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“Siempre supe que cantaría sobre temas del alma”

Ian McCulloch, líder de Echo & The Bunnymen, explica su nuevo disco

Ian McCulloch, en un concierto el pasado mes de agosto en Turín (Italia).
Ian McCulloch, en un concierto el pasado mes de agosto en Turín (Italia). Roberto Finizio/Getty (NurPhoto via Getty Images)

En los ochenta, Ian McCulloch, líder de Echo & The Bunnymen, sus declaraciones arrogantes le valieron el mote de Mac The Mouth (traducible hoy como Mac el bocas). Tras esa actitud, la música. Los cuatro primeros discos de Echo & The Bunnymen, publicados entre 1978 y 1985, fluctuaban entre la luz y la oscuridad, trasladando a aquel presente el influjo de clásicos de los años sesenta. Cuarenta años después del debut, Crocodriles, McCulloch y el guitarra Will Sargeant son los únicos miembros originales de aquel cuarteto de Liverpool que nació en la orilla de la independencia y creció hasta alcanzar la categoría de clásicos en 1984 con Ocean Rain. “Siempre supe que seguiría haciendo esto”, afirma McCulloch por teléfono. “Este es lugar al que pertenezco, estar en esta banda era mi destino. Cantar sobre temas inherentes al alma humana”.

El nuevo disco de Echo & The Bunnymen es una selección de viejas canciones regrabadas acompañadas por dos nuevas composiciones “Me planteé este álbum de manera espontánea, sin conceptos previos. La mayoría de estas canciones tienen 35 o 40 años pero la intención fue abordarlas como si se tratara de niños todavía no han crecido, como si acabaran de ser escritas”. Durante la conversación habla del grupo como algo suyo, sin menciones a Sargeant, explicando minuciosamente el porqué de este disco. Escuchándolo, resulta inevitable pensar en cómo serían las memorias de Ian McCulloch, que a estas alturas del siglo, debe de ser de los pocos personajes cruciales del pop británico de aquella época que todavía no ha puesto su autobiografía sobre la mesa, a pesar de que hace algunos años anunció su intención de hacerlo. “Aparqué la escritura hace ocho años, me estaba arrastrando al pasado más de lo que esperaba. Pero lo retomaré en algún momento. Las editoriales están muy interesadas porque saben que escribiré algo hermoso. Aún soy joven para publicar mis memorias, esperamos a que tenga 95 años”.

La conversación vuelve a The Stars, The Oceans & The Moon, el nuevo disco. A la selección de canciones, a los arreglos, a su manera de cantarlas. McCulloch explica que inicialmente se planteó regrabar algunos títulos que quizá los seguidores del grupo echen de menos en este álbum, títulos como Silver, Never Stop o Back Of Love. “Descubrí que no hacía falta volver a grabarlas. Me centré en otras que sí necesitaban una reinterpretación. En algunos casos cambiando los arreglos. En otros insuflándoles un nuevo significado a través de mi interpretación”. Y está en lo cierto. La boca de McCulloch, además de por celebrar su ego, es famosa por la voz que alberga. “Es exactamente lo que has dicho en tu pregunta”, contesta ufano cuando se menciona que su voz suena más profunda por la experiencia de los años. “El hecho de haber vivido una vida como la mía me permite darles una nueva lectura vocal. Ahora, una canción como Seven Seas suena como si procediera de un lugar completamente distinto. Es como cuando Bowie de repente interpretaba una canción como Life On Mars? Daba igual si se acompañaba únicamente de un piano. La sabiduría de su voz lo era todo”.

Aunque no es una influencia manifiesta en su música, McCulloch menciona mucho a Bowie en las entrevistas. “No lo echo de menos porque sigue con nosotros”, afirma cuando se le pregunta por él. A continuación, una pausa. La agitada respiración del entrevistado es todo lo que se oye durante unos segundos demasiado largos. “¡Guau!”, exclama el músico para ahuyentar las lágrimas, pero sigue sin poder hablar apenas. “Lo siento”, dice. “Pregúntame otra cosa, por favor”. Hablamos entonces de España, porque en febrero el grupo actuará aquí y McCuclloch ríe al recordar lo mucho que le gusta la tortilla de patata. Pero al despedirse dice: “Me preguntaste por alguien que creó la vida para mí. No es habitual, pero me gusta llorar en las entrevistas. Ha sido un momento maravilloso”.

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