Rafael Lozano-Hemmer, un humanista tecnológico en Montreal
El artista mexicano inaugura en el Museo de arte contemporáneo de esta ciudad la exposición Unstable Presence, donde figuran varias de sus obras más reconocidas
Rafael Lozano-Hemmer (Ciudad de México, 1967) radica en Canadá desde los 17 años. Se graduó como fisicoquímico, aunque la creación artística llamó a su puerta con rapidez, primero integrando un grupo de performance para después concentrarse en las posibilidades artísticas de la electrónica. “El arte electrónico es un arte escénico. No me baso en los objetos o en algo permanente. Me interesa lo efímero y lo que ocurre con la participación del público. Puede surgir algo lúdico o temeroso. No se sabe y eso me gusta: que yo no controle el desenlace de la obra. La gente participa en la experiencia estética”, comenta Lozano-Hemmer.
La interacción está en el centro del universo creativo de del artista mexicano. Sus obras para espacios públicos lo han refrendado. Un ejemplo fue Elevación Vectorial (1999), en la que invitó a internautas a diseñar esculturas de luz en el zócalo de la Ciudad de México. Otro más fue Solar Equation (2010), una instalación en Melbourne que consistió en una réplica del sol sobre la que se proyectaban imágenes del astro tomadas por la NASA, pero que los asistentes podían cambiar por medio de dispositivos móviles.
Esta necesidad de que el público sea parte toral de la obra también ha aparecido recurrentemente en las piezas de Lozano-Hemmer expuestas en bienales, museos y galerías de medio mundo. El MoMA de Nueva York, la Tate Gallery de Londres, la Bienal de Venecia y otros espacios de importancia han sido testigos de ello. Del 24 de mayo al 9 de septiembre, el Museo de arte contemporáneo de Montreal -en coproducción con el de arte moderno de San Francisco- ofrece la exposición Unstable Presence (Presencia inestable), que reúne 21 de las obras más reconocidas en la trayectoria del mexicano. Montreal no es una ciudad más para Lozano-Hemmer; pasa la mayor parte del año en esta urbe, donde abrió en 2003 Antimodular Research, su estudio creativo que acoge a 14 colaboradores (lingüistas, programadores, arquitectos, entre otros expertos).
Las piezas exhibidas en Montreal dejan entrever los asuntos que inquietan a Rafael Lozano-Hemmer. “Me interesa mucho hacer tangibles procesos invisibles que están siempre con nosotros”, señala. Así, temas como la memoria, la presencia, las formas de control y la violencia aparecen gracias a la participación del público, bajo un vasto abanico de recursos tecnológicos. Lozano-Hemmer ha reconocido la influencia de creadores como Jochen Gerz, Buckminster Fuller, Marta Minujín, Gyula Kosice y los estridentistas mexicanos.
En Zoom Pavillion (2015), ubicada en la primera sala de la exposición, Lozano-Hemmer presenta -en colaboración con el polaco Krzysztof Wodiczko- una instalación donde se reflejan en los muros imágenes en blanco y negro tomadas por cámaras de vigilancia, haciendo uso de sistemas de reconocimiento facial en los visitantes y de algoritmos para monitorear sus relaciones en tiempo y espacio. De este modo, el ambiente adquiere tintes orwellianos. Metros después aparece Vicious Circular Breathing (2013), un imponente sistema de tubos, válvulas y bolsas de papel que desemboca en una cabina sellada. Ahí, los individuos deberán respirar el aire dejado por visitantes anteriores, en una interacción anónima y propia de la cotidianeidad.
“El talento ilimitado, la ambición y la curiosidad intelectual animan la variada producción de Lozano-Hemmer”, sostiene John Zeppetelli, director general del Museo de arte contemporáneo de Montreal. Dos obras ejemplifican el interés que tiene el mexicano por otras disciplinas del arte. La primera es Call on Water (2016), una especie de espejo acuático en el que al acercarse una persona se acciona un mecanismo que libera palabras en forma de vapor. Las palabras son fragmentos de algunos poemas de Octavio Paz, tío de Lozano-Hemmer. La segunda es Sphere Packing: Johan Sebastian Bach (2017), mostrada por primera vez al público. Se trata de una esfera donde un visitante está rodeado de 1,128 pequeños altavoces, los cuales emiten fragmentos del mismo número de composiciones del reputado músico.
“Hay que utilizar la tecnología en el arte para criticar, resistir, dialogar, buscar situaciones poéticas. No podemos separarla de nosotros. Marshall McLuhan ya lo señalaba al afirmar que no es posible desligarnos de la tecnología porque es como una segunda piel”, comenta Lozano-Hemmer. La exposición Unstable Presence llegará al Museo de arte contemporáneo de Monterrey en agosto de 2019 y al de arte moderno de San Francisco en septiembre de 2020.
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