‘Macbeth’ como si lo hubiese escrito Juan Rulfo
La compañía mexicana Los Colochos triunfa en escenarios de todo el mundo con una versión del clásico de Shakespeare ambientada en la revolución de Pancho Villa
Todo transcurre en un cuadrilátero desnudo, con el público rodeando las cuatro bandas. Nueve actores permanecen en escena durante toda la función. A ratos beben cerveza mexicana. Los espectadores también. Los únicos elementos escenográficos son varias sillas y mesas de cantina. Lo demás está en el aire: violencia, asesinatos, remordimientos, santería (hay una gallina viva) y muertos que susurran venganzas. Y sangre, mucha sangre. Esto es Macbeth, pero a la mexicana.
No es una locura, es un fenómeno. La compañía Los Colochos estrenó hace cinco años esta peculiar versión del clásico de Shakespeare, que titularon Mendoza, en el pequeño teatro Lab 13 de Ciudad de México ante una decena de espectadores. Poco después empezaron a disputarse el montaje los principales teatros de la ciudad y desde entonces no ha dejado de rodar por el mundo: Colombia, Cuba, Perú, Costa Rica, Alemania, Reino Unido y, por supuesto, España.
Investigación antropológica
La obra Mendoza se gestó gracias a un proyecto experimental que se desarrolló entre 2007 y 2013 en varios distritos de Ciudad de México, con apoyo financiero público, llamado Salas de Urgencia. Ideado por los dramaturgos y directores Alfonso Cárcamo y Luis Ayhllón, se concibió en principio como un laboratorio de creación escénica que utilizaba espacios no convencionales (casas, patios, plazas, cantinas) durante el proceso de ensayos, pero se convirtió también en una forma de promocionar el teatro en barrios periféricas. No se trataba solo de mostrar un ensayo, sino de que los asistentes contribuyeran a la puesta en escena con comentarios al final de cada sesión.
Durante dos años el director Juan Carrillo y el dramaturgo Antonio Zúñiga investigaron en esos encuentros de qué manera podían acercar Macbeth a ese tipo de público. Así nació el lenguaje y las leyendas con que aliñaron el clásico de Shakespeare. Con un proceso similar de experimentación, aunque con indígenas del norte de México, nació el último proyecto de Los Colochos, Romeo y Julieta, que se presentó el pasado verano en el Festival de Almagro.
En 2014 Mendoza se presentó en la sección off del Festival de Almagro y ganó el certamen de jóvenes creadores, lo que llevó a la compañía a hacer poco después una pequeña gira por Madrid (en la desaparecida sala Kubik), el Teatro Circo de Murcia y el Festival Iberoamericano de Cádiz. Como se pudo ver tan poco tiempo en España y los que la disfrutaron aún la recuerdan, dos de los festivales más importantes del país la han rescatado esta temporada: en el Temporada Alta de Girona triunfó hace dos semanas y desde esta noche hasta el sábado se podrá ver en los Teatros del Canal de Madrid, dentro de la programación del Festival de Otoño a Primavera de la Comunidad de Madrid.
Todo empezó cuando el director escena Juan Carrillo era aún estudiante de arte dramático y su madre fue a ver una puesta en escena de Macbeth en la que él participaba. “No la entendí, pero está bien bonita”, le dijo ella al acabar la función. En ese ese momento a Carrillo se le metió en la cabeza que tenía que montar un Shakespeare que pudiera conmover a su madre: una espectadora ocasional de teatro, poco entrenada para comprender versos escritos en inglés hace cuatro siglos.
Poco después, en 2010, a Carrillo se le presentó la oportunidad de participar en un proyecto experimental en Ciudad de México llamado Salas de Urgencia, que consistía en organizar ensayos en casas particulares, cafeterías o patios de viviendas para recoger las impresiones de los vecinos durante el proceso de creación de un espectáculo. Fue entonces cuando decidió montar otra vez aquella obra que no entendió su madre, pero esta vez partiendo de los comentarios que recogía en esas sesiones. Se alió con el dramaturgo Antonio Zúñiga y entre los dos crearon Mendoza: un Macbeth que transcurre durante la revolución mexicana de 1910 y que parece imaginado por Juan Rulfo, más que por Shakespeare.
La obra respeta la estructura original de Shakespeare y mantiene sus episodios principales. Mendoza es un líder revolucionario imaginario que, como Macbeth, decide matar a su superior instigado por unas brujas (aquí una santera) y su esposa. Pero los remordimientos lo atormentan y eso le lleva a enredarse en una cadena de asesinatos sin fin. Todo ocurre como escribió Shakespeare, pero con otras palabras y otros referentes.
“Es Shakespeare con el lenguaje de Rulfo. Utilizamos un habla poética pero a la vez muy popular, cotidiana, surgida en aquellos ensayos en casas de gente corriente. Por eso ha alcanzado a todo tipo de público”, explicaba el martes Marco Vidal a EL PAÍS, que encarna a Mendoza/Macbeth, poco después de aterrizar en Madrid. Curiosamente, esto que empezó siendo un simple intento de acercar Shakespeare al público mexicano ha acabado dado un segundo resultado inesperado: se ve la realidad mexicana a través de Shakespeare.
Babelia
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