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Carlos Blanco: “En Galicia, ‘Fariña’ es nuestro ‘Cuéntame”

El actor, que interpreta a Laureano Oubiña, se reunió con el narcotraficante durante tres horas muy tensas

Natalia Junquera

Saber de lo que se habla

De pequeño soñaba con ser Papa: "¡Todos le querían!". Los suspensos en Arquitectura le empujaron al humor y a la interpretación. "Ahora echo homilías". Su obra con el cómico Touriñán vendió 30.000 entradas anticipadas. Es uno de los protagonistas de Fariña. Perdió, "como tantos otros", a un hermano por la heroína.

Chiringuito en el territorio de Carlos Blanco (Vilagarcía de Arousa, 1959). Se ha deshecho de la tripa de su personaje en Fariña, Laureano Oubiña, recorriendo la isla en kayak. Acaba de hacer un cásting para hacer de “malo malísimo”.

Vive y se crio en Vilagarcía de Arousa, uno de los decorados de Fariña. ¿Conocía a los protagonistas de la serie antes de rodarla?

Son nuestros vecinos. Mi padre tenía un taller de motos y yo les he llevado facturas a alguno de los viejos. Recuerdo una vez que vi cómo uno de ellos sacaba un fajo de billetes de un saco para pagarme. Un hermano de Charlín ha protestado públicamente en los bares, muy ofendido, porque dice que sale poco en la serie y él había sido más importante que Oubiña. Tengo millones de anécdotas de esas y alguna entró en la serie porque se la conté al director. Un amigo mío que hace años que ya no tiene que ver con ese mundo me decía que a los 20 era el rey del mambo: Salían por la noche en la planeadora, que era una aventura, y al volver cerraban las discotecas con los bolsillos llenos pasta. Un día, muy borrachos, empezaron a tirarse fajos de millón de pesetas unos a otros. Esa pelea la grabamos aunque al final no entró. En fin, lo explica un amigo mío: Fariña, en Galicia, es nuestro Cuéntame, la historia de nuestra infancia: los partidos del Cambados, que era de Miñanco, con tres lanchas para coger los balones, los ferraris... Por fortuna todos pagaron. Ahora, los narcos son infinitamente más discretos y también más peligrosos. 

Dígame una escena real que no se creerían fuera de Galicia.

Dinero en las alcantarillas, vecinos apedreando la lancha de vigilancia aduanera y llevándola luego a hombros hasta el ayuntamiento cantando canciones de misa...

Cuando surgió el proyecto de la serie, usted se pidió Oubiña. ¿Por qué él?

Porque Oubiña y yo somos dos showman. A él le gusta la cámara, y en petit comité es divertido. De hecho, el director de la serie siempre me decía, con razón, 'Quítale humor'. Si la volviéramos a hacer le quitaríamos aún más. Me hizo eliminar frases de las que se habrían hecho camisetas, como una que le decía yo a Miñanco: "Vamos a medias: fisty-fisty".

El hijo de Escobar se quejó porque para él la serie Narcos idealizaba la figura de su padre. ¿Les preocupaba esto durante el rodaje de Fariña?

Sí, también hacen esa misma crítica a Fariña respecto a Miñanco. Luego van a ver Robin Hood con los hijos, un ladrón que igual quedó un poco idealizado. Miñanco tenía un carisma indudable y todavía hay mucha gente en Cambados que lo defiende porque hizo mil favores a mil personas. Creo que en general nos atraen más los malos. A mí me parece que Fariña está bien medida, retrata a Sito como un tipo que deja de lado a sus amigos por ambición, no como una buena persona.

Oubiña pidió verse con usted y creo que estuvieron tres horas hablando. ¿Le cayó bien, igual que le termina cayendo bien al espectador su personaje en la serie?

No. Ni me dio la mano cuando llegué. No fue nada agradable la conversación. Fue tensa. Pagó su condena, pero no es una persona con la que me iría a comer. De hecho, solo puse dos condiciones para esa entrevista: tener testigos y pagar yo. A mi no me invita cualquiera.

Con lo de narcotraficante no puso pegas, pero Oubiña reclamó millón y medio de euros por daño moral por una escena de sexo con su mujer que aparece en la serie. ¿Qué cree que dice de él ese gesto?

En esa conversación con él sí entendí lo enamoradísimo que estaba de Esther [Lago, su mujer]. Lo que no le gustó a Oubiña, que seguro que está encantado de verse en la serie, fue la visión que se da de ella. La tiene idealizada. Si ella le pedía la luna, buscaba una escalera para bajársela.

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De Narcos también criticaron el acento del protagonista, que no era colombiano. Eso en Fariña sí que lo cuidaron mucho.

Sí. Y ha condicionado la producción actual. Creo que en el rodaje de Patria han optado también por actores vascos para darle verdad. Ha sido uno de los aciertos clarísimos de la serie.

¿Me jura que lo de la detención de Charlín no está pactado? Parecía promoción para el lanzamiento en Netflix, como previamente el secuestro del libro…

Yo tengo que darle las gracias al señor Bea Gondar [José Alfredo, exalcalde de O Grove que provocó el secuestro del libro]. De no ser por él, ahora estábamos aún en un cajón. Fariña nos ha permitido dar un salto internacional. Ha habido tal cúmulo de casualidades que realmente parecía una campaña.

¿Qué piensa cuando ve a Charlín, a los 85 años, detenido de nuevo?

Los actores somos adictos al veneno de la adrenalina, eso de salir a un escenario, y ellos, a su manera, también. A mayores, creo que cuando te metes en ese infierno, haces enemigos que no te permiten marchar tan fácilmente.

También fue chico Almodóvar unos minutos, en Volver. ¿Cómo fue la experiencia?

Muy breve, pero muy chula. Había langostinos en el catering, y no sabes lo que fue volar en business ver pasar a Marina Castaño, que fue compañera en la radio, y decirle, mientras ella iba a turista: "Adióooos, Marina". Nunca se lo agradeceré lo suficiente a Pedro. Penélope era majísima. Mi escena duraba dos o tres minutos, pero tuve que volver a Madrid para hacer una réplica de una conversación telefónica que no salía y que podía hacer cualquiera de producción. Pedro era así. Y luego ir a un estreno con Almodóvar y estar en la misma fila con Penélope, Mathew McConaughey, la madre de Penélope pasándome sándwiches…

Ha hecho un monólogo sobre la posibilidad de que Galicia se independice porque la compra Amancio Ortega. ¿Galizara sería un país de emigrantes, como siempre, o de acogida?

Me consta que a Amancio le gustó la idea, le hizo gracia, porque me lo dijo su hija. ¿Si un jeque puede comprar un equipo de fútbol, por qué nuestro jeque no puede comprar directamente nuestra deuda pública? Feijóo no lo acaba de ver, pero sería un país muy ordenado, la envidia del mundo, y  muy bien vestido, a la moda. Inventaríamos el independentismo capitalista. Paga don Amancio y ya está. Como es muy discreto, no iría a ver a Trump, pero pescando con Mujica en su yate sí le veo.

Dígame un tópico que sea verdad y otro que le fastidie sobre los gallegos.

Absolutamente verdad es eso de que no se sabe si subimos o bajamos. Nosotros lo sabemos perfectamente, otra cosa es no querer dar esa información. Y algo que nos fastidia a todos es cuando vamos a un sitio y llueve y te dicen: "Ya habéis traído los gallegos la lluvia". Yo les contesto: "Y vosotros la gonorrea".

¿Y a usted quién le hace reír?

Buenafuente, Gila, los Monti Pyton, Muchachada Nui, Touriñán… y muchos amigos que no son profesionales del humor pero tienen una gracia bárbara.

¿Y alguien que haga reír sin quererlo?

Rajoy era fascinante, divertidísimo. Tiene un finísimo sentido del humor que la gente no supo captar, en mi opinión.

¿Galicia es un filón?

Es una mina. A mí me lo dan todo hecho.

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Sobre la firma

Natalia Junquera
Reportera de la sección de España desde 2006. Además de reportajes, realiza entrevistas y comenta las redes sociales en Anatomía de Twitter. Especialista en memoria histórica, ha escrito los libros 'Valientes' y 'Vidas Robadas', y la novela 'Recuérdame por qué te quiero'. También es coautora del libro 'Chapapote' sobre el hundimiento del Prestige.

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