Leopoldo Abadía: “Ser tonto es lo mejor; está tirado. Por eso hay tantos”
El ingeniero y escritor habla de la picaresca española, de Dios y afirma: “Si me enterraran con Franco y con Carrillo me partiría de risa”
En el patio de una pequeña empresa familiar en La Bonanova, esa Barcelona de pinos, mansiones y gente como Dios manda. Por cierto, a don Leopoldo Dios le manda mucho. Es afable, divertido y de derechas. Don Leopoldo, queremos decir.
Usted acuñó el concepto de “la cultura del no me da la gana (NMDLG)”. ¿Qué es eso?
A mí siempre me ha gustado hacer las cosas a mi aire. Mi canción favorita es My way (a mi manera). Pero hoy no se puede decir casi nada porque todo está mal visto. Un día, en una conferencia, me referí a los negros literarios. Se levantó uno y me dijo: “No ofenda a los de otras razas”. Pensé: "¿Tú eres tonto de nacimiento o de después?”. Y se levantó otro, que era negro, y dijo: “Pues yo no me he sentido ofendido". Cómico.
Los biempensantes y los políticamente correctos están ganando…
Sí, pero yo soy un maniático de la libertad. Es lo mejor que nos ha dado Dios. Eso sí, en el uso de tu libertad puedes ser un hijo de mala madre.
Esa libertad exige pagar peajes. El qué dirán, las envidias…
EL ABUELO TIENE UN PLAN
Como en el título de aquella película con Paco Martínez Soria. El plan de Leopoldo Abadía (Zaragoza, 1933, ingeniero de carrera y economista autodidacta) es seguir criando nietos y escribiendo libros. El próximo, en octubre: El bitcoin y otros misterios del mundo actual (Espasa). Ya lleva diez.
A mí el qué dirán me importa tres pitos.
Tiene usted un blog titulado El jardín de los sensatos. Lo llamó así como reducto, claro, porque hay infinidad de insensatos sueltos, ¿no?
Toneladas. De derechas, de izquierdas, de la CUP y de Santa María de Garoña.
¿Entonces esto se hunde?
No. Nunca se hunde nada. Siempre salimos adelante. Y además es la hora de los sensatos.
No lo tengo yo tan claro.
¡Que sí! Los sensatos ganaremos la guerra. Lo que pasa es que a veces parece que hay dos españas: la de los sensatos y la de esos señores de la tele que van vestidos de oscuro y ponen cara seria y hablan y saben de todo, y lo dicen para que la gente no les entienda. Son tontos.
Es que es más fácil ser insensato que sensato, ¿no?
¡Clarooooo! Ser tonto es lo mejor. Está tirado. Por eso hay tantos. Pero al final son tontos que han aprendido a ganarse la vida. Con lo cual, igual no son tan tontos.
¿Tienen que ver con la picaresca española?
Claro. La literatura de la picaresca es maravillosa porque sus autores no inventaban. Salían a la calle y solo tenían que copiar.
Escribió el libro Abuelos al borde de un ataque de nietos. ¿La rebelión de los abuelos? ¿Están ustedes cabreados?
Yo es que tengo 50 nietos. Y viene el primer biznieto. Somos una familia de 76. El patriarca Jacob se fue a Egipto con toda su familia. Eran 75. Y va y sale en la Biblia. ¡Pero si en la Biblia tendría que salir yo! Cuando nació el primer nieto, mi mujer le dijo a nuestro hijo: “Como supongo que vendrán más, quiero que sepáis que ni vuestro padre ni yo nos ocuparemos nunca de los nietos. ¿Qué queréis iros a esquiar? Os vais. ¿Qué queréis ir a cenar? Vais. Y buscáis un canguro. Con nosotros no contéis nunca. Para casos de emergencia, siempre”.
Es usted del Opus Dei, y si es del Opus es que va a misa todos los días. Oiga, ¿qué le dice uno a Dios todos los días sin repetirse?
Pues yo le digo sobre todo “Dios, qué sueño tan horroroso tengo, voy a intentar no dormirme, pero échame una mano”.
¿Por qué Dios permite según qué cosas?
¡Ah! Misterio. Nosotros tenemos una hija que a los seis años tuvo una parálisis y se quedó en silla de ruedas. Digerir eso cuesta.
¿Se rebeló contra su Dios en aquel momento?
Yo no, pero no me extraña que la gente se rebele. Yo le dije a Dios: “¡Joder, qué encargo me has dado!”. También le podría haber dicho: “¡Coño, ¿por qué?!”.
Guerras, accidentes, tragedias… ¿no le pide cuentas a Dios?
¡Claro! Como Santa Teresa, que una vez fue donde Dios a pedirle cuentas por algo y él le contestó: “¡Así trato a mis amigos!”. Y ella le respondió: “¡Por eso tienes tan pocos!”.
Usted es un economista que no es economista. No pasa nada, hay masters que no son masters…
Mira, en septiembre del 63 yo llevaba un año dando clase en el IESE y nos enviaron a cinco profesores a Harvard. Sabíamos inglés justo para manejarnos. Nos hablaron de una cosa llamada masters. Y lo trajimos. Yo no es que sepa lo que es un master. ¡Es que fabriqué el master! Y cuando leo las declaraciones del pobre mozo este, que le preguntan si recuerda haber ido a clase y dice “Pues no me acuerdo…”, es que me da la risa.
Dijo usted que estaría encantado de compartir nicho con Franco, José Antonio, Mola y Sanjurjo, pero también con Carrillo y La Pasionaria. Oiga, le pega usted a todos los palos…
Es ridículo que un presidente llegue y diga “me voy a cargar el Valle de los Caídos”. Sostener que nuestro problema es Franco es pensar que somos idiotas. Dije aquello porque, una vez muertos, todos somos iguales. Si a mí me enterraran con Franco y con Carrillo, me partiría de risa con los dos.
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