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Crítica | Whitney
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Del icono a la identidad

Al director parece moverle la voluntad de reconstruir la identidad de Whitney Houston en toda su complejidad más allá del sensacionalismo mediático

Whitney Houston, en el documental.
Whitney Houston, en el documental.

WHITNEY

Dirección: Kevin Macdonald.

Género: documental. Reino Unido, 2018.

Duración: 120 minutos.

Cuando este exhaustivo documental de Kevin Macdonald aborda el relato de la decadencia de la estrella, el montaje bombardea al espectador con imágenes de informativos y programas de humor que parecen extraer una perturbadora complacencia al hacer leña del árbol caído. Entre ellas, una secuencia de la serie de animación Padre de familia donde la aireada drogadicción de Whitney Houston da pie a un gag cuya potencia ofensiva encuentra inmediato eco en los rostros y testimonios de los familiares y allegados convocados por el cineasta. Tercera producción reciente en abordar la figura de la estrella tras el biopic televisivo dirigido por Angela Bassett en 2015 y el documental dirigido por Nick Broomfield y Rudi Dolezal –Whitney: Can I Be Me (2017)-, Whitney, de Kevin Macdonald, contextualiza a su objeto de estudio en los diversos marcos sociopolíticos y culturales que contemplaron su ascensión y caída y, sí, Whitney Houston, además de ser un icono de una cierta desnaturalización de la cultura afroamericana para consumo del público blanco y un emblema de esa épica materialista del triunfo de los años ochenta y noventa, también fue un icono de esa era donde la ferocidad mediática se ensañó con aquellos brillos estelares que empezaban a parpadear. La película no puede librarse de ese determinista patrón narrativo que define a tanto biopic musical con final trágico, pero a Macdonald parece moverle un cierto anhelo de justicia, la voluntad de reconstruir una identidad en toda su complejidad más allá del sensacionalismo mediático.

La revelación de que la artista sufrió abusos sexuales en la infancia por parte de su prima Dee Dee Warwick es la noticia bomba que estalla en un punto estratégico del relato, pero, junto a valiosos matices sobre los años de formación –la relación adúltera entre su madre y el predicador, la súbita ascensión social de la familia-, el abundante material de archivo permite apreciar la letra pequeña en sus respectivas relaciones con su amiga y acaso amante Robyn Crawford y con su marido Bobby Brown. Mediante sus constantes vaivenes entre lo público y lo privado, Whitney rasga el icono y revela un alma.

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