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Rayden: “El consumo de la música se está orientado para la destrucción de la calidad”

El rapero actúa el próximo 14 de abril en Los Matinales de EL PAÍS en uno de sus últimos conciertos en sala de la gira 'Antónimo'

Andrea Nogueira Calvar
El rapero Rayden, en un bar de Madrid.
El rapero Rayden, en un bar de Madrid. Inma Flores

El rapero Rayden lleva más de un año girando con su disco Antónimo. Una de las últimas oportunidades para verlo en sala será el próximo 14 de abril, en la Galileo Galilei, dentro del ciclo Los Matinales de EL PAÍS. Como en la mayoría de sus conciertos, ya no quedan entradas. Y es que David Martínez (Alcalá de Henares, 1985) reconoce que esta gira es un éxito, aunque no le guste malgastar el término: “Me está volando la cabeza para bien y creo que es una conexión muy bestia y mágica con el público”.

Pregunta. Al menos desde fuera parece su mejor momento.

Respuesta. Siempre me dicen eso, así que toco manera para que me lo sigan diciendo. Me están pasando cosas que parecen impensables para un artista urbano, pero al final sí ocurren.

P. ¿Prepara algo diferente para el matinal o seguirá la tónica de los conciertos de la gira?

"Va a ser el primer concierto que me vea mi hijo"

R. Va a ser acústico. Vamos a llevar un contrabajo, guitarra de jazz, una batería muy simple y teclados. Vestiremos las canciones para que la gente pueda sentirlas de una manera que nunca habrían podido hacer, más teniendo en cuenta que es de día y la sala no es muy grande.

P. ¿Habrá alguna colaboración?

R. No, porque con estas cosas más recogidas no me gusta hacer una fanfarria, presentando a una persona y a otra. Quiero que el oyente tenga la atención focalizada.

P. El objetivo de Los Matinales es juntar públicos, que no suelen encontrarse, con la música en directo, una reunión que también consigue usted, lo que es raro teniendo en cuenta que es un artista urbano, que suelen tener un público muy sectorial. ¿A qué cree que se debe?

"El rap es el estilo de música más libre"

P. Conecta mucho con el público a través de redes sociales. ¿Cómo lo gestiona?

R. Lo hago cuando me apetece. Somos afortunados: las redes sociales tiene cosas buenas y malas, pero una de las buenas es que sirven para democratizar el arte. Ahora cualquier persona que cuelga su canción en la red puede llegar a eso. Me gusta tener ese nexo con el público. Tampoco quieres ser falso humilde, pero sí ser agradecido, porque son ellos los máximos responsables de que tú estés ahí.

P. Esta apertura que tiene de estilo y que revierte en un público variado es criticada de una manera curiosa: le relacionan con el buenismo y el positivismo dentro del rap.

R. En el documental sobre la caracterización de Jim Carrey, Man of the Moon, él dice una frase que cito porque creo que es la mejor respuesta: si vas a fracasar, que sea haciendo lo que te gusta, no intentando satisfacer a cualquier persona. Tengo unas inquietudes y gustos musicales que no tienen que ver exclusivamente con el rap más ortodoxo. Lo que me eriza la piel es Paolo Nutini, Alabama Shakes, Michael Kiwanuka, Led Zeppelin y Vetusta Morla, pero también Kase O, Sharif… Debería simplificar mucho mis gustos para sonar solo a pum-kas, pum-pum-kas, bombo, caja. A mí lo que me llena es otra cosa y por eso también llevo una banda. Hacer lo que quiere el sector más talibán sería faltarle el respeto al público y a mí porque haría algo que no siento.

P. ¿Cómo entiende el rap?

R. Posiblemente sea el estilo de música más libre, a pesar de que hay sectores más sectarios, valga la redundancia, que quieren que se guíe solo por unas riendas. Tiene una multitemática muy bestia, se están creando subestilos dentro del género. En las listas de streaming y en listas de formato físico es lo que está copando los puestos más altos, si quitas cosas como OT. En festivales también estamos encabezando muchos. El rap es el estilo que posiblemente más tiene que decir.

R. A lo mejor al discurso que tengo y la musicalidad de mis canciones. La gente cuando habla de un artista de rap se piensa algo que se rompe cuando llega a mí. Tengo 32 años y el rap en España tiene 32 años, pero es curioso que esta sea la primera gira en la que tengo público de 40 a 50 años. No sé qué estaré haciendo, pero supongo que estará bien porque la gente destruye ese miedo a acercarse a esta música. Ya de por sí está sucediendo esto y, por lo que me han hecho saber, sé que en el matinal va a haber muchas familias con niños. Incluso va a ser el primer concierto que me vea mi hijo, que en mayo hace dos años.

P. Después de estar cantando toda la gira canciones como No hago rap y posicionarse en contra del puritanismo, ¿cree que ha cambiado la visión que había sobre usted?

R. No. Me ha servido para colaborar con gente de otros estilos como Leiva, Rozalén, Marwan, Sidecars, Carmen Boza, Leonor Watling, de Marlango… Ha servido para que la gente pierda el miedo de "a ver qué hace este chaval". Tengo la suerte de que, en el sentido más positivo, no tengo respeto a nada. Cuando me dicen cosas como lo de cantar frente al Guernica, que yo sea el único referente urbano es una cosa que desde malas lenguas sería una etiqueta de "Mira el que hace la canción de". Siempre me van saliendo nuevas etiquetas y con eso vas desdibujando los prejuicios que se puedan tener.

P. Nach, SFDK y otros referentes del hip hop hablan de que el disco ya no es lo importante y Rayden sale con una trilogía.

R. Leí que era el último disco físico de SFDK. ¡Qué pena! Yo no hago discos para vender y con esto no digo que SFDK sí. Para mí es un sentido romántico. Ahora es la cultura del single y donde nada tiene que ver con nada, pero a mí me gusta contar historias y crear conceptos. No es que el siguiente disco vaya a ser conceptual, es que el que saldrá en 2020-2021 también va a ser un disco, aunque sea de libre descarga. Las historias se están perdiendo por culpa de las plataformas. Lo que se está produciendo con esto es que todas las canciones suenen con los mismos acordes, con las mismas temáticas. La gente que solo quiere soltar singles se está condenando a que toda la música suene igual. Al final todo suena a Despacito o Bailando de Enrique Iglesias. A mí me preocupa. Pero yo voy a seguir haciendo discos.

P. ¿Qué puede contar de ese nuevo disco que sale en octubre?

R. Que se va a llamar Sinónimo. Va a seguir la estela de colaborar con gente que es punta de lanza de otros estilos, pero aquí sí que he metido una colaboración de rap que en el anterior no había. Lo voy a producir yo. Ya lo había hecho con temas sueltos de anteriores trabajos. Me veo en una madurez musical para poder hacerlo. Realmente a cada persona que le enseño el resultado de las primeras maquetas me dicen: tío es tu mejor disco, ¿por qué no lo has hecho así todo tú? Y la verdad que estoy muy contento. Es un disco para hacerse en vinilo.

P. ¿Es una posibilidad?

R. Este ya salió en vinilo y muy bien porque se agotó. Este creo que por la sonoridad se debería escuchar en vinilo. Leí no lo del último disco de SFDK y hablé también con Sharif, que también quería hacerlo, pero es que yo lo necesito. Sino también van a desaparecer los estudios de grabación, las productoras de videoclip porque se van a grabar solos. Todo se está orientando de una forma que es la destrucción de la música de calidad. El consumo, no el disfrute, de la música como producto se está orientado para la destrucción de la música de calidad.

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Sobre la firma

Andrea Nogueira Calvar
Redactora en EL PAÍS desde 2015. Escribe sobre temas de corporativo, cultura y sociedad. Ha trabajado para Faro de Vigo y la editorial Lonely Planet, entre otros. Es licenciada en Filología Hispánica y máster en Periodismo por la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS.

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