Antonio Moral: “En el Ministerio de Cultura, manda Hacienda. Yo me voy”
El responsable del CNDM, el mayor ciclo musical público con más de 300 actuaciones al año en toda España, no renovará su contrato y denuncia la falta de flexibilidad en el Inaem
Cuando Antonio Moral entró hace ocho años, el Centro Nacional para la Difusión Musical (CNDM) era un remiendo de la crisis recién creado para ahorrar dentro del ministerio de Cultura. Hoy aúna el conjunto de ciclos musicales impulsados desde el sector público más grande y exitoso de España. Programan más de 300 actuaciones al año en todo el territorio nacional, por Europa y América. Sus programas y festivales de barroco, música de cámara y sinfónica, jazz, flamenco y demás fusiones cuentan con una ocupación media del 90%. Pero su director abandona. Ha anunciado a los responsables del Instituto Nacional de Artes Escénicas y de la Música (Inaem) que no renueva su contrato en septiembre y se va. “A mi casa, a pensar. Luego ya veré”, asegura a EL PAÍS. Las razones son personales, pero también de cierto hartazgo: “En Cultura no manda el ministro del ramo, manda Hacienda. Yo me voy, mi labor ya está hecha”.
Sale, pero deja los deberes acabados. “La temporada próxima está cerrada”, comenta. Abandona cuando se encuentra en la cresta. De director artístico del Teatro Real, donde estuvo cinco años, pasó al presente cargo en la etapa de Félix Palomero como director del Inaem. Corría el año 2010 y apretaba la crisis: “Reunieron tres unidades del organismo en uno. Pero de los 3,5 millones que representaban con la suma, se quedaron en dos. Hoy, el presupuesto ha aumentado a 2,2. Pero la recaudación ha pasado de 90.000 euros a 1,1 millones”.
¿Cómo? Con un crecimiento variado de oferta de programas imaginativos y un acercamiento constante a nuevos públicos convocados también a base de precios baratos. Las entradas cuestan entre 40 y 5 euros. Muchos responsables de ciclos privados le han acusado de dumping musical. “No es así porque la oferta privada persiste, pero los ciudadanos tienen derecho de disfrutar de la música por un precio asequible”, asegura Moral.
Nuevos ciclos, nuevos públicos
La gestión de Antonio Moral al frente del Centro de Difusión Musical ha sido un revulsivo público. Pero no sólo en Madrid. En toda España. “En la capital realizamos en 40% de la programación, el resto, la mayoría, la hacemos fuera”. En la sede principal resultaba urgente romper la distancia que provoca el Auditorio Nacional en muchos sectores. O el tanatorio nacional, como lo denomina Alfonso Aijón, creador de Ibermúsica. Moral tenía la misma sensación: “Se trata de un lugar frío, distante. Había que atraer a la gente y para ello debíamos explorar lo fronterizo”. Entre los ciclos de su propia creación han arrasado el Universo Barroco, el de jazz, el de flamenco, el Sólo Música, con encierros de orquestas y directores durante un día en auténticos maratones, o el Bach Vermut: música de órgano con el atractivo previo de un aperitivo a la entrada. “Muchos me advirtieron que los aficionados no clásicos no acudirían. Hoy, los más numerosos son los de jazz y flamenco. Si no lo intentas, no lo llegarás a saber”. Aparte, han alcanzado a primerizos. “Jóvenes o público que sólo acude una vez al año a un concierto. En el ciclo Sólo Música hicimos nuestras prospecciones. Un 17,7% tenía menos de 30 años y un 30,7% era completamente nuevo”.
Las críticas de la competencia –totalmente lícitas- no le han cansado tanto como la rigidez de la administración: “Estoy cansado después de 13 años de gestión intensa, tanto aquí como en el Real. Ya he cumplido 61 años y necesito un respiro. Lo dije en febrero y estoy agradecido porque Montserrat Iglesias, la directora actual del Inaem ha intentado convencerme por todos los medios de que me quede. Hasta ahora he hecho lo que he podido con su apoyo. Pero desgraciadamente, insisto, el Inaem no depende del ministro de Cultura, sino de Hacienda. Ellos tienen la última palabra y es un problema que debemos solucionar porque ya son 8 años así”.
Llevan una década fiscalizados constantemente desde dentro, con una rigidez diaria que imposibilita giras, contrataciones o gastos imprevistos. “Ni la dirección del Inaem ni yo estamos para luchar contra los elementos. De todo mi tiempo, el 80% se va en solucionar problemas administrativos, no artísticos”.
¿Cuál es la solución? “Más flexibilidad. Que se convierta en una agencia pública o fundación dependiente del Estado. Lo mismo que quieren hacer con el Teatro de la Zarzuela, ¿por qué no lo trasladan al resto? No sería privatizar, como denuncian los sindicatos. Eso no es correcto. Se trata de flexibilizar la gestión. Es la única salida y así se lo he dicho al secretario de Estado de Cultura, Fernando Benzo. Hablamos de una cuestión de voluntad política”, afirma Moral. Y de reventar ataduras: “No se puede paralizar la actividad artística por la burocracia y el corsé que impone la administración. Es ridículo, nos encontramos ante un paraguas inoperante”. Por tanto, Moral da un paso atrás. “Pero volveré con algo, no sé qué. A mí lo que me gusta es inventar”.
Babelia
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