Ken Follett: “Es bueno ser Ken Follett”
El rey de la novela histórica confiesa su vocación de entretenedor y revela la verdadera razón por qué le apasiona España
Estoy nerviosa. Hállome en un antiguo convento de capuchinos de Segovia reconvertido en uno de esos hoteles de superlujo superdiscreto donde todo parece superfácil y estoy esperando turno para entrevistar a Ken Follet, la estrella del Hay Festival 2018. Míster Follet llegó anoche en jet privado desde Reino Unido con su esposa y agente, Bárbara —exministra de Tony Blair—- y dos asistentes personales, y lleva sus buenas dos horas dando audiencias a colegas tan inquietos como yo por tener que bregar de salón con uno de los escritores más vendidos del globo en persona. Todos salen encantados, pero una sigue en ascuas. Igual no entra al trapo, igual es un sieso, igual me pierdo o se pierde en los matices de la intérprete. Al final entro y que sea lo que Ken quiera. Al salir, es el figura quien pide a su adjunta que nos haga una foto y, al poco, publica un tuit agradeciendo el encuentro y mostrando su libro a cámara como un principiante. Follet sabe.
Discúlpeme, pero, no sé por qué, al pensar en usted, recuerdo la frase de Mel Brooks en 'La loca historia del mundo': “es bueno ser rey”. ¿Mola ser Ken Follet?
Ciertamente es bueno ser Ken Follet, sí. He pasado 40 años haciendo algo que me encanta y encima me han pagado muchísimo dinero por hacerlo. Es genial, digamos que es un buen comienzo.
Tiene fans como una estrella del rock, ¿Se siente una book-star?
Supongo que sí. ¿Cómo podría no sentirme así? ya has visto la nube de cámaras. A veces, en las aduanas me preguntan por qué llevo tanto equipaje, y les digo: bueno, es que soy alguien famoso y tengo que ir bien vestido.
Cierto, va hecho un pincel.
'Superpro'
Te puede o no gustar él, su estilo o sus decenas de vendidísimos libros, pero no puede negásele profesionalidad a Ken Follett (Cardiff, 1949). Aún en duelo por la muerte de su hijo en junio, promociona su última historia, 'Una columna de fuego' con la pasión de un primerizo.
Gracias. Hace 25 años fui a una asesora de imagen. Me dijo que me sentaba bien el azul oscuro, el gris y el negro. Y que ni se me ocurriera ponerme algo marrón ni amarillo. Quería saber porque hacía muchas entrevistas y deseaba ser profesional. Aprender me dio muchísima confianza.
Viene mucho, elige Sevilla y Vitoria como escenarios. Podría ser cónsul honorario de España.
Siempre lo paso bien aquí. Desde la primera vez. Tenía 18 años. Vine con mi novia. Ambos vivíamos con nuestros padres y fue la primera vez que compartí habitación con una mujer. Esa es la razón por la que me gusta España.
¿Perdió aquí la virginidad?
No, eso sucedió en un coche algo antes, pero viví dos semanas con una mujer en Mallorca.
¿Leería usted un tocho de Ken Follet si no fuera Ken Follet?
Claro, solo leo lo que me gusta.
Lo digo porque tengo una amiga íntima que no ha leído ninguno de sus libros. ¿Qué se pierde?
[Mira cómplice]. Que la transporten a otro mundo, a otro tiempo, a otros lugares, conocer a gente interesantísima que jamás hubiera conocido de otra forma. Dígale a ella que se pierde suspense, romance, emoción, sexo..
¿Drogas y rock and roll?
Drogas, no sé. Rock and roll en el siglo XVI, me temo que no.
¿No le atrae ningún personaje ni gesta del siglo XXI?
Bueno, en California, ahora mismo, puedes comprar galletitas de cannabis para el perro, como si fueran caramelitos. Esa podría ser una historia divertida: el perro que se cogió un globo. Seguro que sería una gran comedia, pero yo no me dedico a la comedia.
¿El presente no le inspira?
El problema del presente es que no sabemos cómo acaba. Sería muy difícil escribir una novela sobre Israel y Palestina, por ejemplo, porque no sé cómo va a terminar. En una novela, buscamos cierta satisfacción, queremos saber qué pasa. No tiene por qué ser un final feliz, aunque los míos suelen serlo, pero las cosas tienen que resolverse de alguna forma.
Dice que aspira a entretener. ¿Tiene algo de ' showman'?
Un poquitín. Por eso toco en un grupo. En un grupo, si tocas algo que a la gente le divierte, empieza a bailar. Pero, si le aburre, se empieza a ir. Es instantáneo.
El baile, como la risa, ni se compra ni se vende. ¿Y el lector?
Es cierto eso de la risa.... El lector es insobornable. Ya puedes rebajar un libro a la mitad de precio que si es aburrido, no lo vendes. Todo lo más, si un libro es aburrido, puedes pagar para no leerlo.
¿Antes muerto que aburrido?
Mejor vivo y no aburrido. De hecho, quien dijo eso fue Herry James, un escritor muy intelectual y a veces muy aburrido.
Cree que, pongamos en 100 años, Ken Follet será un clásico?
Es tan difícil saberlo... Cuando empecé a escribir había un escritor llamado Harold Robbins que decía que era el mejor del mundo porque era el que más vendía y el más famoso. Pero hoy sus libros no están en ningún lado.
Creo que tengo alguno por casa. Pero hablábamos de usted.
A todos los autores nos gustaría, pero ninguno de nosotros lo sabe, porque estaremos muertos.
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