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La vena rockera de Los Ángeles Azules

El grupo mexicano de cumbia es el primero en su género que se presenta en el festival de Coachella

Foto promocional del grupo mexicano de cumbia Los Ángeles Azules.
Foto promocional del grupo mexicano de cumbia Los Ángeles Azules.Ocesa Seitrack
Alejandro Mendoza Arriaga

Los Ángeles Azules pudieron haber sido una banda de rock. Actualmente son el grupo mexicano de cumbia más popular en su país, pero sus primeros contactos con la música estuvieron lejos del género tropical que los distingue. De no haber sido porque el destino les tenía preparado otro camino para llegar a los grandes escenarios internacionales, su actuación este viernes en la edición 2018 de Coachella no habría resultado, por lo menos, curiosa. Son la primera agrupación de cumbia que se presenta en el icónico festival de la localidad de Indio, California, más acostumbrado a los grandes nombres del rock, el pop y hip-hop en inglés y que este año encabezan Beyoncé y Eminem.

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Los seis hermanos Mejía Avante (Jorge, Alfredo, Cristina, Elías, Lupe y Pepe), fundadores de Los Ángeles Azules, son originarios del barrio de San Lucas, en la delegación Iztapalapa, la demarcación más poblada de la Ciudad de México —1.827.868 habitantes, según el Instituto de Estadística de México (INEGI)—. Comenzaron el grupo desde niños, ocupando una sala de ensayo abandonada que su madre solía alquilarle a la extinta banda de rock homónima de un amigo de la familia. De ellos retomaron el nombre y también el tipo de música que tocaban en sus inicios: “Empezamos copiando la música que oíamos en la calle en aquel entonces —finales de los años 70—, que era de Creedence Clearwater Revival, Grand Funk Railroad o Three Souls in My Mind”, rememora Pepe Mejía, percusionista del grupo.

Todavía eran aficionados que estaban aprendiendo a tocar instrumentos rudimentarios. En el caso de Pepe, sus primeros tambores fueron unos botes de plástico; hasta que poco a poco su madre fue apoyándolos para comprar instrumentos reales, cuando el grupo empezó a mostrar vocación por el oficio. Fue entonces que comenzaron a buscar sitios donde presentarse, aunque no con muy buena fortuna. “Nadie quería contratarnos”, se lamenta Pepe Mejía. “En aquella época estaban de moda los sonideros —espectáculos de DJ que pinchan música tropical—, como La Changa, que tocaban cumbia colombiana”, recuerda el percusionista. Así que, conscientes de las tendencias en su barrio, se dieron a la tarea de dejar atrás las canciones de rock and roll de su repertorio y abrazaron el sonido “guapachoso” (jovial) que llegaba desde Sudamérica.

A partir de ese giro, el nombre de Los Ángeles Azules empezó a aparecer por todo Iztapalapa en los carteles de las tardeadas, un tipo de fiestas populares que se celebran en la vía pública y que impiden el tránsito de los coches a lo largo de una calle. Sus actuaciones fueron cobrando fuerza con el paso de los años, hasta que la disquera Disa, especializada en música tropical, les ofreció un contrato. La clave de este ascenso, asegura Pepe Mejía, fue solo una: “La gente siempre va a estar enamorada, y nosotros le cantamos al amor”. Su primer gran éxito, Entrega de amor, así como otros temas clásicos del grupo, entre otros Mi niña mujer y 17 años, respaldan su marcado estilo romántico. “¡Éramos una máquina de vender discos!”, cuenta entusiasmado el músico.

La decadencia

El periodo más fructífero del grupo ocurrió en la década de los años 90. Pero a comienzos del siglo XXI, otros géneros populares irrumpieron en el gusto del público mexicano, en especial la banda y el duranguense, provenientes del norte del país. En consecuencia, la popularidad de Los Ángeles Azules se fue desvaneciendo. Incluso en las estaciones de radio les decían que su tiempo había pasado, a tal grado que para subsistir, Pepe Mejía afirma que tuvo que empezar a vender algunas de sus pertenencias.

Sin embargo, la cumbia se mantuvo viva en la ciudad norteña de Monterrey, capital del Estado fronterizo de Nuevo León. A finales de los años 90, la urbe era un hervidero musical entre el surgimiento de bandas destacadas de rock y hip-hop —movimiento conocido como la avanzada regia— y la aparición de un estilo particular de cumbia que empezaba a cobrar fuerza localmente y que encabezaba el acordeonista Celso Piña. De hecho, nacieron grupos que proponían una completa mezcla de ambas corrientes, entre las que destacó El Gran Silencio. Pero el momento cumbre llegó en 2006, cuando el propio Celso Piña publicó el disco Babel, que incluía la canción Cumbia sobre el río, una colaboración con la banda de hip-hop Control Machete.

Cumbia sobre el río fue un momento importantísimo [para la música en México]”, asegura el periodista musical Julio Martínez Ríos. El éxito de esa canción alcanzó a seguidores de todos los géneros urbanos en aquel momento, por lo que, en su opinión, “ayudó a romper los prejuicios del público más fundamentalista del rock”. No era la primera vez que ocurría algo semejante, porque anteriormente algunas bandas importantes en la escena mexicana a principios de los 90, como Caifanes, Café Tacvba o La Maldita Vecindad, ya habían “entendido la condición híbrida de la música”, subraya el periodista. No obstante, la colaboración entre Celso Piña y Control Machete sí “abrió la puerta” a este tipo de interacciones, dice Martínez Ríos.

Resurgimiento

La confirmación de esta relación entre el rock y la cumbia llegó en 2013, y con ella el resurgimiento de Los Ángeles Azules. En ese año, el festival Vive Latino, que se celebra desde 1998 en la Ciudad de México, decidió incluir en su programación al grupo de cumbia de los hermanos Mejía Avante. Tradicionalmente, este es el foro más importante del rock y de la escena alternativa mexicana, y el cartel suele estar ocupado por propuestas en esa línea. Aun así, lejos de causar controversia, la presentación de Los Ángeles Azules no sólo resultó exitosa en el escenario del Vive Latino, sino que terminó llevando al grupo nuevamente a grabar en un estudio.

En 2014, los músicos mexicanos Camilo Lara, fundador del grupo de música electrónica y hip-hop Instituto Mexicano del Sonido, y Toy Selectah, exintegrante de Control Machete, produjeron el disco Cómo te voy a olvidar, que recopila los grandes éxitos de Los Ángeles Azules en colaboración con cantantes destacados del rock y el pop en México. El álbum recibió en 2016 un doble disco de diamante por las 600 mil copias vendidas, y este impulso les llevó a ofrecer un concierto en el Hollywood Bowl de Los Ángeles, California, en septiembre de 2017. “Para mí, son el mejor grupo mexicano de la actualidad”, sentencia Camilo Lara. El músico explica que decidió trabajar con los hermanos Mejía Avante porque “sus canciones forman parte del ADN de los mexicanos”. “Nadie podría representarnos mejor que ellos en Coachella”, asevera. Al final, ha sido su eterna relación con el rock la que ha puesto a Los Ángeles Azules en el escenario del festival californiano: el sueño de cualquier rockero no solo en México, sino en el mundo.

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Sobre la firma

Alejandro Mendoza Arriaga
Redactor de Escaparate y también ha pertenecido a las secciones de Cultura y Deportes. En México, trabajó y colaboró en diversos medios culturales, como Canal 22, La Digna Metáfora y la revista N3RVIO. Es licenciado en Comunicación por la Universidad Nacional Autónoma de México y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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