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Columna
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Moliner

'Imprescindibles' dedicó un documental a na filóloga y bibliotecaria que sin ningún tipo de ayuda salvo su constancia e inteligencia creó un extraordinario Diccionario de Uso del Español

Ángel S. Harguindey
María Moliner.
María Moliner.

La interesante serie Imprescindibles (La 2) dedicó su espacio del viernes a glosar la figura de una mujer excepcional: María Moliner. Tendiendo palabras se centró en una filóloga y bibliotecaria que sin ningún tipo de ayuda, salvo su constancia e inteligencia, creó un extraordinario Diccionario de Uso del Español. Por el programa pasaron familiares, filólogas, escritoras y su biógrafa, Inmaculada de la Fuente, con el afán de divulgar la extraordinaria labor de alguien que, desde la humildad y casi el anonimato, elaboró una de las herramientas más útiles para el conocimiento y uso de nuestra lengua.

Naturalmente, nadie nace con la vocación de hacer algo sobresaliente. El que lo consiga o no depende en buena medida de su educación, y la de María Moliner fue, también, inhabitual en la España de las primeras décadas del siglo XX. Vinculada desde su juventud a la Institución Libre de Enseñanza, es decir, a las ideas liberales, laicas y tolerantes que inculcó su creador, Francisco Giner de los Ríos, y a las Misiones Pedagógicas de Manuel Bartolomé Cossío, nuestra protagonista forma parte del patronato de las mismas en compañía de Luis Cernuda y del bibliotecario José Vicens de la Llave para llevar a la España rural y analfabeta el patrimonio cultural y, muy especialmente, la difusión de la lectura. Un dato: en 1936, se habían creado más de 5.500 bibliotecas; lamentable y previsiblemente, la mayoría fueron quemadas después de “la Cruzada”. Los hechos tras la guerra desmintieron la fe que tenía en la función regeneradora de la educación y la cultura.

A la quema de libros y bibliotecas, a la que tan aficionados son los regímenes totalitarios, siguió la depuración. Moliner sufrió un descenso de 18 puestos en el escalafón del cuerpo de archiveros y bibliotecarios que no recuperó hasta 1958. Es en esa larga etapa del exilio interior cuando dedica sus esfuerzos para elaborar su diccionario con el objetivo de hacer comprensibles las palabras para hacer comprensible la lectura.

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