Gestión eficiente del Estado como mecanismo de defensa de la democracia

Los municipios en Chile deben prestar, en promedio, más de 150 servicios sumamente distintos unos de otros, como recoger la basura, mantener el alumbrado público, las áreas verdes, pavimentar, brindar educación, salud, seguridad y, en el caso de Maipú, suministrar agua potable y alcantarillado a toda la comuna. Es difícil pensar en alguna otra institución pública o empresa privada que deba proporcionar tantos servicios diversos, desarrollando en cada uno de ellos cierta expertise y eficiencia. Sin embargo, parte de los desafíos de las democracias modernas se relacionan con construir Estados más eficientes y transparentes. La gran pregunta es ¿cómo hacerlo sin contar con más recursos?: las metodologías de gestión son la clave.

Al asumir el municipio no sólo se evidenció un gran desfalco financiero y una profunda desorganización administrativa, sino que más de 4.000 trabajadores debían prestar servicios esenciales a más de 600.000 habitantes, con serias limitaciones presupuestarias. Además, gran parte de los procesos internos no tenían más justificación que el clásico “esto siempre se ha hecho así”, evidenciando una toma de decisiones basada en cercanías políticas, criterios electorales o sencillamente intuición de los equipos. El uso de datos y la incorporación de tecnologías no eran parte de la cultura institucional, ni existía un modelo de gestión bajo el cual regirse. Era allí donde estaba la gran oportunidad de mejora.

Tras una revisión exhaustiva de distintos modelos de gestión pública en gobiernos nacionales y locales a lo largo del mundo, se optó por la metodología de gestión del Delivery Unit o Unidad de cumplimiento creada por el profesor británico Michael Barber durante el segundo Gobierno de Tony Blair. Nuestra decisión era clara: si queríamos mejorar la vida de nuestros vecinos debíamos gestionar como los mejores. Priorizar, definir metas claras y medibles, y establecer una rutina de seguimiento de la trayectoria para alcanzar dichos objetivos, donde el uso de datos y tecnologías fueran un elemento fundamental.

Gracias a una alianza de trabajo con Bloomberg Philanthropies, que no tuvo costo económico para el municipio, pudimos acceder a programas de capacitación junto con las mejores consultoras a nivel mundial y conocer de cerca distintas experiencias de gobierno de las grandes ciudades del mundo. El salto cualitativo en la gestión fue notorio y, a su vez, el impacto que el municipio comenzó a tener en la vida concreta de nuestros vecinos y vecinas se hizo cada vez más evidente.

Hoy, gracias a este trabajo riguroso y sostenido, hemos logrado la certificación What Works Cities, formando parte de un selecto grupo de ciudades a nivel mundial que son reconocidas por hacer del uso de datos parte esencial de su gestión, lo que nos ha permitido recuperar el vínculo de confianza y legitimidad entre los vecinos de Maipú y su municipalidad.

La eficiencia y transparencia en la gestión pública no sólo permite impactar de mejor manera la vida de la gente o ganar elecciones, también es un mecanismo de validación de las instituciones públicas, del Estado en su conjunto y del sistema democrático. En tiempos donde la idea de lo público y el fortalecimiento de nuestras instituciones pierden terreno, producto de su poca resolutividad y reiterados casos de corrupción, creemos en el rol fundamental que pueden cumplir los municipios.

Somos la experiencia más próxima del Estado para millones de ciudadanos y por lejos la que más impacta en su diario vivir. En nuestra forma de trabajo nos jugamos mucho más que nuestras valoraciones individuales o el crecimiento de nuestros proyectos políticos. En la gestión municipal nos jugamos, desde el nivel local, la sostenibilidad y legitimidad de los sistemas democráticos.