El videojuego español entreabre la puerta a la armonía
El evento Indie Mad sirvió de marco para un encuentro en el que el sector independiente y la patronal acercaron posiciones y establecieron un diálogo fluido
A veces, entender una situación humana, la convivencia de una pareja, el ambiente de un aula o el estado de un sector empresarial es una cuestión de analizar los contrastes. Ayer, un aula de la Universidad CEU San Pablo con unos setenta desarrolladores de videojuegos, la mayoría en sus veintitantos, hablando de tú a tú con el presidente de la Asociación Española de Empresas Productoras y Desarrolladoras de Videojuegos (DEV), Luis Quintans. Hace un par de años, el oropel en la presentación del libro blanco del desarrollo de videojuegos en España, presentado en la Biblioteca Nacional y con la presencia del secretario de Estado de Cultura, José María Lasalle y el por aquel entonces presidente de DEV, Ignacio Dolset, que dimitió fulminantemente tras su imputación en la Operación Hanta.
Ambos actos no son incompatibles, pero el análisis de ese contraste desvela lo que le faltaba al videojuego español y lo que parece haber encontrado ayer. Un punto menos de solemnidad, de búsqueda de la aceptación cultural e industrial mediante el oropel institucional. Un punto más de diálogo realista entre los actores del sector, la patronal, el DEV, que representa a las empresas que facturan el 80% de los más de 500 millones de euros que genera anualmente la industria, y el sector independiente, ese sector mayoritario que comparte los siguientes rasgos en común: menos de cinco empleados, menos de cinco años de vida y una facturación inferior a los dos millones de euros. En muchos casos, uno de cada cuatro, no se factura ni un euro.
El marco fue un evento distendido que viene a culminar la forja de una comunidad de desarrolladores de videojuegos madrileña muy viva y activa. El Indie Mad, incluido bajo el paraguas internacional de los eventos CodeMotion con la colaboración de Nivel Oculto y Video Game Army, en el que 51 estudios indies expusieron sus juegos. Paralelamente, se organizaron una serie de conferencias con este encuentro entre esas partes que solo hace tres meses parecían irreconciliables como debate estrella. A un lado de la mesa, Luis Quintans, presidente del DEV. Al otro, Luis Díaz Peralta, vocal durante este debate de esos 37 estudios independientes que firmaron un manifiesto para pedirle al DEV una mayor transparencia, manifestar el claro problema de comunicación que tenía con el sector mayoritario de la industria y canalizar una serie de reivindicaciones sobre el sector. Entremedias, Valeria Castro, fundadora de Platonic Games y voz de la mesura y la precaria situación presente durante la hora y media larga de debate.
Quintans se ganó al auditorio. En los últimos compases de la charla, varios desarrolladores le confesaron lo entusiasmados que se sentían de haber visto a la persona tras este nuevo DEV y que ese entusiasmo los llevaba a querer colaborar con la cuota que pide la asociación: 90 euros al año. La clave estuvo en una honestidad a veces divertida a veces desarmante. "¿Cómo íbamos a comunicarnos bien con nosotros si ni siquiera internamente lo hacíamos? Chicos, que no teníamos ni grupo de WhatsApp. Yo, estando en DEV, no sabía lo que hacía DEV. No nos comunicábamos", explicó Quintans.
La estrategia que pretende desplegar este nuevo DEV suena alentadora para un videojuego español necesitado de alguna alegría en 2017. "Pretendemos prestar un servicio a todo el sector español, no solo a los que paguen la cuota y establecer una comunicación fluida con todos los estudios que quieran manifestarnos sus necesidades". Este cambio es uno de los fundamentales, porque supone que la patronal, que asume también ciertos roles de sindicato ante la ausencia casi total de articulación institucional del sector, se pone como meta atender y defender los intereses de todos los estudios del sector independientemente de que contribuyan o no con la cuota anual.
Entre los muchos puntos a materializar esta ayuda, se encuentra la próxima publicación de un libro de más de 300 páginas para aclarar cómo deben de financiarse los estudios españoles; la creación de diversos canales de comunicación directa con el DEV (un slack, entre ellos); la organización de charlas prácticas para informar a los jóvenes estudios de cómo deben profesionalizarse; la lucha porque se reconozca legislativamente al videojuego como un arte audiovisual con el mismo estatus y posibilidades de acceder a subvenciones en igualdad de condiciones y cuantía con otros medios como el cine; o un decálogo deontológico para evitar el crunch (el exceso de horas extra durante los tramos más intenso de desarrollo) y las malas prácticas empresariales que se distribuirá entre las empresas de videojuegos españolas con la petición de que se comprometan a cumplirlo. Quintans insistió también en la importancia de Luis Olivan, CEO del estudio indie Fictiorama y parte de la junta directiva del DEV, como vocal de las peticiones de los estudios indies a nivel nacional.
Allá por finales de junio, cuando el Gamelab cerraba el telón y paralelamente Ignacio Dolset era imputado en la Operación Hanta, Rami Ismail, gurú del videojuego y cofundador del estudio Vlambeer, tuiteaba sobre el momento crucial que iba a vivir el sector del videojuego y cómo las decisiones que se tomaran a corto plazo determinarían el destino colectivo "en los años por venir". Ayer, se entreabrió la puerta a la esperanza de que esas decisiones se están tomando y son las correctas. Quintans se ganó el voto de confianza del sector mayoritario y que se sentía más olvidado de la industria. Habrá que ver si su gestión cumple con lo prometido y aprovecha la creciente ola de talento que está viviendo el videojuego español.
Un exceso de titulados
"En España antes no había dónde estudiar videojuegos. Ahora han empezado a salir, como setas, grados, másteres y muchos otros tipos de cursos de formación, oficiales y no oficiales. De aquí a un par de años saldrán 2.000 personas listas y preparadas para hacer videojuegos. Y en vez de generar riqueza estamos generando un problema, porque el sector nacional no los puede absorber".
Luis Quintans, CEO de Badlands, presidente del DEV y vicepresidente de AEVI.
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