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EL PAÍS reúne los libros de ‘Yo fui a EGB’

La colección, que se lanza el próximo domingo, recopila los mejores recuerdos de los años 70 y 80

Un lector ojea uno de los cuatro libros de 'Yo fui a EGB'.
Un lector ojea uno de los cuatro libros de 'Yo fui a EGB'. Jaime Villanueva

Jorge Díaz y Javier Ikaz describen su despacho, en Bilbao, como una juguetería. Han almacenado carteles, cromos, chucherías, muñecos… objetos de los años 70 y 80 que forman parte de su infancia y adolescencia. Son los creadores de Yo fui a EGB, un fenómeno que comenzó en Facebook hace ocho años, compartiendo imágenes de esos retazos de historia, y que hoy reúne a más de 1.300.000 seguidores en esa red social. Tienen incluso una gira musical con los ídolos de su niñez. Todos esos recuerdos están recogidos en una colección de cuatro libros, cuya primera entrega llega el próximo domingo a los quioscos con EL PAÍS a un precio especial de 9,95 euros. Los tomos, que han conquistado a quienes fumaban pitillos de chocolate y lloraban porque Marco no encontraba a su madre, están disponibles también en la web de Colecciones del diario.

La colección

La colección Yo Fui a EGB está formada por cuatro libros. El primero llega a los quioscos el 16 de diciembre y cada domingo se podrá conseguir un nuevo tomo. También están disponibles en la web de Colecciones de EL PAÍS. El precio especial de la compilación es de 9,95 euros el ejemplar. Los números presentan de una manera muy divertida y visual píldoras de memoria.

La fiebre nostálgica empezó con una idea nocturna. “Lo primero que surgió fue el nombre: 'Yo fui a EGB” recuerda Díaz, que relata que, aunque no tenían claro qué iban a hacer, les pareció que era un enganche perfecto. “Te podías sentir muy identificado, como pertenecer a una banda, puedes contestar fácilmente: yo también”. Empezaron ese mismo día con la página de Facebook.

Más allá de referencias a programas televisivos como La bola de cristal, cuyas imágenes son accesibles en internet, buscan “pequeñas cosas olvidadas en nuestra memoria” que golpean con fuerza en cuanto se ven. Así fue como su comunidad empezó a crecer de 30.000 en 30.000 seguidores.

Yo fui a EGB se apoya en la nostalgia del recuerdo de una época, en general, especialmente feliz: la infancia. Pero también en las circunstancias específicas de España hace 40 y 30 años, donde las elecciones de ropa, juguetes o comida eran más escuetas que ahora. Estas generaciones están llenas de “costumbrismos compartidos”, como los define Ikaz. Todos han visto a Torrebruno, han comido maskis —aquellas láminas de caramelos masticables— y compartían hojitas perfumadas o cromos de fútbol.Están además en la edad de ver hacia atrás, pues cuentan ya con la distancia suficiente para querer regocijarse en esos recuerdos y recuperar las referencias perdidas.

Gracias a que mantienen un contacto muy directo con sus seguidores, Ikaz y Díaz han logrado, por ejemplo, caramelos Chimos —los del agujero en medio—, y han conocido a personas que coleccionan desde chicles hasta envases de yogures que ya no existen. Estos recuerdos comestibles son los favoritos de Díaz; Ikaz prefiere los cromos y revistas. Le viene a la memoria su madre volviendo de la compra con los números de Teleindiscreta: “Es curioso porque estábamos enganchados a una revista de programación televisiva, que en principio no es una lectura infantil, pero regalaban pósteres y pegatinas y hablaban de ‘V’ y ‘El coche fantástico’, cosas que nos gustaban”. Objetos y momentos que se han convertido en iconos de una época y que se pueden recordar con la colección Yo fui a EGB

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