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Crítica | Raclette
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Lo que mata engorda a terceros

Una receta suiza preparada en vivo articula un enigmático ‘thriller’ familiar escrito y dirigido por Santiago Cortegoso

Un momento de 'Raclette'.
Un momento de 'Raclette'. DIEGO SEIXO
Javier Vallejo

Una comedia lenitiva, sin efectos secundarios, articulada en torno a una mesa bien servida. En Raclette, Santiago Cortegoso utiliza el ritual gastronómico como eje vertebrador de una comedia sobre la fragilidad de los afectos, el dolor de la pérdida y la importancia de escoger bien aquello de lo que nos nutrimos. Somos lo que comemos, pero también lo que hacemos, amamos y ambicionamos.

RACLETTE

Autor y director: Santiago Cortegoso. Intérpretes: Deborah Vukusic, Marián Bañobre, Toni Salgado, Salvador del Río, Iria Sobrado. Maquillaje y peluquería: Trini F. Silva. Vestuario: M. Bañobre. Luz: S. del Río. Escenografía: Diego Seixo. Producción: Ibuprofeno Teatro. Santander. Escena Miriñaque, 4 y 5 de noviembre. Vilagarcía de Arousa. Auditorio Municipal, 11 de noviembre. Lalín. 17 de noviembre. Verín, 24 de noviembre. Serra de Outes, 8 de diciembre. O Carballiño, 9 de diciembre. Sevilla. La Fundición, 15 al 17 de diciembre.Valencia. Espacio Inestable, del 21 al 23 de diciembre.

En torno a una raclette (plancha para fundir queso y asar carne y verduras), en la cual se cocina en vivo, el autor gallego articula dos tramas paralelas simultáneas, sin que los protagonistas de una adviertan la para el público evidente presencia de los protagonistas de la otra, pues en la ficción están en lugares diferentes.

Raclette es un thriller filosófico, pero también una comedia sentimental: azotados por circunstancias feroces, sus protagonistas andan en carne viva. Los cinco están muy bien observados por Cortegoso y vigorosamente encarnados por sus intérpretes. Marián Bañobre talla su papel con cortaplumas: Vero, meticulosa adalid de los alimentos sin procesar, poco a poco va cobrando un relieve escénico formidable. Es digna de verse la cara que pone (antes de responder no) cuando le preguntan si conoce al cineasta Apichatpong Weerasethakul.

También Salvador del Río labra por menudo, calladamente, la figura del padre que reacciona a la muerte de su hijo con ganas de vivir y deseos renovados. Iria Sobrado roba el alma en la piel de Miriam, desarbolada pareja de Mario: es una actriz magnética, de una calidez extraordinaria. El recalcitrante Raúl de Toni Salgado va ganando peso y carnalidad en el curso de las escenas: el trasvase que sufren sus afectos resulta del todo convincente. La encantadora Paula de Deborah Vukusic es escipiente y espoleta de una función bien pensada, escrita y dirigida.

El dispositivo escénico (una gran mesa hexagonal en donde discuten, cocinan, comen y hacen el amor los personajes, con el público a dos bandas), la claridad de las actuaciones y la organicidad con la que fluye la inteligente estructura dramática urdida por Cortegoso convierten esta producción de Ibuprofeno Teatro, cuyo texto es Premio Teatro Autor Exprés 2016, en uno de los espectáculos que mejor sabor de boca dejaron al crítico en lo que va de temporada. Está girando por el circuito alternativo, pero gustaría igual al público del CDN o al de teatro comercial de calidad. Si pueden, vayan cenados.

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Sobre la firma

Javier Vallejo
Crítico teatral de EL PAÍS. Escribió sobre artes escénicas en Tentaciones y EP3. Antes fue redactor de 'El Independiente' y 'El Público', donde ejerció la crítica teatral. Es licenciado en Psicología, en Interpretación por la RESAD y premio Paco Rabal de Periodismo Cultural. Ha comisariado para La Casa Encendida el ciclo ‘Mujeres a Pie de Guerra’.

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