Mis 10 obras de teatro favoritas
Juan Mayorga, Alfredo Sanzol, Oriol Broggi, Miguel del Arco, Iván Morales, Helena Pimenta, Marilia Samper, Álex Rigola y Denise Despeyroux son algunos nombres que han brillado en los escenarios este año
Como cada año, ahí van mis 10 funciones favoritas de producción nacional, cocinadas en Barcelona y Madrid. Podrían ser 20 o 30, porque ha habido joyas sobradas, pero no cabrían aquí. Selecciono, agito, y esto es lo que sale. No por orden jerárquico sino de aparición en escena.
Mayorga, de plena madurez como autor y director. Un texto épico. Y dos intérpretes de la talla de Blanca Portillo y José Luis García-Pérez multiplicándose en una docena de personajes, a través de tiempos y espacios. En un lugar vacío brotan mapas para recordar un gueto arrasado o para revelar la falsificación soviética de la nueva Varsovia. Y cuerpos como mapas del dolor.
Un Ibsen grand cuvée que rara vez se monta. Un melodrama que culmina en purísima tragedia, quizás la más terrible y dolorosa de su autor. Un reparto que funciona al cien por cien (en el que destacan Pablo Derqui, Laura Conejero, Iván Benet, Jordi Bosch y Miranda Gas), dirigido magistralmente por Julio Manrique y ambientado en tiempo presente.
Sanzol sorprendió de nuevo con una comedia que no es parodia de época o género, sino realmente isabelina en fondo y forma. Una reina y sus hijas (Elena González, Natalia Hernández, Eva Trancón) quieren montar una república femenina en una isla desierta y se topan con tres leñadores misóginos (Juan Antonio Lumbreras, Paco Déniz, Javier Lara). Soberbios trabajos, un texto centelleante, una puesta que exhala felicidad.
Fôrets, de Wajdi Mouawad, es un plato fuerte (cuatro horas), una saga de sagas, una lección de potencia narrativa y actoral. Un viaje por los horrores de dos siglos que sigue latiendo en el presente. Quizás sea el montaje más complejo y ambicioso de Oriol Broggi y la Banda de la Perla, donde relumbran Cristina Genebat, Ramon Vila, Clara de Ramon, Màrcia Cisteró y Xavier Ripoll, al frente de un amplio elenco.
Una función furiosa, escrita y dirigida por Miguel del Arco, que diagnostica nuestro tiempo con nervio cívico, velocidad y poesía: ecos de Sorkin, Koltès y Pasolini. Crisis económica, corrupción política, nihilismo y miedo. Una casa de cristal empañado a la que llega un refugiado que se ha quedado sin mujer e hijo. Un tema central que hubiera complacido a Buero: la pérdida de las voces. Y siete interpretaciones descomunales de Israel Elejalde, Raúl Prieto, María Morales, Macarena Sanz, Beatriz Argüello, Carmen Arévalo y Hugo de la Vega.
Felicísima comedia negra de Martin McDonagh, centro de la “trilogía de Leenane”, que ha consagrado la mano maestra de Iván Morales. Oriol Pla y Pol López (muy bien secundados por Marta Millà y Xavi Sáez) se llevan la función con la explosiva escena de la danza y los cráneos, un tour de force de clowns enloquecidos digno de pasar a las antologías.
La Compañía del Clásico, a toda mecha: alegría, ritmo, densidad y ligereza en una máquina cada vez mejor engrasada. Helena Pimenta inyecta pulsión romántica al clásico de Calderón y logra que le veamos como el tatarabuelo de Marivaux y Feydeau. Al frente del reparto, un sexteto inmejorable: Marta Poveda, Rafa Castejón, Joaquín Notario, Nuria Gallardo, David Boceta y Cecilia Solaguren.
Podrían ser veinte o treinta las obras elegidas porque ha habido joyas sobradas de producción nacional, pero no cabrían aquí
Una de las sorpresas de la temporada. Una mujer sola, en un barrio pobre del extrarradio barcelonés, con un trabajo duro y mal pagado, lucha por sacar adelante a su hijo, un tetrapléjico cerebral. Marilia Samper se atreve en su mejor texto con un asunto difícil y emociona profundamente, sin sentimentalismos de manual. Preciosas, conmovedoras interpretaciones de Lluïsa Castell, Alejandro Bordanove, Montse Guallar y Andrés Herrera.
Àlex Rigola ha destilado los conflictos esenciales del clásico de Chéjov para servirlos en su intimidad más intensa. Una dacha de seis metros de ancho por ocho de largo y 60 asientos. Luis Bermejo, Gonzalo Cunill, Irene Escolar y Ariadna Gil, con sus talentos en incandescencia, logran el prodigio de que lo más difícil parezca fácil. Cuatro intérpretes que se rompen, que miran (y nos miran) con extrema verdad y elegancia. La caja es pequeña, pero el eco es enorme.
Denise Despeyroux despliega un carrusel de amores y desamores brillante, original, profundo, inesperado. Seis vidas cruzadas, mucho humor, tristeza creciente. Una historia central con una heroína rebosante de luz (Lorena López) y un amante empapado en sombra (Jesús Noguero); una dama casi dieciochesca (Sara Torres) que educa a un ingenuo delicioso (Pietro Olivera), y una pareja (Vanessa Rasero y Giovanni Bosso) entre el amor cortés y la obsesión. Una de las tragicomedias más sofisticadas del año.
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