Muere Antonio de Canillas, emblema de la Málaga cantaora
Fallece a los 88 años uno de los artistas flamencos en activo más veteranos
Hace apenas unos pocos meses, Antonio de Canillas lanzaba su último disco, y era, por demás, doble. Al recibirlo, el aficionado se sorprende y conmueve. La memoria situaba al cantaor, ya veterano diez años antes, en el Teatro Cervantes, dentro de la Bienal de Málaga que diseñara y dirigiera José Luis Ortiz Nuevo en 2007. Se abre el disco y, en ese momento, Antonio Jiménez González, nacido en 1929 en Canillas de Aceituno, el pueblo malagueño del que toma el nombre y del que es Hijo Predilecto, se convierte en una suerte de héroe por su osada longevidad de cantaor y de aficionado que viene a tirar por tierra cualquier leyenda negra sobre artistas flamencos de mala vida que mueren jóvenes. Él, por el contrario, parecía alimentado por la afición, por el amor a los estilos de su tierra, para seguir cantando y hacerlo con la sabiduría que el paso del tiempo otorga. Él, que siempre se había distinguido por la defensa de los estilos de su tierra malagueña, de los que anunciaba su peligro de desaparición, una vez más se aprestaba a recrearlos. Malagueñas de El Canario, de La Trini, del Niño de Vélez junto a las suyas personales. Petenera de la Rubia de Málaga, cantes de Juan Breva y del Piyayo, jabera y jabegote, estilos tan pegados a la tierra como al mar. No era la primera vez que se ocupaba de ellos. Ya aquel glorioso año que fue para el Málaga flamenco el de 2007, la diputación provincial editó el primer volumen de la serie El Canario más sonoro, protagonizado por él con magna vocación antológica.
En 1967 Antonio de Canillas obtuvo una de las primeras Lámparas Mineras en el VI Concurso del Cante de las Minas de La Unión (Murcia), uno de los muchos méritos y premios conseguidos, y una de las facetas, el de los cantes de levante, en las que más brilló. Sin embargo, uno de sus más preciados galardones sea el haber sido reconocido de forma unánime como el principal impulsor de la saeta malagueña, rica variante que aunaba la interpretada por seguiriya con la hecha por martinete obteniendo un mayor recorrido Así se lo reconoce el experto flamencólogo malagueño Ramón Soler Díaz, poco antes de visitar el sanatorio donde el mundo flamenco da su último adiós al cantaor. Sin minusvalorar este aspecto, Soler subraya de forma especial el valor de Antonio de Canillas como transmisor por vía oral de los estilos tradicionales malagueños y "puente fiable entre dos siglos", con cantaores nacidos a finales del del siglo XIX —Diego El Perote, El Breva Chico, Niño de las Moras, Niño de Vélez…— y los nacidos a partir de los años cuarenta del siglo pasado. Tiempo tuvo para aprender de los mayores y no dejar de cultivar los estilos que fueron su vida.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.