Terapia de choque
Erika Martínez ofrece en 'Chocar con algo' una reflexión no exenta de ternura que invita a dar la vuelta a las convenciones de género y del género
Desde Color carne (2009), la poesía de Erika Martínez se ha propuesto un cuestionamiento incompasivo de los clichés ligados a la identidad femenina. Esta actitud de sospecha se intensifica en Chocar con algo, donde la indagación subjetiva adquiere implicaciones públicas. A lo largo de las cuatro secciones del libro asistimos a la construcción de un yo lírico que adopta los roles sucesivos de escritora, ciudadana, no-madre y flâneuse por los escaparates de una ciudad de servicios. La estética de la fractura que defienden estas páginas se canaliza a través de la violencia tectónica del aforismo. Así se observa en fogonazos discursivos cargados con la pólvora de ironía: “Si pones el ojo en la cerradura, / te devuelve la mirada” o “Todo cementerio es zona wifi”. El primer apartado del libro (‘Mujer agita los brazos’) combina la reivindicación subversiva de la escritura y la crítica irreverente al lugar subsidiario que ha ocupado la mujer en las hornacinas institucionales, según se aprecia en composiciones como ‘El guardapelo de las poetisas’ o en versículos como “El fantasma de Carmen Conde se esnifa la raya de la excepción en el sótano de la Real Academia”. La siguiente sección (‘Desiertos’) se troquela sobre el horizonte de las transacciones afectivas y económicas: los paisajes de un capitalismo espectral, las viñetas que abogan por una reparación de la memoria histórica y el recorrido alternativo por el Cono Sur y la Europa de las dos velocidades proyectan un compromiso a escala global. En la tercera parte (‘Nulípara’), el deseo erótico y la lección de anatomía convergen en un nuevo modelo femenino que se niega a definirse por la maternidad: “Si soy nulípara, / la vida que retengo / no destruye la vida. / ¿Sí? ¿No? ¿Correcto?”. Finalmente, la última sección (‘Diez intemperies bajo techo’) se abre al espectáculo de una geografía humana y urbana que se caracteriza por la incomunicación hiperconectada. En suma, Chocar con algo ofrece una reflexión autoconsciente no exenta de ternura, una catártica terapia de choque que nos invita a asomarnos al otro lado de las cosas y a darles la vuelta a las convenciones de género y del género. Para eso sirve la poesía.
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Autor: Erika Martínez Cabrera.
Editorial: Pre-Textos (2017).
Formato: tapa blanda ( 88 páginas).
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