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La Fura, entre la Biblia y el Big Bang con ‘La creación’

Carlus Padrissa presenta su visión escénica de la obra de Haydn en El Escorial como homenaje a Gerard Mortier

Un momento de 'La creación', adaptada por Carlus Pradissa.
Un momento de 'La creación', adaptada por Carlus Pradissa. Marie Guilloux
Jesús Ruiz Mantilla

Carlus Padrissa anda con un pie en El Escorial y otro en Eslovenia. El primer escenario le sirve para presentar su adaptación de La creación, el oratorio de Joseph Haydn, mientras en Liubliana acaba de estrenar su Sfera Mundi, basada en la primera vuelta al planeta que emprendió Magallanes en el siglo XVI. La Fura siempre a lo grande... Esta vez a caballo entre la Biblia, el Big Bang y la audacia de sus inagotables cartas de navegación por la escena internacional con Padrissa como uno de sus creadores más cotizados por esos mundos, junto a su colega Àlex Ollé.

Un asombroso hilo de modernidad inspira La creación. Haydn se desmelenó más de la cuenta en su partitura. Dejó de lado su virtuoso equilibrio neoclásico para arrojarse en la atonalidad de inicio. Mezcló la palabra divina con la ilustración. Trufó el Antiguo Testamento con El paraíso perdido de Milton. Fiel a esas premisas, Padrissa ha conjugado la Biblia con el Big Bang. Los límites de la imaginación con el ADN y la teoría de la relatividad. Lo molecular con el sentido del espectáculo.

Su Creación lleva un año de gira por Europa desde que se estrenó en mayo de 2017 en París y recala este verano en El Escorial –sábado 30 y domingo uno- y San Sebastián, donde inaugura la Quincena Musical. Toda una propuesta furera para adentrarse en la poética de los elementos. “Los tiene, en todos los sentidos”, dice Padrissa.

El espectáculo es el homaneje de La Fura dels Baus a Gerard Mortier: "Era como dios, pero con un látigo en la mano", dice Padrissa

Y por eso ha sido el espectáculo que la compañía ha querido dedicar a Gerard Mortier, uno de sus más fieles socios en la sacudida de la escena internacional desde que los descubrió a finales del siglo XX. “Fue él, junto a Josep Pons cuando nos encargó la Atlántida de Falla en Granada, quien nos abrió hacia otros caminos. Y tenía su mal genio cuando veía que no dábamos lo que esperaba de nosotros. Era como Dios, pero con un látigo en la mano”.

De hecho, La creación surgió como idea en su funeral. Mortier murió en 2014, los miembros de la compañía quisieron despedirse de él en Bruselas. Les había programado en vida para el Festival de Salzburgo cuando les encargó La condenación de Fausto para abrir la cita en 1999. Allí lograron un eco mundial del que nunca se han apeado. Luego contó con ellos para su paso por la Ópera de París y en la Trienal del Ruhr. Su visión de Ascenso y caída de la ciudad de Mahagonny, de Kurt Weil, fue el primer espectáculo que Mortier programó en el Teatro Real como director artístico. Padrissa y Ollè se han convertido en una especie de discípulos aventajados de su visión heterodoxa. Lo echan en falta. De ahí su sentido y leal homenaje.

Parten de la raíz del principio de los tiempos: “Con la luz, el agua, el fuego, la tierra… Con unos globos que elevan nuestra propia dignidad en busca de una vía de salvación y representan la pureza, la inocencia”, afirma Padrissa. En La creación, con esa inspiración a medio camino entre la leyenda bíblica y la búsqueda de la ciencia, La Fura plasma su poesía escénica con un discurso presente.

“Todo gira alrededor del caos”, asegura Padrissa. “Cuando Haydn se enfrenta a lo más oscuro de su partitura prueba con acordes disonantes. Nos viene perfecto para adentrarnos en las tinieblas contemporáneas: el drama de los refugiados, la discriminación sexual y racial, los desastres ecológicos”. Pero de ese punto de partida hay que andar para buscar un puerto digno. “La luz, que para nosotros es la ilusión de salir hacia algún lugar donde salvarse. Esa voluntad, esa decisión, ese arranque representa la esperanza”.

Padrissa espera en España el mismo éxito que ha tenido La creación en Francia, Austria y Alemania. “En Viena creí que nos iban a dar... Pero no, les gustó”. Justo allí lo estrenó Haydn en marzo de 1799. La expectación sobrepasó sus mejores augurios. La policía tuvo que acordonar la calle para guiar a la multitud que no quería perdérselo. Antonio Salieri tocó el pianoforte y el compositor apenas descompuso su gesto medido, elegante, zen, ajeno a las salidas de tono y las emociones fuertes.

Los nuevos caminos que abría la obra dejaban atrás el neoclasicismo y entreveían futuros inciertos que transitaron los románticos, inspirados en la travesía que el compositor emprende con Adán y Eva, con Rafael, Gabriel y Uriel, los cinco personajes principales del oratorio junto al coro. Serán arropados este fin de semana por José Ramón Encinar, como director de la Orquesta Sinfónica Verum, con Alicia Amo, Gustavo Peña y Thomas Tatzl como solistas en esta apertura del Festival de Verano de El Escorial.

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Sobre la firma

Jesús Ruiz Mantilla
Entró en EL PAÍS en 1992. Ha pasado por la Edición Internacional, El Espectador, Cultura y El País Semanal. Publica periódicamente entrevistas, reportajes, perfiles y análisis en las dos últimas secciones y en otras como Babelia, Televisión, Gente y Madrid. En su carrera literaria ha publicado ocho novelas, aparte de ensayos, teatro y poesía.

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