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‘Adán’ y ‘Eva’, de Cranach el Viejo, se quedan en EE UU

Las dos tablas pertenecieron al marchante holandés de arte Jacques Goudstikker y fueron saqueadas por los nazis

Isabel Ferrer
‘Adán’ y ‘Eva’, de Lucas Cranach el Viejo (1530).
‘Adán’ y ‘Eva’, de Lucas Cranach el Viejo (1530).THE NORTON SIMON ART FOUNDATION

Adán y Eva, sendas tablas pintadas en 1530 por el artista alemán Lucas Cranach el Viejo se quedan en Estados Unidos. Cuelgan en el Norton Simon Museum (Pasadena, California) desde 1971, pero su propiedad estaba en entredicho. Pertenecían a Jacques Goudstikker, un marchante judío holandés forzado en 1940 a desprenderse de más de un millar de obras de arte al escapar de los nazis. Aunque los aliados recuperaron la colección tras la Segunda Guerra Mundial, el Estado holandés la incluyó en su Colección Nacional. En 1966, las autoridades vendieron a un aficionado ruso las pinturas Adán y Eva, que la sala californiana adquirió después, en 1971. La familia Goudstikker reclamó en 2007 ambas obras, pero una corte federal de apelación calificó el lunes de “acto de Estado” la venta oficial de hace cinco décadas, y ha cerrado el caso.

El fallo confirma una sentencia de 2016, ante un tribunal de primera instancia, en Los Ángeles. La misma, admitía que “bajo la ley holandesa las obras estuvieron en manos del enemigo”, pero su propiedad había pasado luego al Estado holandés. Como tal, este pudo venderlas en 1966 a George Stroganoff-Scherbatoff, un antiguo oficial de la marina de Estados Unidos descendiente de nobles rusos. Es el aficionado que en 1971 vendió Adán y Eva al Norton Simon Museum.

Ahora, en la apelación, la juez Margaret McKeown ha calificado de “atrocidad moral el saqueo de arte perpetrado por los nazis, un acto que precisa una respuesta apropiada a escala gubernamental”. De ahí que haya decidido no interferir en un asunto que involucra a un Gobierno extranjero. En especial, porque Holanda consideró en 2006 “saldada” la reclamación de la familia Goudstikker al devolver a Marei von Saher, la nuera del coleccionista, 202 cuadros “por razones morales”. Su abogado ha declarado al rotativo Los Angeles Times, que “estudiará” apelar la decisión. El museo, por su parte, ha emitido un comunicado conciliador esperando “que el asunto haya quedado resuelto”.

La restitución del arte saqueado por los nazis a los judíos europeos ha generado demandas judiciales en Suiza, Francia, Austria, Reino Unido, Estados Unidos, Holanda y la propia Alemania. En todos los casos hay firmas de primera fila, desde Rembrandt a Van Eyck, y de Tiziano a Bruegel, Klimt o Picasso. Sin embargo, la suerte de la colección de Jacques Goudstikker es especial debido a su volumen. Poseía unas 1.200 obras del Siglo de Oro, 30 de las cuales eran de grandes maestros como Rubens, Tintoretto, Giotto, Lippi o Cranach el Viejo. Titular de una famosa galería en Ámsterdam, la valía de sus fondos ha podido ser confirmada porque en 1928 publicó un catálogo, organizaba exposiciones y mantuvo abundante correspondencia con otros coleccionistas e historiadores. Murió en mayo de 1940 (mes de la invasión nazi de Holanda) en una caída a bordo del barco en el que huía. Pocos días antes había fallecido su albacea, y entonces apareció Alois Mield, un antiguo banquero nazi nacionalizado holandés. Se ganaba la vida traficando con las propiedades de los judíos huidos o deportados, y adquirió la colección completa. Después vendió unas 600 obras a Hermann Göring, fundador de la Gestapo.

Désirée von Halban, la viuda de Jacques Goudstikker, sí llegó viva a Estados Unidos con el hijo de ambos, Edouard. En 1950, se casó en segundas nupcias con August von Saher, un abogado holandés, y su hijo adoptó el apellido. Trató de recuperar la colección de su primer marido durante décadas, pero solo lo logró su nuera, Marei, en 2006. El problema es que para entonces ya no podía pagar a sus abogados. Una vez contestada la validez de la “custodia temporal”, aducida por el Gobierno holandés para evitar la devolución de obras repartidas por 14 museos estatales, en 2007 tuvo que subastar una parte de la colección para abonar minutas. Se ocupó la casa Christie’s en Nueva York, Londres y Ámsterdam, que cifró el importe en 12,4 millones de euros. En 2016, el ministerio holandés de Cultura abrió la versión digital del archivo de 15.000 obras robadas por los nazis y aún perdidas.

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