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Juan López, pintor de sensaciones taurinas

“La tauromaquia tiene su propia música y no es el pasodoble”

Juan López, junto a una de sus obras taurinas.
Juan López, junto a una de sus obras taurinas.

Hace cuarenta años, el pintor Juan López (Madrid, 1955) decidió conocer la fiesta de los toros y asistió a un festejo en la plaza de Las Ventas. Y ahora reconoce que recibió una fuerte impresión por el color, la luz, el sonido, el olor… Y, desde entonces, la temática taurina forma parte de su obra.

Estos días expone en el hotel Wellignton de Madrid una muestra de sus últimas sensaciones taurinas titulada ‘Una visión neocubista de la fiesta de los toros’; en ella representa una original concepción de distintos momentos del rito taurino, fruto de un exacto conocimiento de los misterios del toreo y de su amor por el toro y el torero.

Aquella visita al coso madrileño fue muy posterior a su estreno en el Museo del Prado, de la mano de su padre, cuando acaba de cumplir seis años.

“Recuerdo que me frené en seco delante del cuadro 'La adoración de los pastores', de Rubens, y ahí recibí la inoculación del veneno de la pintura. Todo mi quehacer profesional tiene su origen en esa sensación de mi infancia”, cuenta el artista.

Estudió dibujo y pintura, y su primera dedicación fue el expresionismo; poco después, se interesó por el cubismo, y, posteriormente, derivó hacia una visión personal de deconstrucción de las figuras hasta llegar a la abstracción.

Fuera de España ha expuesto en Nueva York, Ohio, Londres, Amsterdan y Lisboa; y su obra, amplia y diversa, incluye desde los bodegones hasta el cuerpo humano, el deporte, el diseño, la música, la religión, la escultura y los toros.

“Cuando conecté con el mundo del toro me propuse introducirme en él y pedí a mi amigo el maestro Andrés Vázquez que me ayudara”, cuenta el pintor. Y de la mano del torero zamorano conoció el toreo en los pueblos, las penurias de los aspirantes a figura, la miseria y la grandeza de la profesión. Y de ese conocimiento nacieron varias exposiciones, dos de ellas en Portugal.

“Lo primero que me sorprendió fue el choque entre el toro y el picador”, afirma Juan López; “y después me fui refinando hacia sensaciones nuevas, y aprendí que el toreo tiene su propia música, y no son los pasodobles, sino la voz del torero, los andares del toro, el color, las reacciones del público, las ovaciones, el triunfo, el silencio, el fracaso…”

Del picador a la media verónica, el toro, el paseíllo, los tendidos, la muleta y hasta una deconstrucción de Las Meninas, a las que Juan López retrata junto a una cuadrilla al completo.

“En el fondo -dice el pintor- toda mi obra es una transmisión de sensaciones”.

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