “un artista de rotondas”.

Durante la presentación de esta retrospectiva, Plensa, que en más de una ocasión ha asegurado estar "más interesado en conocer a los demás, que a mí mismo" y que “no le interesan las críticas, ni las buenas ni las malas”, ayer ilustró su postura con la frase: “soy como Chopin, que cuando viajaba en carruaje iba con las cortinillas cerradas para que el paisaje no perturbara su inspiración y su pensamiento”.

El recorrido sigue con piezas como Islands III (1996), unos recipientes de resina amarillenta que llevan los nombres de 73 artistas: Murillo, Miró, Zurbarán, Boticelli, Buonarroti o Le Corbusier, entre otros. “Son como gotas de ámbar que conservan mosquitos. Quién sabe si pronto alguna llevará mi nombre”. O la sorprendente Dallas?… Caracas? (1997); 200 fotografías que realizó durante dos años en cocinas las dos ciudades. El Macba se abre al exterior por primera vez en el llamado Patio de esculturas situado junto al CCCB como si fuera una sala más del recorrido. Aquí pueden verse The Heart of Trees (2007) y The Heart of Rivers (2016), un pequeño bosque en el que unas figuras (retratos del propio Plensa) con palabras escritas abrazan, con brazos y piernas, el tronco de árboles seleccionados por el artista. “Es la constatación de la energía que siempre he dedicado al espacio público; una pieza romántica para que la gente la disfrute y que ayuda a fabricar silencio”, asegura. El silencio tan buscado por Plensa.

El año que viene, la exposición viajará al Museo de Arte moderno de Moscú donde podrá verse a partir de junio de 2019.

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Sobre la firma

José Ángel Montañés
Redactor de Cultura de EL PAÍS en Cataluña, donde hace el seguimiento de los temas de Arte y Patrimonio. Es licenciado en Prehistoria e Historia Antigua y diplomado en Restauración de Bienes Culturales y autor de libros como 'El niño secreto de los Dalí', publicado en 2020.

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