Jóvenes, hermosos e infelices
Resulta asombrosa la brecha entre las radiantes canciones de Marvin Gaye & Tammi Terrell y la realidad de sus vidas atormentadas
Las canciones de amor tienen bula, supongo. Incluso las que han sido fabricadas industrialmente. Permiten articular sentimientos tanto nobles como miserables. Nos empujan a vivir en una escala épica definida por compositores fantasiosos. Curan, o relativizan el dolor, al sugerir que nuestros pobres dramas tienen dimensiones universales. Aunque sean mentiras.
La compañía Motown se especializó en ofrecer placebos sentimentales, desde consuelo para hombres desesperados (¿quién podía comparar sus sufrimientos con los de Levi Stubbs?) a consejas maternales para muchachas ingenuas. Con los discos de Marvin Gaye y Tammi Terrell, encontraron un filón romántico: chico y chica compartiendo la exaltación de ser pareja, la maravilla de conectar en todos los planos. Marvin era el galán de la compañía, viril y sensible; Tammi, la simpática vecina de al lado, con evidente sensualidad.
Marvin ya había realizado duetos con Kim Weston y Mary Wells cuando los productores de plantilla recordaron que tenían una grabación congelada, Ain’t No Mountain High Enough, interpretada por un fichaje casi olvidado: la vocalista Tammi Terrell. Convencieron a Gaye para que cantara sobre la toma inicial y aquello adquirió temperatura volcánica. Fue éxito grande en 1967 y ha conservado su gancho: funciona en películas y anuncios (recuerden aquella campaña de MoviStar en 1999).
Los siguientes discos eran un festival de dicha, un torrente de piropos mutuos: “El cielo te debe haber enviado desde allá arriba”. La naturaleza explosiva de aquel repertorio escondía que los protagonistas eran gente traumatizada. Marvin había huido de su padre, un predicador sádico; casado con Anna Gordy, hermana del fundador de Motown, vivía una sexualidad tortuosa. Tammi, que en 1967 tenía 22 años, había sobrevivido a relaciones infernales con hombres casados y violentos: James Brown y David Ruffin, cantante de The Temptations.
Según los testigos, no hubo idilio entre Marvin y Tammi; el trato tendía a lo fraternal. Sin embargo, la felicidad duraría poco: en octubre de 1967, actuando con Marvin, Tammi se desmayó. Se la diagnosticó un tumor cerebral. Acababan de publicar su primer LP conjunto, United. Pero Motown quería más: el segundo álbum, You’re All I Need To Get By (1968), se grabó aprovechando los intervalos entre las muchas operaciones que sufrió Tammi. Para el tercero, Easy (1969), ya estaba muy mal: fue sustituida en muchos temas por Valerie Simpson, que era la coautora de buena parte del material. Simpson ha negado esa suplantación pero Marvin confesó que se hizo así. El sentimiento de culpa le abrumó: abandonó las giras, decidió dejar de fingir en su música. Accedió a las exigencias de la empresa, no solo por su integración en la familia Gordy: se supone que el dinero generado por aquellos discos ayudaba a pagar el tratamiento oncológico de su amiga.
Cuando Tammi murió, en 1970, su madre pidió que Marvin hablara en el funeral pero prohibió la entrada al personal de Motown. Gaye superó la depresión trabajando en lo que sería su disco de emancipación, What’s Going On (1971). Ya conocen su vida posterior, marcada por asombrosos altibajos. Hasta que chocó con sus demonios: su padre le mató a tiros en 1984. Nadie fue capaz de hacer una canción al respecto.
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